Más que acciones “medicalistas” para prevenir contagios por coronavirus, las autoridades mexicanas deberían promover más horas de sueño, dijo el psicólogo, José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, quien afirma que las personas que no duermen bien de acuerdo a su edad, generan una sensible baja en la efectividad del sistema inmunológico.
Basado en diversos estudios sobre dormir, explicó que quienes viven en depresión o bajo circunstancias estresantes, son más vulnerables a enfermarse e incluso morir, en caso de tener contacto con un paciente con Covid-19.
“Se han tomado medidas para evitar el contacto con el virus y estamos de acuerdo, lo que lamentamos es que la Organización Mundial de la Salud y todas las autoridades sanitarias a pesar de todos los avances científicos que ha habido siguen manejándose en un modelo medicalista y no rescatan aportes de otras disciplinas que no sea la medicina, que han demostrado con evidencia científica un impacto positivo en la atención y prevención”.
Gutiérrez Rodríguez, presidente del Colegio de Profesionales de la Psicología del Estado de Jalisco, se refirió a la psiconeuroinmunología, que ha encontrado una estrecha relación entre estados emocionales y el desarrollo de enfermedades, así como a los estudios del dormir.
Por lo tanto, sugirió ampliar las recomendaciones como el lavado de manos y el evitar contacto con personas enfermas, la práctica de una siesta reparatoria que no debe prolongarse más de 20 minutos, pues al ser mayor, representaría una fase profunda de sueño y dificultades para despertar.
La siesta reparadora que sugiere sería después de la comida y antes de las 16:00 horas, a fin de evitar dificultades al momento de dormir por la noche, de preferencia en un sillón, pues la cama podría prolongar el tiempo de sueño y al despertar habría desorientación, así como malestar físico y mental.
Explicó que los bebés necesitan dormir al menos 18 horas al día; los menores en edad escolar entre 10 y 12 horas; los adolescentes alrededor de diez horas; los adultos entre 7 y 8 horas y las personas adultas mayores al menos ocho horas.