/ lunes 12 de diciembre de 2022

Da pena el barrio de San Juan de Dios

Los propios habitantes luchan para transformar la popular zona de Guadalajara

El barrio de San Juan de Dios, con 147 vecindades, pero tiempo atrás convertido en el prostíbulo más grande del país, lucha para transformarse y esa batalla la llevan a cabo sus propios habitantes comandados por “El Padre Cobijas”.

Ya advierten cambios y aseguran que poco a poco deja ser una zona de gueto y se convierte en una zona en donde se puede transitar libremente, por el cambio y aporte de sus habitantes. Todavía las llamadas “tienditas” de drogas se niegan a desaparecer, vecindades y casas son puntos de venta y consumo de drogas. Las acciones son complicadas. No parecen muy lejanos los tiempos en los que era prácticamente imposible circular por la zona.

Te recomendamos ⇨ Entre fugas y goteras, así los locales recién entregados en el Mercado San Juan de Dios

Los riesgos de ser asaltado eran inminentes. En ese sitio se concentraban las guaridas de los ladrones en bicicleta, los “tumba cadenas” y roba­celulares. La prostitución se ejercía de día y de noche y que prevalece, surgieron las madrotas que controlaban la zona y que poco a poco fueron involucrando a menores de edad en sus actividades. La mancha de delitos y maldad iba creciendo, el tráfico infantil surgió de manera riesgosa en la zona y en su momento fue evidenciado por EL OCCIDENTAL, en recorrido realizado.

Sobrevinieron entonces operativos, acciones policiales, cateos y otras intervenciones en las que la zona fue cercada, apartando aún más a los habitantes del resto de la población; pero ninguna como ésta y mejor aún, llevada por manos de ciudadanos.

Una avanzada en silencio

Desde hace ocho años Carlos Aviña, presidente y fundador del Colegio de Especialidades Avanzadas en Sexualidad y Salud A.C., también conocido como el “Padre Cobijas”, llegó a la zona para concientizar sobre el abuso sexual infantil, en donde se confirmó esa problemática; pero otros más como que era una zona apartada de Guadalajara que pese a su cercanía del Centro Histórico, en donde la prostitución, drogadicción, marginación, y otras problemáticas existen.

Se planteó entonces un cambio a través de la alimentación, salud, educación, opciones de empleo e identidades porque hay cientos de personas sin registrar ante el Registro Civil.

”El primer día que llegamos nos dijeron (la delincuencia) 'sí los vamos a dejar funcionar, pero sólo se va a poder caminar por estas calles y sólo se van a poder meter a estas vecindades' (...) no podías entrar a Abasolo, así en estas calles, en todos lados, era imposible. Nos mandaron mujeres para enterarse de lo que realmente estábamos haciendo y eso nos abrió muchas puertas”, recordó Aviña durante un recorrido por la zona.

Checa el dato:

Compartió que sobre la calle Gómez Farías había un prostíbulo y un table dance, pero al paso del tiempo, por su iniciativa se instaló un grupo de Barrios Unidos en Cristo para evangelizar y poco tiempo después el primero cerró.

”En esos locales había prostíbulos. Ya se cerraron”. Son al menos seis locales de las calles Gómez Farías e Insurgentes, los que cambiaron de giro, de prostíbulos a tiendas de juguetes o de ropa, lo que ha traído otro ambiente y más visitantes al ser más comercial.

San Juan de Dios, tiene 147 vecindades, en el cuadrante de la Calzada Independencia, Calzada del Ejército, República y hasta la zona de la Central Vieja, en las que prevalecen puntos de narcomenudeo, pero son pocas las que requerirían de una intervención.

“Muy pocas hay que intervenir. El cambio se ha dado en las personas que las habitan, que han hecho pequeñas transformaciones ahí, pero se necesitan recursos”. El cambio en general, asegura Carlos Aviña, es que ya se puede caminar por todas las calles, casi a cualquier hora. Sin embargo seguirá avanzando en la medida en que los habitantes sean tratados como cualquier otra persona sin distinciones.”

Aquí hay seres humanos y hay que darles ese nivel como seres humanos. Ellos merecen todo el respeto del mundo, aunque tengan carencias, otra forma de expresarse, otros usos y costumbres. Rescátalos desde su escencia, entonces el otro ser humano al sentirse respetado, también aprenderá y te respetará”.Toda acción tiene una reacción, el movimiento avanza y hay registros de personas que experimentan estos cambios al grado de que mejor han decido salir a otros lugares fuera de ese entorno.

El ambiente actual

Pese a esos cambios, siguen viéndose todo el día mujeres que ofrecen servicios sexuales en calles como Huerto; Calzada Independencia e Hidalgo. El estigma sobre que San Juan de Dios, el barrio más antiguo de Guadalajara, se concentra lo negativo de la ciudad, continúa por mucho que se garantice que se puede transitar sin ser víctima de un robo. A pesar del movimiento comercial por la temporada decembrina, el transitar de los visitantes se limita sobre la calle Insurgentes, hasta Gómez Farías, después de ese tramo inicia la zona habitacional, casas antiguas, con fachadas descuidadas, que aportan a la mala imagen de la zona. Si bien es cierto que aún hay prostitución, narcotienditas, drogadicción y fincas popularmente conocidas como “picaderos”, es parte del trabajo que falta por hacer. Lo importante: hay gente dispuesta a mejorar su entorno.

