/ jueves 3 de septiembre de 2020

Analco: al otro lado del río

Los documentos históricos, aún en el siglo XIX, describen al Río San Juan de Dios como un afluente de agua transparente y peces de colores para el solaz de la Guadalajara industrial, comercial y universitaria surgida entrado el siglo XX. El entubamiento del Río ha sido una muestra de lo que nos diferencia como país capaz de desecar sus principales afluentes bajo la influencia de Porfirio Díaz en la Ciudad de México, donde los ríos con embarcaciones para trasladarse de una región urbana a otra, son parte de la memoria histórica de hace más de 100 años.

El padecimiento del área metropolitana se ha extendido para convertir aquel río memorable en un drenaje contaminante con los mejores escenarios paisajísticos de Gerardo Murillo, el “Sr. Atl”, como la Barranca de Oblatos o Huentitán y otros paisajes con ese mismo derrotero, como El Salto de Juanacatlán, el Río Atemajac y los manantiales de Los Colomos, así como los escurrimientos del poniente del área metropolitana principalmente en Jardines del Bosque.

Sin embargo, la tradición de los barrios más antiguos de Guadalajara como Analco persiste al recordar que este es el barrio más antiguo de Guadalajara, no sólo porque dividió la clase social artstócrata de los criollos conquistadores frente a la fuerza de trabajo nativa que permaneció “al otro lado del río”, es decir un Analco proveedor de la fuerza de trabajo necesaria para la construcción de la primera catedral de Guadalajara y en ese momento Basílica Lateralense de San Sebastián de Analco, la cual data del siglo XVI y cuya proyección estuvo a cargo de frailes franciscanos en 1542. Por ello, se puede considerar registrada la Fundación de la ciudad de Guadalajara en ese barrio, la cual no hubiese sido posible sin la fuerza de trabajo indígena en los barrios originales de Mexquitán, “lugar de los mesquites”; Mexicaltzingo, “casita de los mexicanos”; Huentitán, “lugar donde se hacen ofrendas”, igual que otros poblados indígenas de la época.

Existen otros núcleos habitacionales absorbidos por la gran mancha metropolitana que conservan su aroma de barrios antiguos, como San Andrés o la antigua delegación municipal de Atemajac. Otros barrios históricos se formaron con vivienda obrera en torno a las factorías de principios del siglo XX. La fábrica de textiles de Atemajac impulsó vivienda proletaria, asentada actualmente como patrimonio edificado en el populoso barrio de “El Batán”.

Por otra parte, en todos esos barrios existen edificaciones patrimoniales que vale la pena conservar, como “El Puente de Las Damas” en Mexicaltzingo igual que “Las 9 Esquinas” o las basílicas católicas que se conservan como centro temático de la evangelización efectuada por los misioneros acompañantes de Cristobal de Oñate y Nuño de Guzmán en el siglo XVI.

Barrios todos, dignos de conocerse y rememorarse como el de Analco con su “Patio de Los Ángeles” hoy centro cultural y barrial donde deberíamos redescubrir también los famosos pasadizos subterráneos hacia la Catedral de Guadalajara y, seguramente, refugio no sólo de los españoles en la evangelización sino también de los creyentes en la documentada Guerra Cristera cuyo eje principal se dió en Jalisco.

En otras palabras, tenemos mucho para recuperar y estudiar desde nuestros barrios tradicionales del Área Metropolitana de Guadalajara.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com

Los documentos históricos, aún en el siglo XIX, describen al Río San Juan de Dios como un afluente de agua transparente y peces de colores para el solaz de la Guadalajara industrial, comercial y universitaria surgida entrado el siglo XX. El entubamiento del Río ha sido una muestra de lo que nos diferencia como país capaz de desecar sus principales afluentes bajo la influencia de Porfirio Díaz en la Ciudad de México, donde los ríos con embarcaciones para trasladarse de una región urbana a otra, son parte de la memoria histórica de hace más de 100 años.

El padecimiento del área metropolitana se ha extendido para convertir aquel río memorable en un drenaje contaminante con los mejores escenarios paisajísticos de Gerardo Murillo, el “Sr. Atl”, como la Barranca de Oblatos o Huentitán y otros paisajes con ese mismo derrotero, como El Salto de Juanacatlán, el Río Atemajac y los manantiales de Los Colomos, así como los escurrimientos del poniente del área metropolitana principalmente en Jardines del Bosque.

Sin embargo, la tradición de los barrios más antiguos de Guadalajara como Analco persiste al recordar que este es el barrio más antiguo de Guadalajara, no sólo porque dividió la clase social artstócrata de los criollos conquistadores frente a la fuerza de trabajo nativa que permaneció “al otro lado del río”, es decir un Analco proveedor de la fuerza de trabajo necesaria para la construcción de la primera catedral de Guadalajara y en ese momento Basílica Lateralense de San Sebastián de Analco, la cual data del siglo XVI y cuya proyección estuvo a cargo de frailes franciscanos en 1542. Por ello, se puede considerar registrada la Fundación de la ciudad de Guadalajara en ese barrio, la cual no hubiese sido posible sin la fuerza de trabajo indígena en los barrios originales de Mexquitán, “lugar de los mesquites”; Mexicaltzingo, “casita de los mexicanos”; Huentitán, “lugar donde se hacen ofrendas”, igual que otros poblados indígenas de la época.

Existen otros núcleos habitacionales absorbidos por la gran mancha metropolitana que conservan su aroma de barrios antiguos, como San Andrés o la antigua delegación municipal de Atemajac. Otros barrios históricos se formaron con vivienda obrera en torno a las factorías de principios del siglo XX. La fábrica de textiles de Atemajac impulsó vivienda proletaria, asentada actualmente como patrimonio edificado en el populoso barrio de “El Batán”.

Por otra parte, en todos esos barrios existen edificaciones patrimoniales que vale la pena conservar, como “El Puente de Las Damas” en Mexicaltzingo igual que “Las 9 Esquinas” o las basílicas católicas que se conservan como centro temático de la evangelización efectuada por los misioneros acompañantes de Cristobal de Oñate y Nuño de Guzmán en el siglo XVI.

Barrios todos, dignos de conocerse y rememorarse como el de Analco con su “Patio de Los Ángeles” hoy centro cultural y barrial donde deberíamos redescubrir también los famosos pasadizos subterráneos hacia la Catedral de Guadalajara y, seguramente, refugio no sólo de los españoles en la evangelización sino también de los creyentes en la documentada Guerra Cristera cuyo eje principal se dió en Jalisco.

En otras palabras, tenemos mucho para recuperar y estudiar desde nuestros barrios tradicionales del Área Metropolitana de Guadalajara.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com