/ domingo 1 de agosto de 2021

Grúas multan y recogen vehículos; ofrecen de 500 a 5 mil pesos el desenganche

Zonas aledañas a hospitales, el mercado del Mar y la zona de Chapultepec, son de los lugares donde frecuentemente se reciben denuncias

En algunos puntos de la ciudad las grúas imponen su ley. Policías viales les han cedido esa atribución, ellos advierten la infracción y sancionan, el oficial llega a levantar el folio, cuando no hubo arreglo. El “desenganche” va de 500 a 5 mil pesos.

Desde zonas aledañas a hospitales, el mercado del Mar, la zona de Chapultepec o corredores restauranteros, son sus “sus terruños”.

El Occidental, tuvo la oportunidad de conocer varios de estos casos, los documentó e incluso se adentro a esos otros sitios donde las grúas hacen largas filas en espera de que lleguen “los infractores” para llegar el arreglo, es el último destino antes de que los vehículos se vayan a los corralones del IJAS en San Agustín o por la zona de Huentitán.

Las denuncias son constantes. Por ejemplo, en el último mes se recibieron quejas de que viernes y sábados en la zona de Chapultepec, los choferes de las grúas “hacen su agosto” en pleno julio.

César N. reconoce que dejó su automotor en una zona donde nunca verificó si se podía estacionar o no. “No era cochera, pensé que había más flexibilidad por ser fin de semana, ya ves que antes uno en sábado o domingo se podía estacionar donde fuera; pues cuando menos pensé me fue a avisar un “viene-viene” que se habían llevado su vehículo”.

Llegó al sitio -en una pequeña calle que da a la de López Cotilla, no recuerda cuál- “y ya no estaba, pero entonces el mismo chavo me comentó: Jefe, váyase ahí por la Paz, del templo a una cuadra, a veces ahí se ponen a esperar a ver quien llega y se arreglan”.

Le hizo caso, al arribar vio que eran al menos ocho grúas todas con un carro ya sobre la plataforma y ahí estaba el de su propiedad, preguntó y el de la grúa le comentó que si quería recuperarlo eran 2 mil 500 pesos, que repartiría con “el oficial” -aunque de momento no había un policía vial en el lugar-, le contestó que no traía esa cantidad en ese momento, pero podía conseguirlo acudiendo a un cajero. “Aquí está cerca un Santander, te espero”, agregó.´

Te recomendamos:

A plena luz del día

Pero estos hechos no ocurren a la sombra de la noche. También de día y se dan como en las inmediaciones de un mercado del Mar de Zapopan como en los alrededores del hospital Zoquipan, donde incluso se trata de personas con alguna urgencia que luego tienen que llegar también a ese arreglo.

José N. detalla que dejó su auto invadiendo la ciclovía de la zona del mercado del Mar, “no me percaté, tenía mucho que no iba y cuando menos pensé ví pasar la grúa con mi carro; los alcancé y el chofer me dijo que me esperaba dos cuadras más adelante, hacia Periférico, ya fuera del mercado”.

El perdón llegó a cambio de 500 pesos, su auto fue desenganchado y al policía vial que supuestamente levantaría la infracción, nunca lo vio.

La misma historia se repite varias ocasiones al día en torno al hospital Zoquipan y en concreto por la calle de José María De Yermo al cruce con Parres Arias, frente a unos lotes baldíos.

El “modus operandi” es similar y ocurre en minutos, la persona deja su auto, literalmente lo están “cazando” y en cuanto se retira enganchan sus autos, los sacan de la zona y por lo tanto al regresar la persona, ya no están.

Alegan automovilistas que no hay línea amarilla ni disco que indique que está prohibido estacionarse en la zona, pero no hay opción de alegar o pagan entre 400 y 800 pesos, o sus autos se van al corralón.

En la zona solo hay un estacionamiento que se llena rápido y el dinero que las personas iban a destinar para pagar medicinas o para sobrevivir los días que estén sus familiares internados en el lugar, termina en manos de los choferes de las grúas y los agentes viales, que aparecen en la zona cuando ya se consumó “el arreglo”.