El barrio de San Juan de Dios, con 147 vecindades, pero tiempo atrás convertido en el prostíbulo más grande del país, lucha para transformarse y esa batalla la llevan a cabo sus propios habitantes comandados por “El Padre Cobijas”.

Ya advierten cambios y aseguran que poco a poco deja ser una zona de gueto y se convierte en una zona en donde se puede transitar libremente, por el cambio y aporte de sus habitantes. Todavía las llamadas “tienditas” de drogas se niegan a desaparecer, vecindades y casas son puntos de venta y consumo de drogas. Las acciones son complicadas. No parecen muy lejanos los tiempos en los que era prácticamente imposible circular por la zona.

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Los riesgos de ser asaltado eran inminentes. En ese sitio se concentraban las guaridas de los ladrones en bicicleta, los “tumba cadenas” y roba­celulares. La prostitución se ejercía de día y de noche y que prevalece, surgieron las madrotas que controlaban la zona y que poco a poco fueron involucrando a menores de edad en sus actividades. La mancha de delitos y maldad iba creciendo, el tráfico infantil surgió de manera riesgosa en la zona y en su momento fue evidenciado por EL OCCIDENTAL, en recorrido realizado.

Sobrevinieron entonces operativos, acciones policiales, cateos y otras intervenciones en las que la zona fue cercada, apartando aún más a los habitantes del resto de la población; pero ninguna como ésta y mejor aún, llevada por manos de ciudadanos.

Una avanzada en silencio

Desde hace ocho años Carlos Aviña, presidente y fundador del Colegio de Especialidades Avanzadas en Sexualidad y Salud A.C., también conocido como el “Padre Cobijas”, llegó a la zona para concientizar sobre el abuso sexual infantil, en donde se confirmó esa problemática; pero otros más como que era una zona apartada de Guadalajara que pese a su cercanía del Centro Histórico, en donde la prostitución, drogadicción, marginación, y otras problemáticas existen.

Se planteó entonces un cambio a través de la alimentación, salud, educación, opciones de empleo e identidades porque hay cientos de personas sin registrar ante el Registro Civil.

”El primer día que llegamos nos dijeron (la delincuencia) 'sí los vamos a dejar funcionar, pero sólo se va a poder caminar por estas calles y sólo se van a poder meter a estas vecindades' (...) no podías entrar a Abasolo, así en estas calles, en todos lados, era imposible. Nos mandaron mujeres para enterarse de lo que realmente estábamos haciendo y eso nos abrió muchas puertas”, recordó Aviña durante un recorrido por la zona.

Checa el dato:

Compartió que sobre la calle Gómez Farías había un prostíbulo y un table dance, pero al paso del tiempo, por su iniciativa se instaló un grupo de Barrios Unidos en Cristo para evangelizar y poco tiempo después el primero cerró.

”En esos locales había prostíbulos. Ya se cerraron”. Son al menos seis locales de las calles Gómez Farías e Insurgentes, los que cambiaron de giro, de prostíbulos a tiendas de juguetes o de ropa, lo que ha traído otro ambiente y más visitantes al ser más comercial.

San Juan de Dios, tiene 147 vecindades, en el cuadrante de la Calzada Independencia, Calzada del Ejército, República y hasta la zona de la Central Vieja, en las que prevalecen puntos de narcomenudeo, pero son pocas las que requerirían de una intervención.

“Muy pocas hay que intervenir. El cambio se ha dado en las personas que las habitan, que han hecho pequeñas transformaciones ahí, pero se necesitan recursos”. El cambio en general, asegura Carlos Aviña, es que ya se puede caminar por todas las calles, casi a cualquier hora. Sin embargo seguirá avanzando en la medida en que los habitantes sean tratados como cualquier otra persona sin distinciones.”

Aquí hay seres humanos y hay que darles ese nivel como seres humanos. Ellos merecen todo el respeto del mundo, aunque tengan carencias, otra forma de expresarse, otros usos y costumbres. Rescátalos desde su escencia, entonces el otro ser humano al sentirse respetado, también aprenderá y te respetará”.Toda acción tiene una reacción, el movimiento avanza y hay registros de personas que experimentan estos cambios al grado de que mejor han decido salir a otros lugares fuera de ese entorno.

El ambiente actual

Pese a esos cambios, siguen viéndose todo el día mujeres que ofrecen servicios sexuales en calles como Huerto; Calzada Independencia e Hidalgo. El estigma sobre que San Juan de Dios, el barrio más antiguo de Guadalajara, se concentra lo negativo de la ciudad, continúa por mucho que se garantice que se puede transitar sin ser víctima de un robo. A pesar del movimiento comercial por la temporada decembrina, el transitar de los visitantes se limita sobre la calle Insurgentes, hasta Gómez Farías, después de ese tramo inicia la zona habitacional, casas antiguas, con fachadas descuidadas, que aportan a la mala imagen de la zona. Si bien es cierto que aún hay prostitución, narcotienditas, drogadicción y fincas popularmente conocidas como “picaderos”, es parte del trabajo que falta por hacer. Lo importante: hay gente dispuesta a mejorar su entorno.

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