/ miércoles 20 de enero de 2021

La pandemia tiene responsables

Abel Campirano Marin

Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la enfermedad viral del SARSCov2 como Pandemia, el concierto de las naciones no entendió la gravedad del problema.

Recordemos que hace poco más de un año surgió el virus letal en Wuhan, la Ciudad más poblada de la zona central de la República Popular China, con 11 millones de habitantes, considerada de vital importancia ya que en la época del gobierno del Kuomiktang a principios del siglo XX llegó incluso a ser la Capital de China.

Y desde allí, desde el centro educativo, político, económico, financiero y cultural de la China Central, surgió para el mundo el Covid19 un asesino que contagiando a 96 millones de personas ha privado de la vida a mas de dos millones de seres humanos.

A un año de distancia y a pesar de las vacunas, el horizonte es obscuro e incierto.

Los principales actores internacionales en el Teatro Internacional de la Pandemia, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el Etíope que despacha como Director General de la OMS las autoridades civiles de Wuhan, República Popular China, Antonio Guterres, el Secretario General de las Naciones Unidas, el ahora Ex-Presidente Donald Trump, Vladimir Putin, el Presidente Brasilero Jair Bolsonaro, el Primer Ministro Inglés Boris Johnson e incluso el Papa Francisco no han podido establecer una estrategia uniforme para el manejo de la Pandemia.

Los discursos banales, la mentira, la irresponsabilidad y la indiferencia han sido las constantes; La Organización de las Naciones Unidas y su organismo especializado la OMS no han tenido la capacidad de convocatoria suficiente como para que gentes como Trump y Bolsonaro hayan manejado adecuadamente la Pandemia en Estados Unidos y en Brasil ni tampoco para que Johnson y Putin hayan hecho lo propio en Reino Unido y Rusia.

El Papa Francisco estuvo más ocupado en preparar su Encíclica Fratelli Tutti publicada en Octubre de 2020; en tanto millones de fieles esperaron inútilmente palabras de consuelo constantes de un Pastor silencioso e incapaz de brindarles el consuelo necesario en momentos tan terribles de muerte y desolación en medio del abrumador cierre de los Templos y las prácticas piadosas.

Aquí en México, Manuel López Obrador primero soslayó el problema, incluso de mofó de él con sus detentes y los trebolitos y peor aún, marcó tendencia al negarse al uso del cubrebocas, provocando que cienos de borregos lo secundaran incidiendo directamente en las fuentes de contagio.

Hugo López-Gatell Ramírez, que ha llevado la voz cantante de la Secretaría y del Comité constituido en términos del artículo 73 de la Constitución, secundó la temeridad del Presidente al desestimar el uso de la mascarilla facial como instrumento coadyuvante a evitar la proliferación de la enfermedad, y no solo eso, con un discurso enredoso, frívolo, cantinflesco, con sus cifras y estadísticas manipuladas basado en el método centinela rechazando pruebas rápidas y apostando a la inmundiad del rebaño y ahora con un manejo torpe y político con las vacunas, nos han dejado más de 241 mil muertos, cifra muy alejada de su escenario catastrófico que preveía de 60 mil muertos.

Y lo peor está por venir; el manejo de las vacunas ha sido desastroso porque Pfizer ya redujo sus envíos y los que recibieron la primer dosis seguramente esperarán sentados a la segunda; las de Astra Zeneca, la Cansino y la Sputnik aun no han sido probadas, y el Gobierno anuncia su aplicación inmediata cuando ni siquiera las tiene. Engaña al pueblo al que dice defender.

Mientras, los focos de contagio siguen en fiestas y reuniones clandestinas y vivimos de la trampa; así centros educativos evaden las ordenes del Gobierno y siguen impartiendo clases en forma clandestina como vulgares delincuentes; la gente sin cubrebocas porque el Presidente le pone el mal ejemplo; no existe la sana distancia, se pretende regular ingresos con termómetros cuando lo que se necesita son oxímetros y lo peor en nuestro Estado y concretamente en Guadalajara, la terrible especulación criminal con los tanques de oxígeno sin que nadie, de ninguno de los ordenes de gobierno haga nada y mientras los enfermos y sus familiares sufren impotentes ante los inmorales acaparadores.

La Pandemia tiene responsables. Y esa responsabilidad es un Crimen de Lesa Humanidad y tarde o temprano deberán responder esos responsables por tantas muertes causadas por su molicie, su torpeza y su malicia.