/ viernes 19 de octubre de 2018

Vandalismo: entre el castigo, la impunidad y el premio

Ramiro Escoto Ratkovich


No es menor el caso de lo ocurrido con los vagones del Tren Ligero, y más por tratarse de un asunto en donde el actuar de las autoridades es por demás extraño, dado que a las pocas horas y tras una ola de ataques mediáticos cuestionando sobre todo la seguridad del lugar, labores de “inteligencia”, lograron la captura de los dos presuntos responsables, quienes además por los llamados métodos alternos aceptaron reparar el daño.

Trascendió que el operativo express también obedeció a que el presidente Enrique Peña Nieto visitará Guadalajara en los próximos días, y en su agenda justamente está un recorrido por la Línea 3.

Me pregunto: ¿por qué la autoridad no actúa de la misma manera con los graffiteros que han dañado la imagen urbana, trasgrediendo los reglamentos municipales y afectando patrimonio tanto público como privado? Me parece ahora que no cabe el hecho de la flagrancia, pues al menos a los que detuvieron por los hechos del Tren Ligero no fue en esa circunstancia y les fincaron la falta. Las autoridades declararon que dieron con ellos porque habían subido la “hazaña” a redes sociales y que su “firma” en la obra de la pinta los delató de igual manera; Más argumentos a favor de que la llamada “Policía de barrio” conoce a las bandas que pintan las zonas y que no hacen por que se repare el daño a terceros.

Las cámaras de videovigilancia (cuando sirvan) también deben detectar esta clase de vandalismo y remitir a estos “jóvenes en búsqueda de expresión” y además de reparar el daño buscar una mayor penalidad, y para ello, por supuesto se necesita que la legislatura entrante le busque un tiempo a su agenda.

No me queda claro tampoco, al cumplirse ya más de un año, que la López Mateos de Sur a Norte, a la altura del paso a desnivel de la Minerva, no haya sido reparado ni un solo hidrante, si los mismos que fueron vandalizados y según la Policía de Guadalajara habían detenido a los causantes, ¿a ellos no les obligaron a reparar los daños como a los de los vagones?, porque nuevamente les recuerdo a los del Ayuntamiento: si algo pasa ahí y no hay servicio en estos extintores, el Gobierno municipal es corresponsable en el pago de daños.

Edificios, restaurantes y otros lugares públicos han tenido que “reservar” lugares para que los graffiteros pinten en esos espacios y no afecten lo demás, como si fuera la “cuota” a pagar para que les respeten la totalidad de la propiedad, y a eso hemos llegado, lamentablemente.

El tema del graffiti no es nuevo, como tampoco los esfuerzos por destinarles programas gubernamentales para la orientación de su arte, y no ha sido del todo infructuoso, por ejemplo lo hecho en algunos puentes peatonales o bardas perimetrales, pero no es suficiente, al menos no lo ha sido del todo.

No creo que lo hecho por los “vándalos” de la Línea 3 cuyas edades son de 22 y 27 años tenga que ser “perdonado”, debe, insisto, aplicarse un correctivo, o de lo contrario tendremos una ciudad llena de “firmas” y un montón de jóvenes en programas públicos de readaptación social, que ojo: pagamos todos.


Ramiro Escoto Ratkovich


No es menor el caso de lo ocurrido con los vagones del Tren Ligero, y más por tratarse de un asunto en donde el actuar de las autoridades es por demás extraño, dado que a las pocas horas y tras una ola de ataques mediáticos cuestionando sobre todo la seguridad del lugar, labores de “inteligencia”, lograron la captura de los dos presuntos responsables, quienes además por los llamados métodos alternos aceptaron reparar el daño.

Trascendió que el operativo express también obedeció a que el presidente Enrique Peña Nieto visitará Guadalajara en los próximos días, y en su agenda justamente está un recorrido por la Línea 3.

Me pregunto: ¿por qué la autoridad no actúa de la misma manera con los graffiteros que han dañado la imagen urbana, trasgrediendo los reglamentos municipales y afectando patrimonio tanto público como privado? Me parece ahora que no cabe el hecho de la flagrancia, pues al menos a los que detuvieron por los hechos del Tren Ligero no fue en esa circunstancia y les fincaron la falta. Las autoridades declararon que dieron con ellos porque habían subido la “hazaña” a redes sociales y que su “firma” en la obra de la pinta los delató de igual manera; Más argumentos a favor de que la llamada “Policía de barrio” conoce a las bandas que pintan las zonas y que no hacen por que se repare el daño a terceros.

Las cámaras de videovigilancia (cuando sirvan) también deben detectar esta clase de vandalismo y remitir a estos “jóvenes en búsqueda de expresión” y además de reparar el daño buscar una mayor penalidad, y para ello, por supuesto se necesita que la legislatura entrante le busque un tiempo a su agenda.

No me queda claro tampoco, al cumplirse ya más de un año, que la López Mateos de Sur a Norte, a la altura del paso a desnivel de la Minerva, no haya sido reparado ni un solo hidrante, si los mismos que fueron vandalizados y según la Policía de Guadalajara habían detenido a los causantes, ¿a ellos no les obligaron a reparar los daños como a los de los vagones?, porque nuevamente les recuerdo a los del Ayuntamiento: si algo pasa ahí y no hay servicio en estos extintores, el Gobierno municipal es corresponsable en el pago de daños.

Edificios, restaurantes y otros lugares públicos han tenido que “reservar” lugares para que los graffiteros pinten en esos espacios y no afecten lo demás, como si fuera la “cuota” a pagar para que les respeten la totalidad de la propiedad, y a eso hemos llegado, lamentablemente.

El tema del graffiti no es nuevo, como tampoco los esfuerzos por destinarles programas gubernamentales para la orientación de su arte, y no ha sido del todo infructuoso, por ejemplo lo hecho en algunos puentes peatonales o bardas perimetrales, pero no es suficiente, al menos no lo ha sido del todo.

No creo que lo hecho por los “vándalos” de la Línea 3 cuyas edades son de 22 y 27 años tenga que ser “perdonado”, debe, insisto, aplicarse un correctivo, o de lo contrario tendremos una ciudad llena de “firmas” y un montón de jóvenes en programas públicos de readaptación social, que ojo: pagamos todos.


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