/ lunes 15 de julio de 2024

Escándalos políticos

Los escándalos en la política se han vuelto recurrentes y comunes. La exigencia social sobre el comportamiento que deben de guardar las y los actores políticos, se ha venido relajando con el paso del tiempo. Ejemplo de ello es la flexibilización que les ha permitido a numerosos políticos dejar de usar el código de vestimenta formal, que antes era una constante y ahora ha sido descarrilado por el uso de jeans, mezclilla, camisetas y mangas cortas incluso en actividades de trabajo en recintos oficiales. Las altas tribunas de la nación, como las Cámaras de Senadores y de Diputados dan fe de dicho relajamiento tanto en mujeres como en hombres, que han roto tradiciones y se han subido a tendencias de desaliño, no peinarse y no respetar el encargo que ostentan.

Así mismo, los códigos de comportamiento ético en sociedad también han sido transgredidos y en muchos casos, no ha ocurrido nada más allá de alguna queja ciudadana que consideran no relevante. Beber bebidas embriagantes, fumar y maltratar a las personas que coinciden en sus actividades y contexto, son causa de conflicto, crítica y molestia, dado que los altos representantes populares y los funcionarios públicos son de por sí, modelo a seguir y ejemplos de la sociedad a la que sirven y pertenecen.

Los actos y el comportamiento cívico y ético de nuestros gobernantes no han mejorado ni se han modificado significativamente en las últimas décadas: tráfico de influencias, amiguismo, compadrazgos, prepotencia, múltiples parejas sexuales y desorden en las relaciones familiares, uso de embriagantes y drogas, corrupción en diversas escalas, falta de respeto a las minorías son solamente algunas de las categorías de conflictos posibles que hemos atestiguado y conocido a lo largo del pasado, siendo nuestras y nuestros políticos los protagonistas evidenciados por el incremento y popularización de las redes sociales y la búsqueda de entretenimiento y escarnio burlesco en su contra por parte de la ciudadanía.

Sin ser el motivo correcto, la cacería de políticos para exhibirlos se ha vuelto motivo de grabar videos de sus actos “cotidianos” en vuelos, aeropuertos, accidentes viales, conflictos vecinales, discusiones sentimentales, accidentes viales, caídas graciosas, discursos mal dichos, siendo prepotentes o charoleando a autoridades bajo efectos de alcohol o de drogas. La era de volver #lady o #lord a los políticos graciosos, escandalosos, conflictivos o malos ejemplos para la sociedad, esta activa. La vida misma es el escenario donde cada ser humano aparece aun sin querer y es susceptible de ser figura central de videos, memes y viralización de sus actos. Los políticos no se escapan y aún más, poseen el aditivo del coraje y del rencor popular de quienes se sienten agravados por los políticos y esperan una ventana de oportunidad para desquitarse de ellos.

En contra parte, los actos sucios, corruptos, negativos y viles de incontables funcionarios, servidores públicos o representantes populares han ido perdiendo interés por volverse predecibles, repetitivos y porque el grueso de la sociedad no espera gran cosa de ellos sino que ha dejarlos de ver con autoridad, con respeto y como ejemplo a seguir, como lideres de la sociedad que les castiga con el desprecio, con la apatía, el desgano de participar en lo público y de involucrarse en la actividad política o colaborar con el gobierno. Es grave que en vez de que fueran desapareciendo las conductas antisociales y delictivas de nuestras y nuestros políticos que ofenden, irritan y generan desaprobación social, lo que ocurra sea que la gente se acostumbre y normalice sus actos, perdiéndoles el interés, dejando de observarlos y criticarlos y sea causa de indiferencia, pero a la vez, de impunidad, de regocijo para aquellos que creen que no serán castigados y que su poder les permite hacer lo que no se debe hacer. Nuestra sociedad necesita corregir y los políticos, son parte de nuestra sociedad.


www.youtube.com/c/carlosanguianoz

Los escándalos en la política se han vuelto recurrentes y comunes. La exigencia social sobre el comportamiento que deben de guardar las y los actores políticos, se ha venido relajando con el paso del tiempo. Ejemplo de ello es la flexibilización que les ha permitido a numerosos políticos dejar de usar el código de vestimenta formal, que antes era una constante y ahora ha sido descarrilado por el uso de jeans, mezclilla, camisetas y mangas cortas incluso en actividades de trabajo en recintos oficiales. Las altas tribunas de la nación, como las Cámaras de Senadores y de Diputados dan fe de dicho relajamiento tanto en mujeres como en hombres, que han roto tradiciones y se han subido a tendencias de desaliño, no peinarse y no respetar el encargo que ostentan.

Así mismo, los códigos de comportamiento ético en sociedad también han sido transgredidos y en muchos casos, no ha ocurrido nada más allá de alguna queja ciudadana que consideran no relevante. Beber bebidas embriagantes, fumar y maltratar a las personas que coinciden en sus actividades y contexto, son causa de conflicto, crítica y molestia, dado que los altos representantes populares y los funcionarios públicos son de por sí, modelo a seguir y ejemplos de la sociedad a la que sirven y pertenecen.

Los actos y el comportamiento cívico y ético de nuestros gobernantes no han mejorado ni se han modificado significativamente en las últimas décadas: tráfico de influencias, amiguismo, compadrazgos, prepotencia, múltiples parejas sexuales y desorden en las relaciones familiares, uso de embriagantes y drogas, corrupción en diversas escalas, falta de respeto a las minorías son solamente algunas de las categorías de conflictos posibles que hemos atestiguado y conocido a lo largo del pasado, siendo nuestras y nuestros políticos los protagonistas evidenciados por el incremento y popularización de las redes sociales y la búsqueda de entretenimiento y escarnio burlesco en su contra por parte de la ciudadanía.

Sin ser el motivo correcto, la cacería de políticos para exhibirlos se ha vuelto motivo de grabar videos de sus actos “cotidianos” en vuelos, aeropuertos, accidentes viales, conflictos vecinales, discusiones sentimentales, accidentes viales, caídas graciosas, discursos mal dichos, siendo prepotentes o charoleando a autoridades bajo efectos de alcohol o de drogas. La era de volver #lady o #lord a los políticos graciosos, escandalosos, conflictivos o malos ejemplos para la sociedad, esta activa. La vida misma es el escenario donde cada ser humano aparece aun sin querer y es susceptible de ser figura central de videos, memes y viralización de sus actos. Los políticos no se escapan y aún más, poseen el aditivo del coraje y del rencor popular de quienes se sienten agravados por los políticos y esperan una ventana de oportunidad para desquitarse de ellos.

En contra parte, los actos sucios, corruptos, negativos y viles de incontables funcionarios, servidores públicos o representantes populares han ido perdiendo interés por volverse predecibles, repetitivos y porque el grueso de la sociedad no espera gran cosa de ellos sino que ha dejarlos de ver con autoridad, con respeto y como ejemplo a seguir, como lideres de la sociedad que les castiga con el desprecio, con la apatía, el desgano de participar en lo público y de involucrarse en la actividad política o colaborar con el gobierno. Es grave que en vez de que fueran desapareciendo las conductas antisociales y delictivas de nuestras y nuestros políticos que ofenden, irritan y generan desaprobación social, lo que ocurra sea que la gente se acostumbre y normalice sus actos, perdiéndoles el interés, dejando de observarlos y criticarlos y sea causa de indiferencia, pero a la vez, de impunidad, de regocijo para aquellos que creen que no serán castigados y que su poder les permite hacer lo que no se debe hacer. Nuestra sociedad necesita corregir y los políticos, son parte de nuestra sociedad.


www.youtube.com/c/carlosanguianoz