/ lunes 14 de noviembre de 2022

Galería ubicada en El Santuario une el amor por la bicicleta y la fotografía

Café, bicicleta y fotografía resultan una combinación explosiva

La colorida fachada es lo primero que capta la atención del espectador invitándolo a inmiscuirse entre sus misteriosas instalaciones; sin embargo, apenas a unos pasos de la entrada el delicioso y tostado aroma a café es lo que termina por embriagar a quien se atreve a visitar el Santuario de la Bicicleta.

En pleno corazón del centro tapatío, específicamente en el antiquísimo barrio de El Santuario, nació un sueño y se desarrolló un concepto que hoy, un par de años después, es considerado entre los conocedores como un referente no solo del buen café, sino un espacio en el que convergen el amor por la bicicleta y la fotografía.

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Ni en los tiempos más aciagos de la pandemia esta galería-café perdió su espíritu, y con la fortaleza (y reto) que implicó salir adelante pese a las complicaciones, hasta el momento Carlos Ibarra y Ara Robles propietarios del lugar, pueden decir con gusto que el Santuario de la Bicicleta se ha convertido en el hogar de muchos, en especial de aquellos quienes tienen un gusto afín.

Con un ciclopuerto recién instalado a las afueras, para quienes anden de paso puedan dejar su bicicleta con toda seguridad, el recibimiento al lugar obliga al visitante a no despegar la mirada de sus paredes en donde, de manera estratégica, se pueden apreciar múltiples trabajos gráficos de fotógrafos tapatíos inmiscuidos en los medios de comunicación, deseosos de compartir su mirada a través del lente.

“A través de estas tres pasiones, el café, la bicicleta y la fotografía, queremos inculcar la cultura de un buen café, la cultura de saber observar el entorno no solo en fotografía, sino en otras artes, y sobre todo la cultura del ciclismo. Queremos impulsar la recuperación de espacios para el ciclista, para que lleguen a tomarse un café. Hacer visible que como ciclistas tenemos derechos y obligaciones”, añade Ibarra.

El lugar puede parecer en esencia pequeño, pues si bien además del recibidor y la barra cuenta con dos saloncitos en donde también se pueden apreciar pinturas y exhibiciones de temporada, lo cierto es que el acogedor espacio insta al visitante a apropiarse de un rinconcito para pedirse un buen café, degustarse una deliciosa pizza o un rico panini. Ya sea para llevar a granel o para degustar con un rico panecillo, el café es el que sobresale ya que se trata de una exquisita mezcla de granos de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, los cuales por cierto, fue con lo que pudo subsistir el lugar los primeros meses de la pandemia, ya que era lo que más vendían al menos para llevar.

No obstante y con un menú concreto para un desayuno o un antojito por la tarde, la intención del Santuario de la Bicicleta no es solo ser una cafetería, sino un espacio en el que coincida la cultura en su máxima expresión, como ese sitio al que los desconocidos y los no tanto se puedan acercar para expresarse libremente.

“Además de las exhibiciones tenemos continuamente talleres de fotografía básica, y lo padre es que varios (de los participantes) son del mismo barrio que se acercan, incluso gente mayor que quiere aprender a ver de otra forma la ciudad, el entorno. Queremos enseñar a tomar un buen café, a tomar una buena fotografía y a saber andar en la ciudad. Pero queremos convertir esto en un centro cultural”.

Este lugar se ha convertido en uno de los preferidos para la convivencia familiar. Foto: Cortesía | Carlos Ibarra

Con varias propuestas en pie para el siguiente año, como la implementación de más exhibiciones o talleres de bicicleta, en el santuario han pasado alrededor de 60 artistas (fotógrafos, pintores y grabadores) y se espera que muchos más lo hagan para el deleite de todos aquellos quienes visiten este rinconcito destinado a la fotografía, al café y a la bicicleta.

“No queremos centrarnos en un público especializado, esto es un concepto general para hacer comunidad y tejer una red. Nuestro producto estrella es la mezcla (de café), es lo que predomina y lo que queremos, que la gente venga, se siente y no nada más vea un espacio, sino que lleguen por su taza de café. Pero también está el centro, que es una zona conflictiva para moverte, entonces, queremos que la gente sepa y quiera utilizar la bicicleta. La idea es impulsarlo”, añadió por su parte Ara Robles.

Al Santuario de la Bicicleta lo pueden encontrar en redes sociales como facebook. Ahí puede estar al tanto de las exhibiciones de temporada y talleres con lo que Carlos y Ara esperan gustosos a quienes quieran desconectarse de la realidad.