Foto: Antonio Miramontes | El Occidental

Hasta 5 mil pesos exigen

Otros “operativos” similares, donde los choferes de las grúas operan como una autoridad más, se dan en torno al parque localizado en el cruce de la calle Montevideo, entre Buenos Aires y Milán, y las víctimas son personas que acuden a los restaurantes del lugar, y aquí aplica aquello de que “según el sapo, es la pedrada” y el “desenganche” se cotiza en más de mil, dos mil, tres y cinco mil pesos.

Además de diferencia de montos, también los hay de criterios, y para ello tenemos la historia de Karla, quien tuvo la necesidad de descargar algunos objetos en una finca de la calle San Felipe, entre Liceo y Belén, y en dos ocasiones anteriores recibió el permiso de policías viales -mujeres- de poder hacerlo.

Pero la última ocasión fue distinta. Cuando solo tardó un minuto y medio, apareció una grúa de la empresa Lozano. El chofer, a quien nombraremos como Juanito, bajó de su unidad, cerró la cajuela y sin importar que había diversos objetos personales, se llevó el vehículo. Fue alcanzado por la propietaria, que en principio pensó lo peor: “Me robaron el carro” y el chofer le ofreció “un arreglo” consistente en un pago de 5 mil pesos. Ella se molestó y se negó a ser víctima de esa extorsión, pero el operador de la grúa hizo una nueva oferta: “Deme 2 mil 900”.

Ella prometió pensarlo, regresó a su casa, por su celular y su bolsa, y la grúa se fue. Más tarde, por la página se enteró que su auto fue ingresado a un depósito, en un proceso de ejecución, y el cobro era de 2 mil 900 por concepto arrastre más una pensión de 91 pesos.

Si hubo una infracción, de la que le notificaron al día siguiente cuando inició el proceso de liberación, era por estacionarse en zona prohibida y el agente vial -que hasta entonces apareció aunque sea en la multa- le enteró que su auto estaba “abandonado”. Por cierto, hacer el reclamo le valió que no pudiera gozar del descuento del 50% por pronto pago.

Al final, dirán que son infractores o estaban muy cerca de serlo, pero lo más trascendente es que ese dinero no entra a las arcas del Estado y aquí aplica aquello de que “esto es una grúa, deme todo su dinero”.

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  • En algunos puntos de la ciudad las grúas imponen su ley. Policías viales les han cedido esa atribución, ellos advierten la infracción y sancionan, el oficial llega a levantar el folio, cuando no hubo arreglo. El “desenganche” va de 500 a 5 mil pesos.

    Desde zonas aledañas a hospitales, el mercado del Mar, la zona de Chapultepec o corredores restauranteros, son sus “sus terruños”.

    El Occidental, tuvo la oportunidad de conocer varios de estos casos, los documentó e incluso se adentro a esos otros sitios donde las grúas hacen largas filas en espera de que lleguen “los infractores” para llegar el arreglo, es el último destino antes de que los vehículos se vayan a los corralones del IJAS en San Agustín o por la zona de Huentitán.

    Las denuncias son constantes. Por ejemplo, en el último mes se recibieron quejas de que viernes y sábados en la zona de Chapultepec, los choferes de las grúas “hacen su agosto” en pleno julio.

    César N. reconoce que dejó su automotor en una zona donde nunca verificó si se podía estacionar o no. “No era cochera, pensé que había más flexibilidad por ser fin de semana, ya ves que antes uno en sábado o domingo se podía estacionar donde fuera; pues cuando menos pensé me fue a avisar un “viene-viene” que se habían llevado su vehículo”.

    Llegó al sitio -en una pequeña calle que da a la de López Cotilla, no recuerda cuál- “y ya no estaba, pero entonces el mismo chavo me comentó: Jefe, váyase ahí por la Paz, del templo a una cuadra, a veces ahí se ponen a esperar a ver quien llega y se arreglan”.

