/ lunes 6 de mayo de 2024

Liberador, atrevido y sin prejuicios: El arte del Pole Dance

Disciplina que reta todos los sentidos y emociones desde la autoestima baja, además de que es bastante ruda

Cuando una mujer decide acudir a clases de pole dance y al verse por primera vez al espejo “te das cuenta de lo fuerte y de lo capaz para hacer lo que quieres, pero también de que el autoestima estaba por los suelos”, pero no sólo eso sino que se enfrenta a una serie de tabúes, mitos, leyendas y prejuicios en una sociedad moralista como la tapatía.

Es una disciplina que reta a todos los sentidos y emociones desde la autoestima baja por el físico, por las relaciones de pareja, pero también es muy ruda ya que deja moretones en un comienzo y se tienen muchas caídas que dejan marcas pero el consejo que se les da en que digan que “son besos del pole dance” pero siempre se ponen colchonetas y se cuidan entre ellas para evitar el número de caídas.

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Lo pueden practicar desde niñas hasta adultos mayores hay casos de personas de 64 años que lo realizan de forma natural a pesar de la edad que tienen y de los prejuicios que pudiera tener por la formación que tuvo.

La vida cambia socialmente ya no les importa si hablan bien o mal, es su cuerpo y lo van formando a su paso, familiar y de pareja, pero sobre todo se gana “seguridad, confianza, el ver el cuerpo da más confianza porque siempre lo tenemos cubierto y siempre hay una parte que no nos gusta, pero aquí es forzoso tener descubiertas como brazos, abdomen, piernas para poder hacer las figuras”.

Ver constantemente cómo evoluciona su cuerpo, que se pueden subir al tubo, que logran metas poco a poco dan esa seguridad para verse con normalidad y ya no es como decir "ay, mi panza" o "mis brazos", "mis pies", pero haciendo a un lado la pena la piel empieza a salir poco a poco y a sostenerse del tubo. En todo esto es importante la seguridad que da la instructora y las palabras de motivación porque “todas tenemos inseguridades”.

Tomar la decisión de acudir a un espacio para comenzar a practicar el pole dance implica primero tener que romper una serie de tabúes y prejuicios sociales. Foto. Cortesía / Erika Ramírez

Rompiendo los tabúes y los prejuicios que las ataban

Tomar la decisión de acudir a un espacio para comenzar a practicar el pole dance implica primero tener que romper una serie de tabúes y prejuicios sociales a través de los cuales se critica a las mujeres desde el momento en el que ingresan al local en donde lo enseñan.

Lo más difícil es romper esos prejuicios y entre ellos es que mucha gente cree que sólo es para mujeres o “está hecho para quienes se van a dedicar a trabajar en teibol dance o que sólo lo pueden realizar chicas con determinado físico o determinada apariencia o muchas veces llegan y me preguntan si creo que por su condición física lo pueden hacer, son los principales obstáculos que hay que superar", mencionó Erika Ramírez, propietaria de la academia Dance Fly ubicada en la Colonia Oblatos.

Pero también al verse por primera vez al espejo “solemos ser muy negativas hacia nosotras mismas, en un principio es normal porque es algo que no sueles hacer, pero es un despertar y decir ésta soy yo en todo mi esplendor, pero como convives tanto contigo, con tu cuerpo y con las demás personas, se vuelve hasta un momento bonito y decir ésta soy yo y todo lo que mi cuerpo puede hacer”.

Melisa lleva nueve meses practicando pole dance para poder hacer ejercicio porque en la pandemia subió de peso, hasta los 110 kilos y ese fue uno de los motivos para intentar hacer piruetas, malabares y deslizarse desde lo alto del tubo, pero sobre todo porque se quería demostrar que lo podía hacer.

El primer prejuicio en romper, en este caso, fue el de “tu cuerpo, el de no voy a poder y el de las demás pueden más que yo, esos son los que tuve que romper yo” pero también converse de cruzar por primera vez la puerta del lugar con las miradas inquisidoras de la gente que pasa o vive en la zona.

Lizbeth Delgado Casillas, de 29 años la primera vez que llegó fue para experimentar que se siente hacer esos ejercicios y “al asomarme y ver a la gente con poca ropa fue preguntarme, ¿yo me voy a meter ahí?” con eso surgió un tabú más pero una vez dentro “ves que es más que eso, que personas con poca ropa, es como una prueba para uno misma, sacas una fuerza para hace cosas que no pensabas que podías hacer”.

El pole dance es realmente una fusión de diversas disciplinas entre ellas una de yoga. Foto. Cortesía / Erika Ramírez

Pasó mucho tiempo ante de decir que practicaba pole, porque “me daba pena, el qué iban a decir, no subía nada a las redes sociales porque muchas personas más que verlo como un deporte empiezan, en general los hombres, 'ah mira, seguro tu novio ha de estar muy feliz', le bailas bonito, esos comentarios y me daba como mucha pena, pero mi familia me apoya”.

La primera barrera en romper fue sin duda decir que no es nada malo y costó mucho trabajo atreverse para romper esas barreras y verlo como un deporte, pero cuando empezó a subir cosas “muchas mujeres me empezaron a decir qué bien lo haces, lo quiero practicar, me gusta también contagiarlas”.

La primera vista al espejo fue de autocríticas negativas, sentir las miradas de todos pero en realidad nadie voltea a ver por estar enfocados en uno mismo y después se descubre que uno solo se juzga.

Al girar en el tubo “me gusta fuerte y siempre que llegó dejo todos los problemas en la puerta y siguen los retos por una nueva figura hasta que sale y es super bonito”, pero lo mejor de todo es que todos aplauden.

