Los tiempos cambian, así como las calles, las viviendas, la gente y sus costumbres, y aunque no todo el tiempo vamos pensando "¿cómo era la vida antes?" en algún momento, sobre todo hoy, con el uso de redes sociales, nos encontramos con datos que nos llevan a preguntarnos ciertas cosas.
En Jalisco existen infinidad de lugares, algunos mágicos y otros no tanto, y aunque puede ser un poco difícil conocerlos todos y descubrir sus usos y constumbres, hoy tenemos para ti, un dato que seguro te dejará con el ojo cuadrado.
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No era una ley que todo mundo tuviera que acatar, pero al parecer sí había lugares en donde las mujeres no debían asistir a los sepelios. Uno de esos sitios es el pueblo conocido como Tonaya, en Jalisco.
Una internauta compartió la foto de 1951 en donde se aprecian solo hombres en un entierro, y ella menciona que están sepultando a una familiar.
Deja muy en claro que no sabe si es algo que sucedía en todo México o solo en su pueblo; sin embargo, esto desató el debate, pues otras personas aseguran que no sucede en todos los lugares. Lo que al parecer son usos y costumbres de cada lugar.
Cibernautas expusieron las distintas razones por las que las mujeres no asistian a los cepelios en los pueblos donde crecieron, y estas fueron algunas de las razones:
- La mujer no gozaba de los mismos derechos que el hombre
- Solo era la viuda la que no iba
- No había transporte, y el pueblo quedaba lejos, por lo que los hombres debían llevar cargando el cuerpo
- Para evitar infecciones, aunque algunos dicen que solo aplicaba para las mujeres recién paridas, las que estaban menstruando o lactando
- Cuestión de luto. Durante un año entero la viuda debía vestir de negro y "guardarse" es decir, no salir a la calle
Incluso hubo aportaciones graciosas, en donde afirmaban que la razón por la que la mujer no asistía, era porque "ya no querían saber, ni volver a ver al difunto".
Un dato interesante, también aportación de un usuario, dice que "las mujeres cumplían una labor muy especial: atender a los asistentes del velorio, acompañar a los dolientes y guíar los rosarios y oraciones por el fallecido. Su participación era muy valiosa."
Aunque algunas de esas razones resultan poco creíbles, incoherentes y hasta machistas, es de entender que ya no estamos en los años 50 que es a donde nos transportan estas creencias.