/ sábado 25 de septiembre de 2021

Las ficciones que dieron libertad a los escritores

Escritores latinoamericanos hablaron en la sexta mesa de trabajo de la Cuarta Bienal Mario Vargas Llosa

Como parte de la sexta mesa de trabajo de la Cuarta Bienal Mario Vargas Llosa organizado por la Universidad de Guadalajara, escritores latinoamericanos hablaron de las ficciones que los hicieron libres o los libros que les dieron libertad y los marcaron

La escritora mexicana Mónica Lavín señaló que la vida tenía que ser siempre encontrar a alguien más para compartir la vida, la risa, el llanto y en ese sentido los libros ayudan a sentirse en otros mundos acompañado.

“Los libros dejan de ser uno para volver a ser uno, pero con una experiencia añadida que sería imposible obtener porque no puedo vivir en el Siglo XVIII, ser una persona de cierta edad, estar en un naufragio, entonces sería absolutamente imposible” todo eso que se vive al momento de leer y es ahí en donde uno vuelve a ser pero con algo añadido en su experiencia.

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Algunos de los libros le permitió “vivir, sentir, pensar, me marcó, porque creo que la literatura es un territorio en donde podemos tener una vida alternativa, duplicarla o cuadruplicarla, nos permite esa otra mirada, esos otros espejos estéticos que nos liberan de nuestras condición mortal, leer tiene que ver con sobrevivir”.

A ella le gusta escribir cuentos y así empezó a hacerlo por la “brevedad que provoca el texto breve” y fueron los cuentos de Cortázar los que particularmente la indujeron para escribir cuentos, “cuando hablamos de libertad y escritura siempre estamos negociando con las restricciones con las formas que nos proponemos lograr, esa búsqueda de la historia que queremos contar y también con nuevas formas que queremos experimentar y que es un riesgo con cada nuevo libro”.

Santiago Gamboa, escritor colombiano, indicó que estaba feliz de retomar este tipo de encuentros con colegas, público y lectores, recordó que en su casa cuando era niño había muchos libros y sus padres todo el tiempo hacían mención a las obras que habían leído. Dijo que cuando viaja y tiene noticias de sitios remotos que descubrió en los libros se maravilla mucho.

Además cuando tenía 12 años fue cuando leyó 100 años de soledad y entendió algunas cosas pero, todo el tiempo asustado con la idea de que “alguien iba a gritar niño sal de ahí eso no es para ti, pero eso nunca pasó”, lo que le dio una transición a la literatura latinoamericana como parte del mundo de su adolescencia.

Pero si encontrara un libro, “a mí me pasaron las cosas muy rápido y desde el principio supe que quería vivir toda mi vida al interior de ese mundo, no soñaban con escribir todavía y me parecía algo inalcanzable y que el camino para ser escritor estaba lleno de obstáculos pero sí tenía la convicción de estar en esos mundos” de alguna manera.

Alejandro Zambra, escritor chileno, mencionó que le gustaría andar el camino hacia el primer libro, la experiencia original hacia la lectura, porque era necesario recapitular esa experiencia intermedia” que lo condujeron a la literatura, creció en una casa sin libros e igual que fue la vida de muchas personas que se dedicaron a escribir.

Dijo que a esas experiencia se suman los relatos de radio de futbol que le resultaron mucho más divertidos que los propios partidos en donde un señor habla y narra hasta con metáforas, y en esa época era más fácil escucharlos por radio que en la tele y esa fue una influencia muy importante en su vida.

Cosas insólitas como la misa, “a mí, me gustaba la misa hasta los 12 años, solía ir a misa y me encantaba esa forma de hablar rara, más solemne, justo lo que era distinto aunque no la entendida bien, luego los sueños, los chistes y la música, porque era un tiempo de música a la que uno estaba expuesto de manera involuntaria porque sonaba algo en la radio y no era algo que uno eligiera”.

Dolores Reyes, escritora argentina mencionó que ella no podía pensar en libertad sin poder relacionarlo con libros y se puso a indagar en los libros que la marcaron no solo en las tramas sino en la de generar ficción concretamente y los libros que recordaba tenían que ver con elatos de la colonia.

En cuanto a la práctica de la escritura y lectura pensaba en Antonio Benedetto un escritor que consideró básico para ella, ya que el escritor fue secuestrado por la dictadura en 1976 y ella nació en 1978 una época marcada por el silencia y el miedo, un mundo de adultos muy difícil.

“Leer, escribir, compartir, hablar de literatura, de ficciones, de libros, si hay algo que me costó en la pandemia fue encontrar la música de los textos, no había nada, era increíble lo que me faltaba para encontrarle el tono a la ficción y eso me lo dio la poesía”.