La colorida fachada es lo primero que capta la atención del espectador invitándolo a inmiscuirse entre sus misteriosas instalaciones; sin embargo, apenas a unos pasos de la entrada el delicioso y tostado aroma a café es lo que termina por embriagar a quien se atreve a visitar el Santuario de la Bicicleta.

En pleno corazón del centro tapatío, específicamente en el antiquísimo barrio de El Santuario, nació un sueño y se desarrolló un concepto que hoy, un par de años después, es considerado entre los conocedores como un referente no solo del buen café, sino un espacio en el que convergen el amor por la bicicleta y la fotografía.

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Ni en los tiempos más aciagos de la pandemia esta galería-café perdió su espíritu, y con la fortaleza (y reto) que implicó salir adelante pese a las complicaciones, hasta el momento Carlos Ibarra y Ara Robles propietarios del lugar, pueden decir con gusto que el Santuario de la Bicicleta se ha convertido en el hogar de muchos, en especial de aquellos quienes tienen un gusto afín.

Con un ciclopuerto recién instalado a las afueras, para quienes anden de paso puedan dejar su bicicleta con toda seguridad, el recibimiento al lugar obliga al visitante a no despegar la mirada de sus paredes en donde, de manera estratégica, se pueden apreciar múltiples trabajos gráficos de fotógrafos tapatíos inmiscuidos en los medios de comunicación, deseosos de compartir su mirada a través del lente.

“A través de estas tres pasiones, el café, la bicicleta y la fotografía, queremos inculcar la cultura de un buen café, la cultura de saber observar el entorno no solo en fotografía, sino en otras artes, y sobre todo la cultura del ciclismo. Queremos impulsar la recuperación de espacios para el ciclista, para que lleguen a tomarse un café. Hacer visible que como ciclistas tenemos derechos y obligaciones”, añade Ibarra.

El lugar puede parecer en esencia pequeño, pues si bien además del recibidor y la barra cuenta con dos saloncitos en donde también se pueden apreciar pinturas y exhibiciones de temporada, lo cierto es que el acogedor espacio insta al visitante a apropiarse de un rinconcito para pedirse un buen café, degustarse una deliciosa pizza o un rico panini. Ya sea para llevar a granel o para degustar con un rico panecillo, el café es el que sobresale ya que se trata de una exquisita mezcla de granos de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, los cuales por cierto, fue con lo que pudo subsistir el lugar los primeros meses de la pandemia, ya que era lo que más vendían al menos para llevar.

No obstante y con un menú concreto para un desayuno o un antojito por la tarde, la intención del Santuario de la Bicicleta no es solo ser una cafetería, sino un espacio en el que coincida la cultura en su máxima expresión, como ese sitio al que los desconocidos y los no tanto se puedan acercar para expresarse libremente.

“Además de las exhibiciones tenemos continuamente talleres de fotografía básica, y lo padre es que varios (de los participantes) son del mismo barrio que se acercan, incluso gente mayor que quiere aprender a ver de otra forma la ciudad, el entorno. Queremos enseñar a tomar un buen café, a tomar una buena fotografía y a saber andar en la ciudad. Pero queremos convertir esto en un centro cultural”.

Este lugar se ha convertido en uno de los preferidos para la convivencia familiar. Foto: Cortesía | Carlos Ibarra

Con varias propuestas en pie para el siguiente año, como la implementación de más exhibiciones o talleres de bicicleta, en el santuario han pasado alrededor de 60 artistas (fotógrafos, pintores y grabadores) y se espera que muchos más lo hagan para el deleite de todos aquellos quienes visiten este rinconcito destinado a la fotografía, al café y a la bicicleta.

“No queremos centrarnos en un público especializado, esto es un concepto general para hacer comunidad y tejer una red. Nuestro producto estrella es la mezcla (de café), es lo que predomina y lo que queremos, que la gente venga, se siente y no nada más vea un espacio, sino que lleguen por su taza de café. Pero también está el centro, que es una zona conflictiva para moverte, entonces, queremos que la gente sepa y quiera utilizar la bicicleta. La idea es impulsarlo”, añadió por su parte Ara Robles.

Al Santuario de la Bicicleta lo pueden encontrar en redes sociales como facebook. Ahí puede estar al tanto de las exhibiciones de temporada y talleres con lo que Carlos y Ara esperan gustosos a quienes quieran desconectarse de la realidad.

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