/ lunes 1 de abril de 2024

El despotismo desilutrado


El despotismo ilustrado, fue una forma de gobierno concebida a partir de las ideas de la ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII, a raíz de las inconformidades del pueblo con sus sistemas absolutistas de gobierno que dieron origen a las grandes revoluciones contemporánea, surgidas a partir de la revolución Francesa de 1789.

Prusia, España, Suecia e incluso Rusia en tiempos de Catalina II, fueron de los principales exponentes de esta corriente de pensamiento político, social y hasta cierto punto económico, dominante durante esa época, según el cual se pretendía compensar el abuso del poder experimentado años atrás con las nuevas ideas domeñadas por la ilustración propiamente dicha.

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, define a una persona ilustrada como alguien que es culta, educada, docta, sabia, erudita, cultivada.

Históricamente, el empirismo y el racionalismo, son los afluentes del río de la ilustración que surgió como tal poco antes de la revolución francesa de 1789; la ilustración propiamente dicha aseguran los que saben surgió en 1688 y sus representantes nos dejaron profundas huellas que hoy día permanecen indelebles e incluso buena parte de su pensamiento sigue vigente, como es el caso del ilustre pensador Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, filósofo francés, autor de la obra “El espíritu de las leyes” donde estableció el principio tradicional de la división de poderes.

Otros grandes exponentes de la ilustración fueron el suizo Jean Jaques Rousseau, el autor de “El Contrato Social”, Denis Diderot, intelectual Francés autor de la famosa “Enciclopedia” que muchos autores atribuyen a esa obra, el título genérico de la Ilustración o el Enciclopedismo; También forman parte de este movimiento político-filosófico, otro Francés, Voltaire, (François Marie Arouet) quien preconizaba la defensa de la libertad de pensamiento, y el inolvidable Antoine Laurent de Lavoisier, aquél gran biólogo y químico francés, autor de aquella frase que aprendimos desde la enseñanza secundaria: “La materia no se crea ni se destruye, solamente se transforma”.

Esos personajes pusieron las bases del modernismo político. Su postura era muy clara: quitar los barruntos de la dictadura, del despotismo, del abuso del poder, para que se reconociera la libertad condicionada al respeto al orden, mediante el equilibrio de las relaciones entre gobernantes y gobernados.

El título de mi columna pudiere sugerir un gazapo, una equivocación, una travesura de los duendes de las rotativas, pero no, es correcto. Hablo de un despotismo desilustrado. La razón del título obedece a la muy lamentable actitud que ha asumido la actual administración para con diversos sectores de la población que no merecen ser tratados con desdén e incluso con abierto rechazo, como son los niños con cáncer, las madres buscadoras de sus hijos desaparecidos y las mujeres víctimas directas e indirectas de la violencia.

El presidente les negó audiencia a las madres buscadoras; el presidente encabeza un gobierno supuestamente humanista, demócrata y que está en abierta oposición a cualquier reminiscencia del conservadurismo como él le llama, que no es obra cosa que el abuso del poder, pero realmente forma parte de eso; ¿cómo es posible que tenga que ser alguien que pertenece a una de las monarquías más antiguas de Europa como lo es la Española, encabezada por el Rey Felipe VI a recibir y bien valorar a las madres buscadoras?

Un contrasentido absoluto y que pretende justificar el presidente con dos argumentos poco sólidos: uno, que se acercan las elecciones; y el otro, que las relaciones entre México y España no son buenas, porque tiene grabado el recuerdo de la conquista y sus abusos.

En el primero, el presidente lo utiliza como pretexto absurdo. Nada tiene que ver una cosa con la otra, no interfiere con el proceso electoral ni con los comicios el que les dedique un poco de su tiempo a escuchar a esas mujeres sufridas, desesperadas y desoladas, actúa como un perfecto déspota y no solo eso, como un candil de la calle, pregona las ayudas a Venezolanos, Cubanos, Nicargüenses y otros migrantes, disponiendo del dinero de nosotros los mexicanos para pararse indebidamente el cuello habiendo tantas necesidades internas que resolver.

En el segundo, confirma lo que por desgracia aseguró el Presidente Argentino Milei.

Lamentablemente ignora que las cosas con España ya tuvieron su arreglo hace 188 años, cuando se firmó el Tratado Santamaría - Calatrava, llamado así por los signantes: Miguel Santa María (México) y José María Calatrava (España), quienes el 28 de diciembre de 1836 representando respectivamente a la soberanía de México y a la Corona Española, firmaron el Tratado definitivo de Paz y amistad entre México y España poniendo fin a rencillas, rivalidades, odios y malquerencias.

A reserva que el señor presidente tenga otros datos, y respetuosamente como a él le gusta decir, me parece que representa el despotismo desilustrado. Que pena, que vergüenza.



