/ lunes 8 de abril de 2024

El problema con Ecuador

Aunque los corifeos de la presidencia lo nieguen, nuestro país se encuentra no solo profundamente dividido sino desprestigiado internacionalmente.

Por muchos años, la diplomacia mexicana se distinguió por su actuación siempre impecable e incluso ejemplar; fijando posturas neutrales en conflictos internacionales, ejerciendo el principio de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, concebido por su Ministro de Relaciones Exteriores Genero Estrada, conocido precisamente como “Doctrina Estrada” siendo un amigable interventor en no pocos momentos ríspidos que se han producido entre las naciones de América Latina

El Tratado de Tlatelolco, de proscripción de las armas nucleares fue un logro más que significativo que colocó a nuestro País en un liderazgo indiscutible entre las naciones latinoamericanas quienes le otorgaban a México el título del Gigante de América Latina y que permitió a Alfonso García Robles, Ministro de Relaciones Exteriores de México obtener el premio nobel de la paz en 1982.

En un breve repaso histórico, recordemos al historiador Lucas Alamán, a los creadores del Juicio de Amparo: Manuel Crescencio Rejón, e Ignacio L. Vallarta; a Don Alberto J. Pani, Genaro Estrada el creador del principio de la “No intervención y autodeterminación de los Pueblos” al erudito poeta y escritor Don Jaime Torres Bodet, a Manuel Tello, Don Antonio Carrillo Flores, Alfonso García Robles, el citado premio Nobel de la Paz, por citar solo algunos distinguidos Ministros de Relaciones Exteriores, de nuestro País, que dejaron una silla muy grande que no pudieron llenar entre otros muchos, Luis Videgaray, Marcelo Ebrard y la actual Secretaria Alicia Bárcena.

Otra vez nos encontramos en un diferendo con un país hermano de Latinoamérica: Ecuador. Claro, no han faltado los chauvinistas que quieren que México le declare la guerra de inmediato, con el consabido “Mas, si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo” porque la policía Ecuatoriana irrumpió en la sede diplomática mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas Espinel.

Analicemos con objetividad y con apego al derecho este caso.


Jorge Glas Espinel, fue enjuiciado por la justicia ecuatoriana y sentenciado por diversos delitos de fuero común: cohecho, peculado y asociación delictuosa y se ordenó su detención inmediata en virtud de existir una sentencia irrevocable que lo declaró culpable de la comisión de esos delitos no políticos.

Pretendiendo escapar de la justicia ecuatoriana, solicita el 17 de diciembre de 2023 a la Embajada de México el apoyo para gestionar un asilo político y la embajadora Mexicana Raquel Serur, le dio la bienvenida a la sede iniciando indebidamente el proceso del asilo político, impidiendo a la justicia ecuatoriana ejercer su soberano derecho de sancionar al responsable por la comisión de delitos no políticos.

En abierto desafío a los principios de soberanía y al que precisamente el diplomático Mexicano Genaro Estrada (1927-1930) concibió como el de “No intervención en los asuntos internos de otro país y autodeterminación de los pueblos”. El Gobierno de México, traicionando su propio principio, le reiteró la protección diplomática al señor Glas, por lo que el Gobierno Ecuatoriano protestó con razón por la medida otorgada engendra violación a diversos pactos internacionales de los cuales el Estado Mexicano es parte, pero ante la indiferencia de la Embajadora Serur, el Gobierno de Ecuador la declaró persona non grata y le pidió que abandonara el país.

Como respuesta, el Gobierno Mexicano, lejos de atender el caso con prudencia, con cautela y sobre todo con estricto apego a las normas internacionales aplicables como la Convención de Viena, la Convención de Montevideo y la de Caracas entre otras, violando el principio preconizado por México en materia de autodeterminación de los pueblos, decidió entrometerse por conducto de su presidente, en asuntos internos de Ecuador, calificando de nulas las elecciones presidenciales que llevaron al Presidente Noboa a la Primera Magistratura de ese país sudamericano sin que le asistiera el derecho a López Obrador de meterse en asuntos ajenos que solo les incumben a los Ecuatorianos y si acaso es su amigo el señor Glas, que el señor López Obrador en lo personal y no como jefe de Estado hubiera intercedido por su amigo, sin meter en problema al País que representa. Muy mal por el presidente.

