/ domingo 27 de septiembre de 2020

¿Anaya de nuevo?

En días recientes se anunció con bombo y platillo el regreso de Ricardo Anaya a la vida política de México. El excandidato que obtuvo el porcentaje de votos más bajo en la historia de este partido, quedando a una vergonzosa distancia de 30 puntos de Andrés Manuel López Obrador, quiere volver ser una figura protagónica del PAN, un partido que, como el resto, no ha logrado capitalizar a los desencantados del Presidente de México.

Suena un tanto lógico, pero al parecer los Presidentes y las cúpulas partidistas no lo terminan de entender: reciclar personajes políticos, no hará que se recupere la confianza de la ciudadanía. Las personas quieren liderazgos sociales, se agotó el tiempo de los políticos y más el tiempo de los políticos de siempre. El modelo democrático en México y en general, en América Latina está en crisis. Las instituciones tienen una crisis aguda de representatividad, estudios como Latinobarómetro no paran de señalar que los partidos políticos, los senadores, los diputados y en general la clase política tiene alarmantes índices de desaprobación social.

En el año 2019 la región vivió “La Primavera Latinoamericana”, una oleada de levantamientos sociales detonados por el descontento ante la desigualdad económica, problemas políticos y de corrupción, entre otros, que visibilizaron el hartazgo social hacia un sistema político y económico que no resuelve las principales dolencias de las personas.

En México, recientemente tuvimos la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por parte de colectivos feministas y agrupaciones de familiares de desparecidos y víctimas de violencia. Hace unos meses, tuvimos levantamientos violentos a causa del abuso y complicidad de las autoridades municipales y estatales de Jalisco, ante el asesinato de Giovanni López, y más recientemente, la instalación del contingente del movimiento de derechas, FRENA en el zócalo capitalino, entre otros.

Los partidos políticos y las instituciones públicas claramente han fallado en la búsqueda y formación de nuevos liderazgos capaces de hacer frente a los nuevos retos políticos y sociales de la región. Las dinámicas tradicionales y los vicios y malas prácticas del poder, siguen trazando la ruta y acciones de la política en el marco de un modelo agotado. El PAN no necesitaba el regreso de Ricardo Anaya, el PAN y en general, la oposición en México, necesita una transformación profunda de su modelo partidario, financiero, político, electoral y social.

Urge mostrar con acciones la voluntad de los partidos de hacer las cosas de manera diferente, dejando de lado el derroche y la opacidad de gastos electorales, oxigenando a los partidos con la apertura de nuevos liderazgos, eliminando cuotas de poder, apostando a la captación y formación de nuevos talentos y centrando los recursos y acciones en el bienestar de la ciudadanía. Redefínanse e innoven antes de que sea demasiado tarde.


Gladys Pérez Martínez, politóloga

Twitter: @glapem_

Instagram: @glapem_

En días recientes se anunció con bombo y platillo el regreso de Ricardo Anaya a la vida política de México. El excandidato que obtuvo el porcentaje de votos más bajo en la historia de este partido, quedando a una vergonzosa distancia de 30 puntos de Andrés Manuel López Obrador, quiere volver ser una figura protagónica del PAN, un partido que, como el resto, no ha logrado capitalizar a los desencantados del Presidente de México.

Suena un tanto lógico, pero al parecer los Presidentes y las cúpulas partidistas no lo terminan de entender: reciclar personajes políticos, no hará que se recupere la confianza de la ciudadanía. Las personas quieren liderazgos sociales, se agotó el tiempo de los políticos y más el tiempo de los políticos de siempre. El modelo democrático en México y en general, en América Latina está en crisis. Las instituciones tienen una crisis aguda de representatividad, estudios como Latinobarómetro no paran de señalar que los partidos políticos, los senadores, los diputados y en general la clase política tiene alarmantes índices de desaprobación social.

En el año 2019 la región vivió “La Primavera Latinoamericana”, una oleada de levantamientos sociales detonados por el descontento ante la desigualdad económica, problemas políticos y de corrupción, entre otros, que visibilizaron el hartazgo social hacia un sistema político y económico que no resuelve las principales dolencias de las personas.

En México, recientemente tuvimos la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por parte de colectivos feministas y agrupaciones de familiares de desparecidos y víctimas de violencia. Hace unos meses, tuvimos levantamientos violentos a causa del abuso y complicidad de las autoridades municipales y estatales de Jalisco, ante el asesinato de Giovanni López, y más recientemente, la instalación del contingente del movimiento de derechas, FRENA en el zócalo capitalino, entre otros.

Los partidos políticos y las instituciones públicas claramente han fallado en la búsqueda y formación de nuevos liderazgos capaces de hacer frente a los nuevos retos políticos y sociales de la región. Las dinámicas tradicionales y los vicios y malas prácticas del poder, siguen trazando la ruta y acciones de la política en el marco de un modelo agotado. El PAN no necesitaba el regreso de Ricardo Anaya, el PAN y en general, la oposición en México, necesita una transformación profunda de su modelo partidario, financiero, político, electoral y social.

Urge mostrar con acciones la voluntad de los partidos de hacer las cosas de manera diferente, dejando de lado el derroche y la opacidad de gastos electorales, oxigenando a los partidos con la apertura de nuevos liderazgos, eliminando cuotas de poder, apostando a la captación y formación de nuevos talentos y centrando los recursos y acciones en el bienestar de la ciudadanía. Redefínanse e innoven antes de que sea demasiado tarde.


Gladys Pérez Martínez, politóloga

Twitter: @glapem_

Instagram: @glapem_

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