Cuando era niño, Tino Contreras deseaba colarse en los conciertos de jazz que daba su padre en el norte de México. Misión imposible para cualquier niño de ocho años. Pero este niño era especial. A los ocho años, su mente ya imaginaba los sonidos de Nueva Orléans que ensayaba su padre en casa. Le gustaba verlo detrás de la batería, con las manos álgidas sobre los tambores.
Una noche, el pequeño Tino se escondió entre los instrumentos de su padre y subió al auto que lo llevaría a su primer concierto de jazz. No pasaron ni seis meses cuando el niño que había ingresado de contrabando ya estaba parado sobre el escenario, detrás, también, de una batería.
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La temprana chispa de Tino Contreras nunca se apagó. Vivió hasta los 97 años y trabajó hasta casi el último suspiro. Más de 50 álbumes, giras por todo el mundo y cientos de composiciones lo avalan como la figura jazzística más prominente que ha tenido México. Mamó lo mejor de los clubes de jazz de Nueva York donde también aprendieron a tocar leyendas como Charlie Parker, Mils Davis o Dizzy Gillespie.
A casi un año de su muerte, ocurrida en plena pandemia de COVID-19, los homenajes a su obra nacen como por necesidad. Es el pianista y compositor mexicano Héctor Infanzón quien le rendirá un tributo el próximo 3 de julio a las 17:00 horas en el Complejo Cultural Los Pinos, con el concierto Jazz La Tino, donde se evocará la versatilidad de Tino Contreras, quien igual se inspiraba en Zeus que en Huitzilopochtli.
“Es un homenaje a uno de los pilares del jazz en México. Tino Contreras fue un parteaguas para toda una generación junto con Chilo Morán y Víctor Ruiz Pasos. Fue un personaje que permitió la apertura de México hacia un género que antes era prácticamente desconocido”, dice en entrevista Héctor Infanzón, uno de los mayores exponentes del jazz latinoamericano.
Cuando el movimiento jazz vivió su época de oro, Contreras viajó a Estados Unidos para nutrirse de ese ambiente tan pujante que era la improvisación y la vanguardia. Con él se llevó no sólo una técnica bien aprendida —herencia de su padre, su tío y sus hermanos, todos músicos de profesión—, sino un almanaque cultural mexicano que nunca abandonó. Su música es una enciclopedia de lo mejor del jazz norteamericano, pero también de una fusión hoy tan aplaudida entre lo tradicional y lo latinoamericano, entre lo internacional y lo autóctono.
“En sus viajes extraía todo lo que escuchaba y lo que tocaba y lo traía para México”, recuerda Infanzón. “Además, Contreras hizo el primer intento de fusionar la música mexicana con el jazz. Incluso hizo discos de mariachi con jazz. Sus ideas fueron bastante audaces para su tiempo. Y pese a las críticas que recibió, hoy vemos que la música fusión es una auténtica normalidad”, observa el músico.
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Infanzón se presentará con el Ensamble Oficial de Tino Contreras. Su concierto forma parte de las actividades del Tercer Festival Academia Jartzz, donde también habrá un conversatorio, a las 15:30 horas, con Mónica Blues y Valentino Contreras, esposa e hijo de Tino, respectivamente.
“Muy pocos músicos de jazz en el mundo logran un acervo discográfico tan amplio. Fue un extraordinario baterista que tocó para las grandes bandas de aquella época. Tuvimos una gran amistad. Cuando empecé mi carrera a finales de los 80, lo conocí, escuchó mi trabajo y obtuve buenos comentarios de su parte. En alguna ocasión me invitó a tocar con él en la Sala Chopin. Ahí me pude dar cuenta de su versatilidad, su técnica y su habilidad para comunicarse con el público, algo raro entre los músicos de jazz, que suelen ser parcos. Tino fue un hombre que vivió por y para el jazz. Y además, un showman en todo el sentido de la palabra”, concluye Infanzón.
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