Como parte de la sexta mesa de trabajo de la Cuarta Bienal Mario Vargas Llosa organizado por la Universidad de Guadalajara, escritores latinoamericanos hablaron de las ficciones que los hicieron libres o los libros que les dieron libertad y los marcaron

La escritora mexicana Mónica Lavín señaló que la vida tenía que ser siempre encontrar a alguien más para compartir la vida, la risa, el llanto y en ese sentido los libros ayudan a sentirse en otros mundos acompañado.

“Los libros dejan de ser uno para volver a ser uno, pero con una experiencia añadida que sería imposible obtener porque no puedo vivir en el Siglo XVIII, ser una persona de cierta edad, estar en un naufragio, entonces sería absolutamente imposible” todo eso que se vive al momento de leer y es ahí en donde uno vuelve a ser pero con algo añadido en su experiencia.

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Algunos de los libros le permitió “vivir, sentir, pensar, me marcó, porque creo que la literatura es un territorio en donde podemos tener una vida alternativa, duplicarla o cuadruplicarla, nos permite esa otra mirada, esos otros espejos estéticos que nos liberan de nuestras condición mortal, leer tiene que ver con sobrevivir”.

A ella le gusta escribir cuentos y así empezó a hacerlo por la “brevedad que provoca el texto breve” y fueron los cuentos de Cortázar los que particularmente la indujeron para escribir cuentos, “cuando hablamos de libertad y escritura siempre estamos negociando con las restricciones con las formas que nos proponemos lograr, esa búsqueda de la historia que queremos contar y también con nuevas formas que queremos experimentar y que es un riesgo con cada nuevo libro”.

Santiago Gamboa, escritor colombiano, indicó que estaba feliz de retomar este tipo de encuentros con colegas, público y lectores, recordó que en su casa cuando era niño había muchos libros y sus padres todo el tiempo hacían mención a las obras que habían leído. Dijo que cuando viaja y tiene noticias de sitios remotos que descubrió en los libros se maravilla mucho.

Además cuando tenía 12 años fue cuando leyó 100 años de soledad y entendió algunas cosas pero, todo el tiempo asustado con la idea de que “alguien iba a gritar niño sal de ahí eso no es para ti, pero eso nunca pasó”, lo que le dio una transición a la literatura latinoamericana como parte del mundo de su adolescencia.

Pero si encontrara un libro, “a mí me pasaron las cosas muy rápido y desde el principio supe que quería vivir toda mi vida al interior de ese mundo, no soñaban con escribir todavía y me parecía algo inalcanzable y que el camino para ser escritor estaba lleno de obstáculos pero sí tenía la convicción de estar en esos mundos” de alguna manera.

Alejandro Zambra, escritor chileno, mencionó que le gustaría andar el camino hacia el primer libro, la experiencia original hacia la lectura, porque era necesario recapitular esa experiencia intermedia” que lo condujeron a la literatura, creció en una casa sin libros e igual que fue la vida de muchas personas que se dedicaron a escribir.

Dijo que a esas experiencia se suman los relatos de radio de futbol que le resultaron mucho más divertidos que los propios partidos en donde un señor habla y narra hasta con metáforas, y en esa época era más fácil escucharlos por radio que en la tele y esa fue una influencia muy importante en su vida.

Cosas insólitas como la misa, “a mí, me gustaba la misa hasta los 12 años, solía ir a misa y me encantaba esa forma de hablar rara, más solemne, justo lo que era distinto aunque no la entendida bien, luego los sueños, los chistes y la música, porque era un tiempo de música a la que uno estaba expuesto de manera involuntaria porque sonaba algo en la radio y no era algo que uno eligiera”.

Dolores Reyes, escritora argentina mencionó que ella no podía pensar en libertad sin poder relacionarlo con libros y se puso a indagar en los libros que la marcaron no solo en las tramas sino en la de generar ficción concretamente y los libros que recordaba tenían que ver con elatos de la colonia.

En cuanto a la práctica de la escritura y lectura pensaba en Antonio Benedetto un escritor que consideró básico para ella, ya que el escritor fue secuestrado por la dictadura en 1976 y ella nació en 1978 una época marcada por el silencia y el miedo, un mundo de adultos muy difícil.

“Leer, escribir, compartir, hablar de literatura, de ficciones, de libros, si hay algo que me costó en la pandemia fue encontrar la música de los textos, no había nada, era increíble lo que me faltaba para encontrarle el tono a la ficción y eso me lo dio la poesía”.


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