En lo que va del año, el Centro de Atención a Adolescente Embarazada ha recibido a cerca de 300 jóvenes de entre 11 y 19 años embarazadas.
Al hacer su valoración detectan que las chicas tienen algún tipo de alteración psicológica y que en sus familias todavía no asimilan que están embarazadas, por lo que llegan a vivir violencia tanto en su relación, como por parte de su familia y sus padres.
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“Son adolescentes que están con la necesidad de cariño, con la necesidad de que les hagan caso, de que las quieran y eso lo encuentran en su pareja, que ellas creen que solamente por amor lo hacen todo”, explicó Patricia Romo Huerta, coordinadora del Centro de Atención a la Adolescente Embarazada, ubicado dentro del Nuevo Hospital Civil de Guadalajara.
Por ese motivo, en sus encuestas con adolescentes embarazadas también involucran a sus familiares y en nueve de cada 10 casos son las madres quienes las acompañan lo que ha permitido conocer que muchas veces viven violencia dentro de su relación de pareja y con el padre de su bebé, que generalmente también es menor de edad.
“Las niñas a veces piensan que son relaciones consensuadas, pero son relaciones consensuadas porque ellas aceptan a tenerlas con tal de que las quieran, de que las escuchen y seguimos teniendo niñas de 12, 13 o 14 años y el mayor porcentaje de nuestras adolescentes son de 16 años, luego de 17 años, luego de 15 y 14 años, pero estamos teniendo todavía de 12 años y hace poco tuvimos una de 11 años embarazada”.
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A decir de la especialista, al entrevistar a las jóvenes la mayoría saben de anticoncepción “pero se quieren embarazar, no toman nada, no se protegen con nada, no van a la píldora del día siguiente porque ellas quieren embarazarse para poder tener a su pareja a su lado”.
Esa situación, dice, es la que alarma y por ello les explican la importancia de que su siguiente embarazo sea por lo menos tres años después del primero cuando alcancen un mayor grado de madurez.
En las cinco sesiones que recibe cada adolescente embarazada les informan sobre su embarazo y los cambios que llegarán, cómo será el parto o la cesárea, la alimentación que deben tener, su higiene.
De la misma manera, les ofrecen atención psicológica especial y valoración por parte de la trabajadora social, para conocer sus necesidades económicas y de vivienda.
“Cuando llegan no hablan mucho, no se explayan, se sienten acongojadas porque la misma sociedad las señala, porque les dice que cómo es posible que a esa edad estén embarazadas y son regañadas por todos, empezando por su familia, en la escuela; los profesores también las regañan y es un círculo donde ellas se sienten agraviadas”.
En el Hospital Civil Nuevo detectaron que la mayoría de adolescentes una vez embarazadas viven en unión libre con su pareja y casi siempre con alguna de las familias, pero en cuanto a las cinco sesiones en el Centro de Atención a la Adolescente Embarazada ya no regresan y se pierde el seguimiento.
“Hay que poner mucha atención en nuestros adolescentes y como papás o mamás no cerrarnos a decirles qué es bueno y qué es malo, que nos actualicemos y si vemos cambios en nuestros adolescentes hay que insistir para que nos platiquen qué es lo que pasa y no tener miedo de acudir a las instituciones de salud para poderles ayudar de manera temprana”.