Siempre las confunden con los teibols dance

Erika Ramírez, instructora del Pole Dance explica que existe la creencia de que el baile nació en clubs nocturnos o que viene de los teibols dance, pero es realmente una fusión de diversas disciplinas entre ellas una de yoga, curiosamente en China hasta la practican. También está toda la parte del cabaret, entonces el pole es una mezcla entre actividades acrobáticas, baile y sensualidad no solamente es la parte erótica”.


Cuando una mujer decide acudir a clases de pole dance y al verse por primera vez al espejo “te das cuenta de lo fuerte y de lo capaz para hacer lo que quieres, pero también de que el autoestima estaba por los suelos”, pero no sólo eso sino que se enfrenta a una serie de tabúes, mitos, leyendas y prejuicios en una sociedad moralista como la tapatía.

Es una disciplina que reta a todos los sentidos y emociones desde la autoestima baja por el físico, por las relaciones de pareja, pero también es muy ruda ya que deja moretones en un comienzo y se tienen muchas caídas que dejan marcas pero el consejo que se les da en que digan que “son besos del pole dance” pero siempre se ponen colchonetas y se cuidan entre ellas para evitar el número de caídas.

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Ver constantemente cómo evoluciona su cuerpo, que se pueden subir al tubo, que logran metas poco a poco dan esa seguridad para verse con normalidad y ya no es como decir "ay, mi panza" o "mis brazos", "mis pies", pero haciendo a un lado la pena la piel empieza a salir poco a poco y a sostenerse del tubo. En todo esto es importante la seguridad que da la instructora y las palabras de motivación porque “todas tenemos inseguridades”.

Tomar la decisión de acudir a un espacio para comenzar a practicar el pole dance implica primero tener que romper una serie de tabúes y prejuicios sociales. Foto. Cortesía / Erika Ramírez

Rompiendo los tabúes y los prejuicios que las ataban

Tomar la decisión de acudir a un espacio para comenzar a practicar el pole dance implica primero tener que romper una serie de tabúes y prejuicios sociales a través de los cuales se critica a las mujeres desde el momento en el que ingresan al local en donde lo enseñan.

Lo más difícil es romper esos prejuicios y entre ellos es que mucha gente cree que sólo es para mujeres o “está hecho para quienes se van a dedicar a trabajar en teibol dance o que sólo lo pueden realizar chicas con determinado físico o determinada apariencia o muchas veces llegan y me preguntan si creo que por su condición física lo pueden hacer, son los principales obstáculos que hay que superar", mencionó Erika Ramírez, propietaria de la academia Dance Fly ubicada en la Colonia Oblatos.

Pero también al verse por primera vez al espejo “solemos ser muy negativas hacia nosotras mismas, en un principio es normal porque es algo que no sueles hacer, pero es un despertar y decir ésta soy yo en todo mi esplendor, pero como convives tanto contigo, con tu cuerpo y con las demás personas, se vuelve hasta un momento bonito y decir ésta soy yo y todo lo que mi cuerpo puede hacer”.

Melisa lleva nueve meses practicando pole dance para poder hacer ejercicio porque en la pandemia subió de peso, hasta los 110 kilos y ese fue uno de los motivos para intentar hacer piruetas, malabares y deslizarse desde lo alto del tubo, pero sobre todo porque se quería demostrar que lo podía hacer.

El primer prejuicio en romper, en este caso, fue el de “tu cuerpo, el de no voy a poder y el de las demás pueden más que yo, esos son los que tuve que romper yo” pero también converse de cruzar por primera vez la puerta del lugar con las miradas inquisidoras de la gente que pasa o vive en la zona.

Lizbeth Delgado Casillas, de 29 años la primera vez que llegó fue para experimentar que se siente hacer esos ejercicios y “al asomarme y ver a la gente con poca ropa fue preguntarme, ¿yo me voy a meter ahí?” con eso surgió un tabú más pero una vez dentro “ves que es más que eso, que personas con poca ropa, es como una prueba para uno misma, sacas una fuerza para hace cosas que no pensabas que podías hacer”.

El pole dance es realmente una fusión de diversas disciplinas entre ellas una de yoga. Foto. Cortesía / Erika Ramírez

Pasó mucho tiempo ante de decir que practicaba pole, porque “me daba pena, el qué iban a decir, no subía nada a las redes sociales porque muchas personas más que verlo como un deporte empiezan, en general los hombres, 'ah mira, seguro tu novio ha de estar muy feliz', le bailas bonito, esos comentarios y me daba como mucha pena, pero mi familia me apoya”.

La primera barrera en romper fue sin duda decir que no es nada malo y costó mucho trabajo atreverse para romper esas barreras y verlo como un deporte, pero cuando empezó a subir cosas “muchas mujeres me empezaron a decir qué bien lo haces, lo quiero practicar, me gusta también contagiarlas”.

La primera vista al espejo fue de autocríticas negativas, sentir las miradas de todos pero en realidad nadie voltea a ver por estar enfocados en uno mismo y después se descubre que uno solo se juzga.

Al girar en el tubo “me gusta fuerte y siempre que llegó dejo todos los problemas en la puerta y siguen los retos por una nueva figura hasta que sale y es super bonito”, pero lo mejor de todo es que todos aplauden.

Siempre las confunden con los teibols dance

Erika Ramírez, instructora del Pole Dance explica que existe la creencia de que el baile nació en clubs nocturnos o que viene de los teibols dance, pero es realmente una fusión de diversas disciplinas entre ellas una de yoga, curiosamente en China hasta la practican. También está toda la parte del cabaret, entonces el pole es una mezcla entre actividades acrobáticas, baile y sensualidad no solamente es la parte erótica”.


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