El despotismo ilustrado, fue una forma de gobierno concebida a partir de las ideas de la ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII, a raíz de las inconformidades del pueblo con sus sistemas absolutistas de gobierno que dieron origen a las grandes revoluciones contemporánea, surgidas a partir de la revolución Francesa de 1789.

Prusia, España, Suecia e incluso Rusia en tiempos de Catalina II, fueron de los principales exponentes de esta corriente de pensamiento político, social y hasta cierto punto económico, dominante durante esa época, según el cual se pretendía compensar el abuso del poder experimentado años atrás con las nuevas ideas domeñadas por la ilustración propiamente dicha.

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, define a una persona ilustrada como alguien que es culta, educada, docta, sabia, erudita, cultivada.

Históricamente, el empirismo y el racionalismo, son los afluentes del río de la ilustración que surgió como tal poco antes de la revolución francesa de 1789; la ilustración propiamente dicha aseguran los que saben surgió en 1688 y sus representantes nos dejaron profundas huellas que hoy día permanecen indelebles e incluso buena parte de su pensamiento sigue vigente, como es el caso del ilustre pensador Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, filósofo francés, autor de la obra “El espíritu de las leyes” donde estableció el principio tradicional de la división de poderes.

Otros grandes exponentes de la ilustración fueron el suizo Jean Jaques Rousseau, el autor de “El Contrato Social”, Denis Diderot, intelectual Francés autor de la famosa “Enciclopedia” que muchos autores atribuyen a esa obra, el título genérico de la Ilustración o el Enciclopedismo; También forman parte de este movimiento político-filosófico, otro Francés, Voltaire, (François Marie Arouet) quien preconizaba la defensa de la libertad de pensamiento, y el inolvidable Antoine Laurent de Lavoisier, aquél gran biólogo y químico francés, autor de aquella frase que aprendimos desde la enseñanza secundaria: “La materia no se crea ni se destruye, solamente se transforma”.

Esos personajes pusieron las bases del modernismo político. Su postura era muy clara: quitar los barruntos de la dictadura, del despotismo, del abuso del poder, para que se reconociera la libertad condicionada al respeto al orden, mediante el equilibrio de las relaciones entre gobernantes y gobernados.

El título de mi columna pudiere sugerir un gazapo, una equivocación, una travesura de los duendes de las rotativas, pero no, es correcto. Hablo de un despotismo desilustrado. La razón del título obedece a la muy lamentable actitud que ha asumido la actual administración para con diversos sectores de la población que no merecen ser tratados con desdén e incluso con abierto rechazo, como son los niños con cáncer, las madres buscadoras de sus hijos desaparecidos y las mujeres víctimas directas e indirectas de la violencia.

El presidente les negó audiencia a las madres buscadoras; el presidente encabeza un gobierno supuestamente humanista, demócrata y que está en abierta oposición a cualquier reminiscencia del conservadurismo como él le llama, que no es obra cosa que el abuso del poder, pero realmente forma parte de eso; ¿cómo es posible que tenga que ser alguien que pertenece a una de las monarquías más antiguas de Europa como lo es la Española, encabezada por el Rey Felipe VI a recibir y bien valorar a las madres buscadoras?

Un contrasentido absoluto y que pretende justificar el presidente con dos argumentos poco sólidos: uno, que se acercan las elecciones; y el otro, que las relaciones entre México y España no son buenas, porque tiene grabado el recuerdo de la conquista y sus abusos.

En el primero, el presidente lo utiliza como pretexto absurdo. Nada tiene que ver una cosa con la otra, no interfiere con el proceso electoral ni con los comicios el que les dedique un poco de su tiempo a escuchar a esas mujeres sufridas, desesperadas y desoladas, actúa como un perfecto déspota y no solo eso, como un candil de la calle, pregona las ayudas a Venezolanos, Cubanos, Nicargüenses y otros migrantes, disponiendo del dinero de nosotros los mexicanos para pararse indebidamente el cuello habiendo tantas necesidades internas que resolver.

En el segundo, confirma lo que por desgracia aseguró el Presidente Argentino Milei.

Lamentablemente ignora que las cosas con España ya tuvieron su arreglo hace 188 años, cuando se firmó el Tratado Santamaría - Calatrava, llamado así por los signantes: Miguel Santa María (México) y José María Calatrava (España), quienes el 28 de diciembre de 1836 representando respectivamente a la soberanía de México y a la Corona Española, firmaron el Tratado definitivo de Paz y amistad entre México y España poniendo fin a rencillas, rivalidades, odios y malquerencias.

A reserva que el señor presidente tenga otros datos, y respetuosamente como a él le gusta decir, me parece que representa el despotismo desilustrado. Que pena, que vergüenza.