/ viernes 7 de septiembre de 2018

Niños, el presente de la humanidad

Los niños del mundo padecen diversas clases de abusos: hambre y la desnutrición que se deriva de ésta, así como diferentes clases de enfermedades, violencia de todo tipo y en todo lugar, incluso en el medio familiar y social, amenazas, persecuciones, tensiones nerviosas y un interminable etcétera.

Tengo claro que no todos los infantes sufren los mismos males, pero también sé que, por su vulnerabilidad, la mayoría de ellos viven expuestos a numerosos riesgos físicos y psicológicos que atentan contra su salud, bienestar y tranquilidad.

Todos sabemos que los niños de México y de cualquier parte del mundo tienen derecho a vivir protegidos; sin embargo, a diario leemos informaciones que demuestran que la niñez se encuentra en un lamentable estado de indefensión, lo que demuestra que las autoridades de gobierno no han sido capaces de garantizar sus derechos básicos.

Es justamente por esa falta de protección que miles de menores de ambos sexos son víctimas del trabajo infantil, de la trata con fines de explotación sexual que practican las redes organizadas de prostitución, de los conflictos armados en los que cientos de miles de ellos son secuestrados, reclutados y forzados a tomar las armas, robándoles su infancia al sumarlos como soldados a los horrores de la guerra.

El caso de los niños migrantes y refugiados merece atención especial por parte de las autoridades de todos los países y de la comunidad internacional, pues se trata de grupos que presentan necesidades de protección especiales, particularmente los que están solos, refiere Amnistía Internacional en su libro Refugiados: los derechos humanos no tienen fronteras.

Tenemos el caso de los niños migrantes que diariamente son detenidos en Estados Unidos, muchos de los cuales han narrado a los medios de comunicación sus dolorosas experiencias en los centros de retención de menores. Algunas de estas historias van desde los presuntos casos de abuso sexual hasta el frío extremo y el consumo de agua en mal estado.

De acuerdo con una nota de Reuters, actualmente El Salvador investiga "a través de la red consular y con abogados particulares los casos [de abuso sexual] que habrían ocurrido en albergues del estado de Arizona", en perjuicio de niños originarios de ese país centroamericano.

El texto de la agencia noticiosa antes mencionada aporta cifras que nos permiten dimensionar el problema de los niños migrantes: “Entre abril y junio, más de 2,000 niños inmigrantes centroamericanos y mexicanos fueron separados de sus padres en la frontera entre México y Estados Unidos como parte de una política de ‘tolerancia cero’ a la inmigración ilegal, impulsada por el Gobierno del presidente Donald Trump".

Esto sucede a pesar de que cada día son más las disposiciones legales que protegen a los niños y niñas del mundo, y de que conforme transcurre el tiempo se multiplican los organismos protectores de los derechos humanos de los menores, cuyas acciones están orientadas a disminuir el sufrimiento de los niños y la vulneración de sus derechos.

Quiero señalar que la difícil situación que afecta a los niños que tienen necesidad de desplazarse de un lugar a otro, dentro y fuera de sus fronteras, se deriva de las condiciones sociales y económicas de sus países de origen, cuyas autoridades no han logrado generar las condiciones adecuadas que inhiban la necesidad de emigrar de sus habitantes.

En mi opinión, la problemática en cuestión tiene que ver con la forma en que se ha conceptuado siempre a la población infantil, de la que se ha dicho una y otra vez que es el futuro de nuestra sociedad. Al considerarlos así, postergamos la solución de sus problemas y necesidades para el futuro, sin darle a los mismos la atención que merecen recibir en el presente.

Pero no todos ven a los niños como el futuro de la humanidad. El Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García ha dicho en más de una ocasión que los niños son el presente, con preocupaciones, derechos y aspiraciones que no pueden posponerse para el futuro, sino que deben atenderse justo ahora, como él lo ha venido haciendo desde que por voluntad divina asumió la dirección de la Iglesia La Luz del Mundo.

Esto mismo deberían hacer los gobiernos del mundo, y también los padres de familia, si es que queremos que la niñez mundial tenga un futuro de oportunidades, libre de los gravísimos problemas que hoy por hoy la aquejan.


