/ lunes 13 de agosto de 2018

Una madrugada para acabar con la partidocracia

Ismael del Toro


Por eso además de dedicarlo al lector que amablemente atiende estas líneas, este libro está dedicado a aquellos compañeros de las luchas que aquí narraré, a Hugo Luna Vázquez, a Clemente Castañeda Hoeflich, a Enrique Ibarra Pedroza, y, claro, a Enrique Alfaro Ramírez.

A mis padres, Mario Del Toro Cortes y Josefina Castro Monroy, los dos finados, porque gracias a ellos tengo la formación de valores que rigen mi vida.

Y sobre todo, este libro y todo lo que hago se lo dedico a Paty, mi esposa, y nuestras hijas Ivanna y Andrea.

Este libro es también, en cierto modo, un pedazo de la historia de Jalisco, un estado que en muchos sentidos ha sido vanguardia de la democracia en México.

Nuestro país, para fines prácticos, vive una partidocracia. Aquel viejo régimen al que Mario Vargas Llosa llamó "la dictadura perfecta" no ha sido del todo derrotado. Mutó. El régimen de partido único, para decirlo con los conceptos de los politólogos, devino en el gobierno de las cúpulas partidistas. La transición democrática fue traicionada por la partidocracia.

Jalisco es un temprano ejemplo de la alternancia panista; vivió también gobiernos divididos en los que el ejecutivo estatal era panista y la mayoría de los municipios conurbados eran priístas, con la respectiva correlación de fuerzas en el legislativo; es asimismo un ejemplo de entidad en la que el PRI regresó al poder. Y está el ascenso de una alternativa ciudadana...

La relevancia que esta historia pueda tener, estoy convenido de ello, es porque narra la crónica de cómo los jaliscienses derrotamos a la partidocracia en nuestro Estado. Lo que sigue es el país.

Así que esta historia inició hace unos meses, cuando inició la legislatura... o quizá antes, hace varios años, en los pasillos de una escuela de preparatoria...


Ismael del Toro


Por eso además de dedicarlo al lector que amablemente atiende estas líneas, este libro está dedicado a aquellos compañeros de las luchas que aquí narraré, a Hugo Luna Vázquez, a Clemente Castañeda Hoeflich, a Enrique Ibarra Pedroza, y, claro, a Enrique Alfaro Ramírez.

A mis padres, Mario Del Toro Cortes y Josefina Castro Monroy, los dos finados, porque gracias a ellos tengo la formación de valores que rigen mi vida.

Y sobre todo, este libro y todo lo que hago se lo dedico a Paty, mi esposa, y nuestras hijas Ivanna y Andrea.

Este libro es también, en cierto modo, un pedazo de la historia de Jalisco, un estado que en muchos sentidos ha sido vanguardia de la democracia en México.

Nuestro país, para fines prácticos, vive una partidocracia. Aquel viejo régimen al que Mario Vargas Llosa llamó "la dictadura perfecta" no ha sido del todo derrotado. Mutó. El régimen de partido único, para decirlo con los conceptos de los politólogos, devino en el gobierno de las cúpulas partidistas. La transición democrática fue traicionada por la partidocracia.

Jalisco es un temprano ejemplo de la alternancia panista; vivió también gobiernos divididos en los que el ejecutivo estatal era panista y la mayoría de los municipios conurbados eran priístas, con la respectiva correlación de fuerzas en el legislativo; es asimismo un ejemplo de entidad en la que el PRI regresó al poder. Y está el ascenso de una alternativa ciudadana...

La relevancia que esta historia pueda tener, estoy convenido de ello, es porque narra la crónica de cómo los jaliscienses derrotamos a la partidocracia en nuestro Estado. Lo que sigue es el país.

Así que esta historia inició hace unos meses, cuando inició la legislatura... o quizá antes, hace varios años, en los pasillos de una escuela de preparatoria...


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