Cabe puntualizar que con base en el artículo 22 de la Convención de Viena, el 29 de febrero de este año el Gobierno de Ecuador le solicitó a la Cancillería Mexicana que permitiese la captura del señor Glas, petición que fuera rechazada de manera tajante por lo que Ecuador decidió conforme artículo 9 de la Convención de Viena, declarar persona non grata a la Embajadora Mexicana en Ecuador, lo que conllevó a que el inexperto presidente López Obrador y a la no menos inexperta canciller, concedieran el asilo político al señor Glas, reitero, en abierta violación a las Convenciones internacionales ya citadas.

Lógicamente esto enojó a los Ecuatorianos, quienes impedidos en ejecutar una sentencia y, apegados a diversas disposiciones legales como el artículo 3º de la Convención de Caracas de 1954, sobre asilo diplomático, basados en que el señor Glas es delincuente común y no es perseguido político, y por haber violado la cancillería Mexicana el artículo 1º de la Convención de Montevideo de 1933 sobre asilo político que prohíben conceder asilo a delincuentes de fuero común decidieron irrumpir en la Embajada con apego a la ley para detener a su reo.

Es indudablemente un acto que viola el artículo 42 fracción tercera de la Convención de Viena, ya que los locales de la Misión Diplomática no pueden ser utilizados de manera incompatible con el fin de una sede diplomática que no es lugar para albergar a delincuentes de delitos comunes.

México incumplió con su obligación contraída ante la Organización de las Naciones Unidas de 1996 en el Compromiso Interamericano contra la corrupción, se metió en asuntos que no le competen, pretendió darle asilo político a una persona que no reunía las calidades y ahora pone el grito en el cielo por el allanamiento a la sede diplomática.

Si se hubieran observado los protocolos internacionales, otro sería el escenario. Pero como es claro que para el presidente mexicano la ley no importa, una vez más, nos pone en vergüenza y exacerba el sentimiento patriótico, por andar, como siempre, de candil de la calle y obscuridad de su casa.

Para vergüenzas no ganamos. Los ciudadanos tendrán la decisión el próximo 2 de junio. Queremos seguir con la división y el desprestigio o enderezamos el camino. Ya basta de andar metiendo la pata, metiéndonos en lo que no nos importa y luego hacernos los ofendidos.

Aunque los corifeos de la presidencia lo nieguen, nuestro país se encuentra no solo profundamente dividido sino desprestigiado internacionalmente.

Por muchos años, la diplomacia mexicana se distinguió por su actuación siempre impecable e incluso ejemplar; fijando posturas neutrales en conflictos internacionales, ejerciendo el principio de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, concebido por su Ministro de Relaciones Exteriores Genero Estrada, conocido precisamente como “Doctrina Estrada” siendo un amigable interventor en no pocos momentos ríspidos que se han producido entre las naciones de América Latina

El Tratado de Tlatelolco, de proscripción de las armas nucleares fue un logro más que significativo que colocó a nuestro País en un liderazgo indiscutible entre las naciones latinoamericanas quienes le otorgaban a México el título del Gigante de América Latina y que permitió a Alfonso García Robles, Ministro de Relaciones Exteriores de México obtener el premio nobel de la paz en 1982.

En un breve repaso histórico, recordemos al historiador Lucas Alamán, a los creadores del Juicio de Amparo: Manuel Crescencio Rejón, e Ignacio L. Vallarta; a Don Alberto J. Pani, Genaro Estrada el creador del principio de la “No intervención y autodeterminación de los Pueblos” al erudito poeta y escritor Don Jaime Torres Bodet, a Manuel Tello, Don Antonio Carrillo Flores, Alfonso García Robles, el citado premio Nobel de la Paz, por citar solo algunos distinguidos Ministros de Relaciones Exteriores, de nuestro País, que dejaron una silla muy grande que no pudieron llenar entre otros muchos, Luis Videgaray, Marcelo Ebrard y la actual Secretaria Alicia Bárcena.

Otra vez nos encontramos en un diferendo con un país hermano de Latinoamérica: Ecuador. Claro, no han faltado los chauvinistas que quieren que México le declare la guerra de inmediato, con el consabido “Mas, si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo” porque la policía Ecuatoriana irrumpió en la sede diplomática mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas Espinel.

Analicemos con objetividad y con apego al derecho este caso.


