Cuando el nombre de Ángeles Mastretta suena, a la mente vienen muchos calificativos, quizás los más comunes hablarán de una de las grandes figuras de la literatura mexicana, otras llevarán al drama, a esas novelas que hablan de mujeres fuertes y que se levantan ante la adversidad, como Arráncame la vida o Mujeres de ojos grandes.
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Ahora, la autora llegó a la FIL para formar parte del evento Mil jóvenes con...uno en el que la escritora charló con sus nuevos, y veteranos lectores.
Efusiva, sonriente y agitando los brazos, así llegó Ángeles para convivir con sus lectores, que la recibieron con un jubiloso aplauso. Para presentarla estuvo el presidente de la Feria, Raúl Padilla.
"Esto de mil jóvenes me tenía nerviosa, no sé por qué. Las mujeres ahora estamos de moda y yo desde hace mucho tenía esa idea, pero antes había literatura femenina y literatura, pero ahora ya nos dimos el gusto de formar parte de la literatura. Yo era una señora que se quería ganarme la vida, no entretenerme", compartió Mastretta.
Y es que contó como antes parecía que las mujeres que escribían era por ocio, como bordar o cantar en la cocina, ella quería quitar ese peso y demostrar que hay un gran talento. Ahora, con esa moda de la que hablan, han ido abriendo barreras, ganando prestigio y el reconocimiento que merecen.
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Mastretta prosiguió la charla diciendo que estaba con ganas de hacer como en un concierto, iba a complacer a su público leyendo el momento que quisieran del libro Mujeres de ojos grandes, pues ese compilado es el que la llevaba a estar en esta presentación.
Mientras leía, varias de sus lectores la seguían en sus libros, que con orgullo mostraban, querían que se viera que leían a Mastretta, que la admiran, la aprecian y les divierte. En el ambiente se sentía una complicidad de ida y vuelta, una buena onda, como no se ve todos los días.
Sobre la vigencia de sus personajes, como el de la valiente Tía Chila que encaró a su marido, dijo que cuando la creó, sintió que iba a perder vigencia, porque por estos tiempos ya no iba a haber maridos que golpearan o novios. Y así comenzó a reflexionar.
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"Cuando lo escribí pensaba que era anticuado, pero resulta que está vivo, es peligroso, hay que hacerse de un valor. Las mujeres de los 70 somos la única generación que ha podido cojer libremente, porque ustedes en las relaciones ya deben meterse condón en la vida ajena. A mí no me enseñaron eso y nunca lo necesité. Yo viví en la generación de antes del SIDA. A mí me maravilla que dos muchachos y muchachas de 15, 30, 40 años, tengan que abrir una especie de paquete de galletas y hacer el amor", las risas se desataron en el Auditorio Juan Rulfo.
