A la edad de 13 años Caro cambió las muñecas por responsabilidades, los pañales y biberones de juguete por unos reales y se convirtió de niña a mamá.
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Su novio, que cursaba tercer año de secundaria, guardó durante tres días lo que le daban para gastar y con eso pagó la prueba de embarazo que evidenció lo que ya adelantaban los vómitos y mareos que ya para entonces padecía Caro, quien apenas cursaba primero de secundaria. La hoy mamá de una niña de 10 años, que bien podría ser su hermana, recuerda que desde el primer mes se percató que algo extraño le estaba pasando y entonces se hizo la prueba pero no quedó conforme y le comentó a una tía que le tenía confianza “por lo que ella fue la que me llevó a hacer un análisis en sangre y salió positivo”.
Como no se le notaba el embarazo fue hasta que tenía cinco meses cuando le dio la noticia a sus padres “y mi mamá se soltó a llorar de la tristeza”, sin embargo la apoyaron para que ella y su hija tuvieran todo lo necesario.
Enfrentó discriminación en muchos lugares
A partir de ese momento, como asegurada de su padre ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) recibió la atención en su clínica familiar y su hija nació en el Hospital Regional 45 conocido como Hospital Ayala, donde enfrentó la discriminación por parte del personal de dicho nosocomio. Toda la etapa de gestación se convirtió en un suplicio para ella.