Jorge Glas Espinel, fue enjuiciado por la justicia ecuatoriana y sentenciado por diversos delitos de fuero común: cohecho, peculado y asociación delictuosa y se ordenó su detención inmediata en virtud de existir una sentencia irrevocable que lo declaró culpable de la comisión de esos delitos no políticos.

Pretendiendo escapar de la justicia ecuatoriana, solicita el 17 de diciembre de 2023 a la Embajada de México el apoyo para gestionar un asilo político y la embajadora Mexicana Raquel Serur, le dio la bienvenida a la sede iniciando indebidamente el proceso del asilo político, impidiendo a la justicia ecuatoriana ejercer su soberano derecho de sancionar al responsable por la comisión de delitos no políticos.

En abierto desafío a los principios de soberanía y al que precisamente el diplomático Mexicano Genaro Estrada (1927-1930) concibió como el de “No intervención en los asuntos internos de otro país y autodeterminación de los pueblos”. El Gobierno de México, traicionando su propio principio, le reiteró la protección diplomática al señor Glas, por lo que el Gobierno Ecuatoriano protestó con razón por la medida otorgada engendra violación a diversos pactos internacionales de los cuales el Estado Mexicano es parte, pero ante la indiferencia de la Embajadora Serur, el Gobierno de Ecuador la declaró persona non grata y le pidió que abandonara el país.

Como respuesta, el Gobierno Mexicano, lejos de atender el caso con prudencia, con cautela y sobre todo con estricto apego a las normas internacionales aplicables como la Convención de Viena, la Convención de Montevideo y la de Caracas entre otras, violando el principio preconizado por México en materia de autodeterminación de los pueblos, decidió entrometerse por conducto de su presidente, en asuntos internos de Ecuador, calificando de nulas las elecciones presidenciales que llevaron al Presidente Noboa a la Primera Magistratura de ese país sudamericano sin que le asistiera el derecho a López Obrador de meterse en asuntos ajenos que solo les incumben a los Ecuatorianos y si acaso es su amigo el señor Glas, que el señor López Obrador en lo personal y no como jefe de Estado hubiera intercedido por su amigo, sin meter en problema al País que representa. Muy mal por el presidente.

Cabe puntualizar que con base en el artículo 22 de la Convención de Viena, el 29 de febrero de este año el Gobierno de Ecuador le solicitó a la Cancillería Mexicana que permitiese la captura del señor Glas, petición que fuera rechazada de manera tajante por lo que Ecuador decidió conforme artículo 9 de la Convención de Viena, declarar persona non grata a la Embajadora Mexicana en Ecuador, lo que conllevó a que el inexperto presidente López Obrador y a la no menos inexperta canciller, concedieran el asilo político al señor Glas, reitero, en abierta violación a las Convenciones internacionales ya citadas.

Lógicamente esto enojó a los Ecuatorianos, quienes impedidos en ejecutar una sentencia y, apegados a diversas disposiciones legales como el artículo 3º de la Convención de Caracas de 1954, sobre asilo diplomático, basados en que el señor Glas es delincuente común y no es perseguido político, y por haber violado la cancillería Mexicana el artículo 1º de la Convención de Montevideo de 1933 sobre asilo político que prohíben conceder asilo a delincuentes de fuero común decidieron irrumpir en la Embajada con apego a la ley para detener a su reo.

Es indudablemente un acto que viola el artículo 42 fracción tercera de la Convención de Viena, ya que los locales de la Misión Diplomática no pueden ser utilizados de manera incompatible con el fin de una sede diplomática que no es lugar para albergar a delincuentes de delitos comunes.

México incumplió con su obligación contraída ante la Organización de las Naciones Unidas de 1996 en el Compromiso Interamericano contra la corrupción, se metió en asuntos que no le competen, pretendió darle asilo político a una persona que no reunía las calidades y ahora pone el grito en el cielo por el allanamiento a la sede diplomática.

Si se hubieran observado los protocolos internacionales, otro sería el escenario. Pero como es claro que para el presidente mexicano la ley no importa, una vez más, nos pone en vergüenza y exacerba el sentimiento patriótico, por andar, como siempre, de candil de la calle y obscuridad de su casa.

Para vergüenzas no ganamos. Los ciudadanos tendrán la decisión el próximo 2 de junio. Queremos seguir con la división y el desprestigio o enderezamos el camino. Ya basta de andar metiendo la pata, metiéndonos en lo que no nos importa y luego hacernos los ofendidos.