    Le hizo caso, al arribar vio que eran al menos ocho grúas todas con un carro ya sobre la plataforma y ahí estaba el de su propiedad, preguntó y el de la grúa le comentó que si quería recuperarlo eran 2 mil 500 pesos, que repartiría con “el oficial” -aunque de momento no había un policía vial en el lugar-, le contestó que no traía esa cantidad en ese momento, pero podía conseguirlo acudiendo a un cajero. “Aquí está cerca un Santander, te espero”, agregó.´

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    Pero estos hechos no ocurren a la sombra de la noche. También de día y se dan como en las inmediaciones de un mercado del Mar de Zapopan como en los alrededores del hospital Zoquipan, donde incluso se trata de personas con alguna urgencia que luego tienen que llegar también a ese arreglo.

    José N. detalla que dejó su auto invadiendo la ciclovía de la zona del mercado del Mar, “no me percaté, tenía mucho que no iba y cuando menos pensé ví pasar la grúa con mi carro; los alcancé y el chofer me dijo que me esperaba dos cuadras más adelante, hacia Periférico, ya fuera del mercado”.

    El perdón llegó a cambio de 500 pesos, su auto fue desenganchado y al policía vial que supuestamente levantaría la infracción, nunca lo vio.

    La misma historia se repite varias ocasiones al día en torno al hospital Zoquipan y en concreto por la calle de José María De Yermo al cruce con Parres Arias, frente a unos lotes baldíos.

    El “modus operandi” es similar y ocurre en minutos, la persona deja su auto, literalmente lo están “cazando” y en cuanto se retira enganchan sus autos, los sacan de la zona y por lo tanto al regresar la persona, ya no están.

    Alegan automovilistas que no hay línea amarilla ni disco que indique que está prohibido estacionarse en la zona, pero no hay opción de alegar o pagan entre 400 y 800 pesos, o sus autos se van al corralón.

    En la zona solo hay un estacionamiento que se llena rápido y el dinero que las personas iban a destinar para pagar medicinas o para sobrevivir los días que estén sus familiares internados en el lugar, termina en manos de los choferes de las grúas y los agentes viales, que aparecen en la zona cuando ya se consumó “el arreglo”.


    Foto: Antonio Miramontes | El Occidental

    Hasta 5 mil pesos exigen

    Otros “operativos” similares, donde los choferes de las grúas operan como una autoridad más, se dan en torno al parque localizado en el cruce de la calle Montevideo, entre Buenos Aires y Milán, y las víctimas son personas que acuden a los restaurantes del lugar, y aquí aplica aquello de que “según el sapo, es la pedrada” y el “desenganche” se cotiza en más de mil, dos mil, tres y cinco mil pesos.

    Además de diferencia de montos, también los hay de criterios, y para ello tenemos la historia de Karla, quien tuvo la necesidad de descargar algunos objetos en una finca de la calle San Felipe, entre Liceo y Belén, y en dos ocasiones anteriores recibió el permiso de policías viales -mujeres- de poder hacerlo.

    Pero la última ocasión fue distinta. Cuando solo tardó un minuto y medio, apareció una grúa de la empresa Lozano. El chofer, a quien nombraremos como Juanito, bajó de su unidad, cerró la cajuela y sin importar que había diversos objetos personales, se llevó el vehículo. Fue alcanzado por la propietaria, que en principio pensó lo peor: “Me robaron el carro” y el chofer le ofreció “un arreglo” consistente en un pago de 5 mil pesos. Ella se molestó y se negó a ser víctima de esa extorsión, pero el operador de la grúa hizo una nueva oferta: “Deme 2 mil 900”.

    Ella prometió pensarlo, regresó a su casa, por su celular y su bolsa, y la grúa se fue. Más tarde, por la página se enteró que su auto fue ingresado a un depósito, en un proceso de ejecución, y el cobro era de 2 mil 900 por concepto arrastre más una pensión de 91 pesos.

    Si hubo una infracción, de la que le notificaron al día siguiente cuando inició el proceso de liberación, era por estacionarse en zona prohibida y el agente vial -que hasta entonces apareció aunque sea en la multa- le enteró que su auto estaba “abandonado”. Por cierto, hacer el reclamo le valió que no pudiera gozar del descuento del 50% por pronto pago.

    Al final, dirán que son infractores o estaban muy cerca de serlo, pero lo más trascendente es que ese dinero no entra a las arcas del Estado y aquí aplica aquello de que “esto es una grúa, deme todo su dinero”.

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