Como en el proceso de la creación, que un litro llegue a su destino en un hogar de la Zona Metropolitana es una verdadera travesía, desde que sale del Lago de Chapala o la presa de Calderón pasa por varios sitios donde pudiera quedarse literalmente tirado: El acueducto de más de 30 años de vida y múltiples fugas en su camino, más que una supercarretera es una pista de alto riesgo; luego siguen los entronques, las plantas de tratamiento y distribución que son las mismas desde hace décadas y finalmente las tuberías de la ciudad que en un 60%siguen siendo de asbesto o cemento, otro 15 por ciento son de PVC y el resto de polietileno y acero.
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El Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC) en un estudio sobre el derroche de agua deja en claro que es responsabilidad “ de los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto respetar el ciclo socio natural del agua e incluir en el modelo de gestión y sus políticas como ejes rectores a la naturaleza, la salud, la vida, la participación de las personas en la toma de decisiones y el respeto de los derechos humanos”.
Solo el 60 por ciento llega a la ciudad
La Zona Metropolitana de Guadalajara tiene dos fuentes de abastecimiento, pero un largo recorrido del agua hasta la ciudad. De la Presa Calderón son 27.6 kilómetros y del Lago de Chapala 57.7 kilómetros. El diagnóstico de los especialistas es que se tira cerca de una tercera parte del agua y algo similar ocurre con la mitad del agua de lluvia, que literalmente se va al caño.
Así es que se podrá decir que hay suficiente, pero tendremos que estar expectantes de qué cantidad de ella llega realmente a su destino. El Secretario de Gestión Integral del Agua, Jorge Gastón González ha reconocido que el temporal de lluvias del 2022 dejó tanto a la presa Calderón como al Lago de Chapala en un nivel cercano al 73 por ciento de su capacidad. Chapala por ejemplo tiene más de los 236 millones cúbicos asignados para consumo y es por ello que descarta tandeos y falta de agua en las casas.
Las fugas de agua
En su largo recorrido los primeros puntos de riesgo son los acueductos que datan de ya más de 30 años y que en sus tramos tienen varios orificios, algunos de ellos hechos por accidente y otros de manera intencional justo para sustraer agua. Esto ocurre a pesar del monitoreo que se mantiene en la zona.
Después van a los tanques de almacenamiento, limpieza y distribución, donde el agua es sometida a procesos de cloración. Y de ahí sale a las tuberías de la ciudad, donde a decir de IMDEC se da el mayor derroche de agua y muestra de ello es que durante los últimos siete años se reportaron entre 37 mil y hasta 44 mil fugas por año.
La gran mayoría de ellas se dan en los largos trayectos, un 10 por ciento ya en las tomas de conexión a las empresas o casas habitación, donde incluso el SIAPA ha tenido que devolver en los últimos años hasta 215 mil pesos, como fue el caso de septiembre de 2021, en una sola cuenta. Ese año se reportaron 353 casos donde el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) tuvo que reconocer la fuga y hacer obligados ajustes en cobros a los usuarios.
Sobre todo destacan que solo algunas de estas fugas son perceptibles por medio de la vista o humedades en domicilios particulares, el resto son profundas y no se detectan sino hasta que hay hundimientos o daños estructurales, por lo tanto tardan semanas y hasta meses en percibirse y arreglarse.
En un ejercicio del año 2019, que fue donde las cifras quedaron más claras y cuando se transparentaba aún toda la información, IMDEC realizó un cálculo conforme al supuesto de que el tamaño de la fuga sea de 1/6“ y con base a esta presión se explicó “estaríamos perdiendo 1.36 litros por día, a costo actual por litro estaríamos perdiendo aproximadamente 20 pesos diarios por fuga y al mes equivaldría a 613 pesos por fuga. Obviamente sabemos que estas fugas no se reparan al día siguiente que se reportan, mientras que hay otras que ni siquiera se reportan porque no son visibles.
Entonces, suponiendo que las fugas durarán un solo día estaríamos perdiendo 24 millones 949 mil 100 pesos y considerando que entonces se reportaron 40 mil 722 fugas, estaríamos hablando de pérdidas económicas anuales pueden llegar a 750 millones de pesos aproximadamente. La explicación es sencilla, más del 60 por ciento de la tubería a estas fechas es antigua y de cemento o asbesto, este material incluso ya prohibido por al menos 50 países en el mundo.
Otro 15.1 por ciento son de PVC, que es un material frágil; 10.2 por ciento de polietileno y apenas un 5.9 por ciento de acero. La conclusión es que Guadalajara necesita urgentemente una cirugía mayor en sus venas, por donde corre el agua, de la que cada vez menos llega a su destino.
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