Feliz de regresar a la zona del Parque Morelos, así estaba Jesús Mora López, dueño de uno de los negocios de nieves raspadas más antiguo de la zona y que debido a que por la pandemia y otras situaciones tuvo que cambiar de lugar en donde no tenía estacionamiento. Muchas familias comenzaron su historia en este negocio.
“Tenemos clientes que aquí se hicieron novios, se casaron y ya hasta tienen hijos, así, tenemos generaciones de la secundaria tres de señoritas que hacen aquí reuniones”, recuerda emocionado al ver su negocio lleno de personas.
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A una semana de la reapertura de su negocio la alegría era evidente ya que regresaba al lugar más emblemático de estas nieves raspadas y “aquí es más grande, más gente nos ve, hemos tenido buena aceptación, el domingo no cabía la gente y tuvimos que abrir la parte de arriba” aunque aún no está habilitada al 100% esa área, sí fue funcional.
Esta nueva era presentaran nuevos sabores y a la fecha tiene 60 diferentes, lo cual contrasta con los ocho que tenían hace casi 100 años que se abrió por primera vez este negocio en este emblemático parque y que tiene un nuevo impulso con las obras de la Ciudad Creativa Digital.
La importancia del negocio es que -le contaron- qué productos como el kiwi o el arrayán no lo conocían muchas personas y “nosotros somos los que le dimos auge esas frutas, al inicio nadie las usaba, ahora con el nopal” también marcan tendencias, dice con orgullo al hablar de su negocio familiar.
“Es un negocio muy bonito, muy blanco, se conoce a mucha gente, muchas muchachas (mientras sonríe) es un aliciente platicar con muchas muchachas aquí” y a sus clientes les dice que ya tiene estacionamiento ya que antes no lo tenía.
Dijo que al ser un producto natural y popular los precios no son altos y en su caso el más caro es de 30 pesos, esto lo hacen para que no se pierda la tradición, para no lesionar la economía de sus clientes y seguir fomentando esa convivencia social.
Sergio Carrillo, presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico dé Guadalajara, mencionó que es uno de los negocios emblemáticos de la ciudad y el negocio ya casi llega a 100 años y es un negocio modelo para generar empleos, de permanencia y que pudo superar la etapa dura de la pandemia.
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Con este tipo de negocios se ayuda para que llegue gente, turistas, le dan vida a la zona y son la base de negocios más pequeños, lejanos ya que las mieles se venden a granel y la esencia del Parque Morenos invade otros sitios incluso de estados vecinos.
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