/ miércoles 6 de marzo de 2019

La lucha de la luz y la sombra

Armando Maya Castro


“Un esfuerzo de visión total de una ambición soberbia”, eso es lo que supone para Luis Jesús Galindo Cáceres observar al mundo contemporáneo en el que abunda la información “sobre una complejidad organizada en variados planos y niveles, multidimensional, polifónica y ante ella, la pretensión de saberlo todo de alguna manera”.

Al hablar sobre la relación entre ciencia y heurística (arte de aumentar el conocimiento), afirma que esta última “es la base de la ciencia y su continuación”, y que cuando indaga lo hace de un modo más libre, con respeto a la intuición en todas sus operaciones. Y abunda el autor en referencia: “ciencia y heurística se necesitan, una más jurídica, otra más artística, y ambas enlazadas en la interacción entre indagadores y procesos, entre intenciones y resultados, entre descubrimientos y catálogos, inmiscuidas en la trama y la urdimbre de la comunicación".

Para el escritor de 21 libros y más de ciento setenta artículos publicados en trece países de América y Europa, “las miradas que observan a los mundos contemporáneos son muy diversas, las formas que las agrupan son parte del ejercicio de la mirada que mira a las miradas”, expone Galindo Cáceres, para enseguida señalar que este tipo de observación, al que califica de segundo orden, “es el campo estricto de le observación metodológica.

Cuando analiza el tema de la metodología, el autor señala que actualmente pensar a la metodología es “más complejo y profundo que antes, más diverso, intenso, estético, lúdico”. En ese mismo sentido, afirma que “el método es el camino general de este movimiento, y las técnicas son las operaciones concretas en cada paso.

Más adelante nos dice que la metodología y la tecnología de la investigación social son partes importantes del árbol de búsqueda, y destaca la importancia de la metodología y la tecnología en el proceso de investigación. Explica, además, que “entre más pobre su árbol de búsqueda más pobre su exploración, o cuando menos más pobre su espacio de posibilidades de exploración”.

En lo que respecta a la indagación, el autor nos dice que los caminos para el logro de ésta dependen de la intención particular del sujeto de la acción, y del contexto de referencia.

Al hablar de la investigación como proceso creativo, señala que “el reto básico en la investigación es la creatividad, la capacidad de configurar posibilidades a partir de posibilidades”, pues para él “la investigación es un proceso de creatividad reflexivo”. Dentro del proceso en cuestión, “el investigador es un creador altamente reflexivo, un observador que nunca pierde detalle de lo que sucede a su interior y de lo que acontecen su exterior”. Esto último es elemental en el quehacer periodístico, que tiene por objeto informar a la sociedad después de haber investigado.

El autor del texto La lucha de la luz y la sombra define el “investigar” no sólo como conocimiento desde cierta perspectiva; explica que investigar “es hacer en el sentido de las posibilidades que abre el proceso de observación reflexiva que tanto el investigador como los otros actores sociales promueven en su acción creadora”.

En su importante labor, “el investigador no sólo requiere conocer lo que pasa, aunque ese es siempre su punto de partida”. Hay algo más, nos dice Galindo Cáceres, y es bien elemental, diría yo: en cuanto obtiene un registro, inicia inmediatamente la organización de la información para entender por qué se registró en determinada manera lo investigado.

Para este autor es muy importante la cultura de la investigación, tan necesaria para entender el por qué y para qué investigamos. Para él, la búsqueda del investigador tiene como objetivo “entender lo que sustenta lo que aparece, lo que organiza y compone lo diverso y único en ciertas formas generales”.

Lo importante no es lo que el investigador sabe de los otros, sino el diálogo y la concertación con los demás sobre lo que a todos compete. Lo ideal siempre será una investigación donde se privilegie el diálogo y la escucha, y que éstos sean el centro del trabajo reflexivo.

Los actores sociales requieren cierta cultura de información, que les permita relacionarse y vivir en sociedad, pues ésta “adquiere su verdadera profundidad cuando se la observa en sectores sociales distintos y en forma comparativa”. La información, insiste Galindo, depende de la comunicación, por ello afirma que la investigación social se modifica con el aumento en la cultura de comunicación.

Los actores sociales pueden ser observados como objetos y como subjetividades que deciden y tienen capacidad de razonar sobre sí mismos, lo que los hace más libres y autónomos. El observador solitario y los observados reflexivos pueden observarse observando, y pueden comunicarse en dicha situación reflexiva.


Twitter: @armayacastro