Twitter: @armayacastro

Los niños del mundo padecen diversas clases de abusos: hambre y la desnutrición que se deriva de ésta, así como diferentes clases de enfermedades, violencia de todo tipo y en todo lugar, incluso en el medio familiar y social, amenazas, persecuciones, tensiones nerviosas y un interminable etcétera.

Tengo claro que no todos los infantes sufren los mismos males, pero también sé que, por su vulnerabilidad, la mayoría de ellos viven expuestos a numerosos riesgos físicos y psicológicos que atentan contra su salud, bienestar y tranquilidad.

Todos sabemos que los niños de México y de cualquier parte del mundo tienen derecho a vivir protegidos; sin embargo, a diario leemos informaciones que demuestran que la niñez se encuentra en un lamentable estado de indefensión, lo que demuestra que las autoridades de gobierno no han sido capaces de garantizar sus derechos básicos.

Es justamente por esa falta de protección que miles de menores de ambos sexos son víctimas del trabajo infantil, de la trata con fines de explotación sexual que practican las redes organizadas de prostitución, de los conflictos armados en los que cientos de miles de ellos son secuestrados, reclutados y forzados a tomar las armas, robándoles su infancia al sumarlos como soldados a los horrores de la guerra.

El caso de los niños migrantes y refugiados merece atención especial por parte de las autoridades de todos los países y de la comunidad internacional, pues se trata de grupos que presentan necesidades de protección especiales, particularmente los que están solos, refiere Amnistía Internacional en su libro Refugiados: los derechos humanos no tienen fronteras.

Tenemos el caso de los niños migrantes que diariamente son detenidos en Estados Unidos, muchos de los cuales han narrado a los medios de comunicación sus dolorosas experiencias en los centros de retención de menores. Algunas de estas historias van desde los presuntos casos de abuso sexual hasta el frío extremo y el consumo de agua en mal estado.

De acuerdo con una nota de Reuters, actualmente El Salvador investiga "a través de la red consular y con abogados particulares los casos [de abuso sexual] que habrían ocurrido en albergues del estado de Arizona", en perjuicio de niños originarios de ese país centroamericano.

El texto de la agencia noticiosa antes mencionada aporta cifras que nos permiten dimensionar el problema de los niños migrantes: “Entre abril y junio, más de 2,000 niños inmigrantes centroamericanos y mexicanos fueron separados de sus padres en la frontera entre México y Estados Unidos como parte de una política de ‘tolerancia cero’ a la inmigración ilegal, impulsada por el Gobierno del presidente Donald Trump".

Esto sucede a pesar de que cada día son más las disposiciones legales que protegen a los niños y niñas del mundo, y de que conforme transcurre el tiempo se multiplican los organismos protectores de los derechos humanos de los menores, cuyas acciones están orientadas a disminuir el sufrimiento de los niños y la vulneración de sus derechos.

Quiero señalar que la difícil situación que afecta a los niños que tienen necesidad de desplazarse de un lugar a otro, dentro y fuera de sus fronteras, se deriva de las condiciones sociales y económicas de sus países de origen, cuyas autoridades no han logrado generar las condiciones adecuadas que inhiban la necesidad de emigrar de sus habitantes.

En mi opinión, la problemática en cuestión tiene que ver con la forma en que se ha conceptuado siempre a la población infantil, de la que se ha dicho una y otra vez que es el futuro de nuestra sociedad. Al considerarlos así, postergamos la solución de sus problemas y necesidades para el futuro, sin darle a los mismos la atención que merecen recibir en el presente.

Pero no todos ven a los niños como el futuro de la humanidad. El Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García ha dicho en más de una ocasión que los niños son el presente, con preocupaciones, derechos y aspiraciones que no pueden posponerse para el futuro, sino que deben atenderse justo ahora, como él lo ha venido haciendo desde que por voluntad divina asumió la dirección de la Iglesia La Luz del Mundo.

Esto mismo deberían hacer los gobiernos del mundo, y también los padres de familia, si es que queremos que la niñez mundial tenga un futuro de oportunidades, libre de los gravísimos problemas que hoy por hoy la aquejan.


Twitter: @armayacastro