/ lunes 2 de marzo de 2020

Desánimo

El desánimo tiene varias acepciones, se define como un abatimiento, descorazonamiento, tristeza, desinterés, hundimiento, postración, desmayo, desfallecimiento, derrotismo, languidez, desconsuelo, desaliento o laxitud, la falta o carencia del estado anímico de una persona, en ocasionar también un estado de depresión o ansiedad. Prácticamente todos los seres humanos conocemos este sentimiento, aquellos que están muy tristes y deprimidos generalmente presentan un diagnóstico mentalmente doloroso o desalentador detrás de ellos.

Se agrega también que el desánimo es perder el ánimo o las ganas de hacer ciertas cosas, perder la esperanza de conseguir algo, desmotivación para continuar una tarea, desgano de vivir. Se dice que la causa más común para ser propensos a caer en este bache es el agotamiento físico y emocional, este síntoma casi nunca es pasajero si no es tratado y se puede atribuir a causas concretas y muy diversas como la falta de sueño, un día de trabajo intenso y estresante, un viaje agotador, una situación agobiante, etc.

En la cotidianidad, seguido nos enteramos o pasamos algún evento o condición no deseada, por ejemplo: la muerte de un ser querido, el padecimiento de una enfermedad grave o la falta de éxito. Todo ello, aunado a las diversas acepciones del desánimo, desencadenan en patologías difíciles de aliviar. Cuando se detecte alguna anomalía en el actuar de la persona, debe acudirse con un profesional ya que se cuentan con algunas herramientas, principalmente psicológicas como: aceptar que se tiene el desánimo, buscar nuevas metas o ilusiones día a día, la importancia de dejar ir ese estado de desánimo y, lo principal quererse a sí mismo.

Cuando se pasa por un estado de desánimo es recomendable identificar su origen o causa, para que el profesional que nos ayude pueda atacar el problema desde la raíz, si no es así, permitiremos que este problema se haga tan grande que se pueden desencadenar problemas psicosomáticos profundos y podemos llegar a pensar, además creer que no valemos nada, que tampoco merecemos nada y que no hay salida posible en esta vida.

El antónimo de desánimo es el ánimo, que se conceptúa como la capacidad de experimentar emociones y afectos, y de comprender, precisamente es esa fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo viviendo en nuestro interior el presente y tener visión al futuro resurgiendo en nosotros el deseo de cambiar y vivir estar atentos a no permitir estar por mucho tiempo inmersos en aquel estado, entonces, coadyuvando con el profesional que nos ayuda, debemos cambiar nuestra actitud, tener buenos pensamientos, reconocernos el valor que tenemos en la vida, reconocer también que tenemos poder, capacidades y talentos personales para brincar cualquier obstáculo que se presente, reconocer que queremos y podemos cambiar pensando positivamente sin alejarnos de la realidad ya que también tenemos debilidades a las cuales hay que poner atención.

En la existencia de herramientas psicológicas, se complementan con las físicas: Hacer ejercicio, cuidar nuestro aseo e imagen personal, descansar es cambiar de rutina buscando alguna actividad diferente a las labores que realizamos día a día, importante la buena alimentación tanto física como espiritual, acercándonos más aún, en la Fe que profesamos.

Finalmente, todos nos encontramos obstáculos durante nuestra vida de la dimensión que sean, es claro que podemos vencerlos con ese buen ánimo que debemos tener cada día al despertar, ya que millones en el mundo no lo lograron y que si nosotros estamos aquí y ahora es por algo ¡somos exitosos!

Apreciable lector debemos, podemos ayudar a nuestros semejantes que pasen por este estado de desánimo a que retomen el camino de la felicidad inculcándoles el amor en sí mismo, reconociéndoles lo valioso que son para la familia y su entorno, gracias por sus variadas opiniones.


* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx

El desánimo tiene varias acepciones, se define como un abatimiento, descorazonamiento, tristeza, desinterés, hundimiento, postración, desmayo, desfallecimiento, derrotismo, languidez, desconsuelo, desaliento o laxitud, la falta o carencia del estado anímico de una persona, en ocasionar también un estado de depresión o ansiedad. Prácticamente todos los seres humanos conocemos este sentimiento, aquellos que están muy tristes y deprimidos generalmente presentan un diagnóstico mentalmente doloroso o desalentador detrás de ellos.

Se agrega también que el desánimo es perder el ánimo o las ganas de hacer ciertas cosas, perder la esperanza de conseguir algo, desmotivación para continuar una tarea, desgano de vivir. Se dice que la causa más común para ser propensos a caer en este bache es el agotamiento físico y emocional, este síntoma casi nunca es pasajero si no es tratado y se puede atribuir a causas concretas y muy diversas como la falta de sueño, un día de trabajo intenso y estresante, un viaje agotador, una situación agobiante, etc.

En la cotidianidad, seguido nos enteramos o pasamos algún evento o condición no deseada, por ejemplo: la muerte de un ser querido, el padecimiento de una enfermedad grave o la falta de éxito. Todo ello, aunado a las diversas acepciones del desánimo, desencadenan en patologías difíciles de aliviar. Cuando se detecte alguna anomalía en el actuar de la persona, debe acudirse con un profesional ya que se cuentan con algunas herramientas, principalmente psicológicas como: aceptar que se tiene el desánimo, buscar nuevas metas o ilusiones día a día, la importancia de dejar ir ese estado de desánimo y, lo principal quererse a sí mismo.

Cuando se pasa por un estado de desánimo es recomendable identificar su origen o causa, para que el profesional que nos ayude pueda atacar el problema desde la raíz, si no es así, permitiremos que este problema se haga tan grande que se pueden desencadenar problemas psicosomáticos profundos y podemos llegar a pensar, además creer que no valemos nada, que tampoco merecemos nada y que no hay salida posible en esta vida.

El antónimo de desánimo es el ánimo, que se conceptúa como la capacidad de experimentar emociones y afectos, y de comprender, precisamente es esa fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo viviendo en nuestro interior el presente y tener visión al futuro resurgiendo en nosotros el deseo de cambiar y vivir estar atentos a no permitir estar por mucho tiempo inmersos en aquel estado, entonces, coadyuvando con el profesional que nos ayuda, debemos cambiar nuestra actitud, tener buenos pensamientos, reconocernos el valor que tenemos en la vida, reconocer también que tenemos poder, capacidades y talentos personales para brincar cualquier obstáculo que se presente, reconocer que queremos y podemos cambiar pensando positivamente sin alejarnos de la realidad ya que también tenemos debilidades a las cuales hay que poner atención.

En la existencia de herramientas psicológicas, se complementan con las físicas: Hacer ejercicio, cuidar nuestro aseo e imagen personal, descansar es cambiar de rutina buscando alguna actividad diferente a las labores que realizamos día a día, importante la buena alimentación tanto física como espiritual, acercándonos más aún, en la Fe que profesamos.

Finalmente, todos nos encontramos obstáculos durante nuestra vida de la dimensión que sean, es claro que podemos vencerlos con ese buen ánimo que debemos tener cada día al despertar, ya que millones en el mundo no lo lograron y que si nosotros estamos aquí y ahora es por algo ¡somos exitosos!

Apreciable lector debemos, podemos ayudar a nuestros semejantes que pasen por este estado de desánimo a que retomen el camino de la felicidad inculcándoles el amor en sí mismo, reconociéndoles lo valioso que son para la familia y su entorno, gracias por sus variadas opiniones.


* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx