/ lunes 3 de junio de 2024

Un México con rostro de mujer

Las niñas de mi generación jamás vimos en nuestros libros de texto una sola representación del poder ejercido por mujeres. A lo sumo, leímos redacciones y representaciones de los antiguos pobladores llevando consigo a “sus mujeres”, como una pertenencia más, dónde los protagónicos y sujetos de derechos siempre fueron ellos.

Los libros, manuales y muchos otros documentos de formación fueron escritos preponderantemente por hombres, lo que sin duda, impulsa una mirada hegemónica de cómo entender la vida. Nuestros juguetes de infancia eran todos aquellos que nos recordaran que pertenecíamos al mundo de lo secreto, no de lo público, no de la acción. Nos podemos ir con una gran lista de ejemplos, que dolorosamente siguen vigentes actualmente.

Sin embargo, hoy tenemos una historia diferente. México tiene a su primera presidenta. Sí, con A, porque el idioma también construye realidades y formas de entender el mundo. Porque curiosamente, nadie cuestiona la palabra “sirvienta”, aunque tiene la misma regla gramatical que presidenta. Nada tiene que ver con ignorancia gramatical, sino con una realidad que ya no nos representa.

México tiene a su primera mandataria, que también es la primera en América del Norte, compuesta demás de nuestro México, por dos países que pregonan fortaleza en su sistema de derechos, pero que aun están lejos de alcanzar tal representación política.

Por supuesto, y debe decirse, que el hecho de que una mujer llegue a los espacios de decisiones, no garantiza una gestión en favor de las mujeres. Pero también debe recordarse que el respeto a nuestros derechos es una tarea que no es exclusiva de nosotras, también los hombres deben tomar parte de su responsabilidad en este trabajo.

De acuerdo con Fabiola Méndez y Erik Hubbard (2023), las mujeres mandatarias viven un escrutinio público más severo que el de los varones, así como violencia verbal y simbólica por el simple hecho de ser mujeres. Ya estamos llegando al poder y no nos vamos, pero debemos construir espacios seguros en la política dónde podamos ejercer libremente las funciones y atribuciones de nuestros encargos; la violencia en nuestra contra, no propicia para nada las condiciones de igualdad que necesitamos.

En México, la primera mujer presidenta es, además, la persona candidata a la presidencia de la República más votada de la historia de nuestro país. En algunos estados, habrá gobernadora por primera ocasión. Ayuntamientos y diputaciones también comienzan a ser contendidos y ganados por nosotras.

Son unas elecciones históricas, es un día histórico, por lo que a la representación de las mujeres en la vida pública de un país representa. Que todas nuestras niñas sepan que algún día pueden estar ahí, que su participación en instituciones estatales es fundamental para alcanzar una sociedad más igualitaria.


Natalia Mendoza Servín

@NataliaMese

Las niñas de mi generación jamás vimos en nuestros libros de texto una sola representación del poder ejercido por mujeres. A lo sumo, leímos redacciones y representaciones de los antiguos pobladores llevando consigo a “sus mujeres”, como una pertenencia más, dónde los protagónicos y sujetos de derechos siempre fueron ellos.

Los libros, manuales y muchos otros documentos de formación fueron escritos preponderantemente por hombres, lo que sin duda, impulsa una mirada hegemónica de cómo entender la vida. Nuestros juguetes de infancia eran todos aquellos que nos recordaran que pertenecíamos al mundo de lo secreto, no de lo público, no de la acción. Nos podemos ir con una gran lista de ejemplos, que dolorosamente siguen vigentes actualmente.

Sin embargo, hoy tenemos una historia diferente. México tiene a su primera presidenta. Sí, con A, porque el idioma también construye realidades y formas de entender el mundo. Porque curiosamente, nadie cuestiona la palabra “sirvienta”, aunque tiene la misma regla gramatical que presidenta. Nada tiene que ver con ignorancia gramatical, sino con una realidad que ya no nos representa.

México tiene a su primera mandataria, que también es la primera en América del Norte, compuesta demás de nuestro México, por dos países que pregonan fortaleza en su sistema de derechos, pero que aun están lejos de alcanzar tal representación política.

Por supuesto, y debe decirse, que el hecho de que una mujer llegue a los espacios de decisiones, no garantiza una gestión en favor de las mujeres. Pero también debe recordarse que el respeto a nuestros derechos es una tarea que no es exclusiva de nosotras, también los hombres deben tomar parte de su responsabilidad en este trabajo.

De acuerdo con Fabiola Méndez y Erik Hubbard (2023), las mujeres mandatarias viven un escrutinio público más severo que el de los varones, así como violencia verbal y simbólica por el simple hecho de ser mujeres. Ya estamos llegando al poder y no nos vamos, pero debemos construir espacios seguros en la política dónde podamos ejercer libremente las funciones y atribuciones de nuestros encargos; la violencia en nuestra contra, no propicia para nada las condiciones de igualdad que necesitamos.

En México, la primera mujer presidenta es, además, la persona candidata a la presidencia de la República más votada de la historia de nuestro país. En algunos estados, habrá gobernadora por primera ocasión. Ayuntamientos y diputaciones también comienzan a ser contendidos y ganados por nosotras.

Son unas elecciones históricas, es un día histórico, por lo que a la representación de las mujeres en la vida pública de un país representa. Que todas nuestras niñas sepan que algún día pueden estar ahí, que su participación en instituciones estatales es fundamental para alcanzar una sociedad más igualitaria.


Natalia Mendoza Servín

@NataliaMese

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