/ jueves 30 de diciembre de 2021

Amigos y vecinos de desaparecidos peregrinan en su búsqueda

Narran que buscan de un lado a otro y que no pierden la esperanza

Cuando una persona desaparece, no solo la familia es que comienza a vivir el pesar, el calvario de caminar de dependencia en dependencia con la esperanza de encontrarlos.

También los amigos y vecinos padecen esta situación, tal es el caso de la señora Hortensia López, quien desde hace un año ocho meses no deja sola a su vecina en esa incansable búsqueda.

Los acompañantes también se cansan de buscar, de ver cómo son maltratadas por las autoridades, de cómo ignoran el sufrimiento de quien tiene un pariente perdido, de la esperanza que da cada vez que se habla de alguna fosa localizada, pero también ven el desencanto cuando no hay noticias, cuando los cuerpos no son de quienes buscan.

Puedes leer:

Desde afuera del dolor de la familia, ella narra cómo buscan de un lado a otro, de cómo no pierden la esperanza de encontrar a quien busca, en su caso su vecina todos los días se traslada desde Tonalá a diferentes dependencias y cuando “no tiene dinero le cuesta más trabajo porque tiene que andar en camiones y no puede pagar el taxi, ya por sus piernas no puede caminar muy bien”.

Con tristeza, también señala que con el hecho de estar afuera de las instalaciones del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) “siente que ya lo está buscando, que lo acompaña si es que llega el cuerpo”.

Pero también quienes acompañan a sus amigos en ese dolor y en ese andar de todos los días, son testigos de cómo la fe y la esperanza mengua en algunos familiares de la persona no localizada o ausente, de cómo algunas esposas dejan de buscar y se dan por vencidas y aceptan que están fallecidos aún sin tener un cuerpo que lo compruebe.

En el caso de su amiga, el joven desaparecido dejó a dos hijas pequeñas, “no hay apoyo por parte de la pareja de él, ella no tiene interés de nada ni encontrarlo vivo o muerto, pero a las dos niñas se las manda a ella” y asegura que quien era su esposo ya lo da por muerto y “le da lo mismo de buscar, traer, nada de nada, ella no tiene interés”.

Pero también en su calle no sólo desapareció el joven que buscan, en menos de tres semanas también desaparecieron alrededor de cuatro personas más y de ninguna tienen noticia alguna o indicios de si están vivos o fallecidos, si está el cuerpo completo en alguna morgue o en fragmentos. Así la cruda realidad que viven las personas que acompañan en su peregrinar a quienes buscan a un familiar desaparecido.

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  • Cuando una persona desaparece, no solo la familia es que comienza a vivir el pesar, el calvario de caminar de dependencia en dependencia con la esperanza de encontrarlos.

    También los amigos y vecinos padecen esta situación, tal es el caso de la señora Hortensia López, quien desde hace un año ocho meses no deja sola a su vecina en esa incansable búsqueda.

    Los acompañantes también se cansan de buscar, de ver cómo son maltratadas por las autoridades, de cómo ignoran el sufrimiento de quien tiene un pariente perdido, de la esperanza que da cada vez que se habla de alguna fosa localizada, pero también ven el desencanto cuando no hay noticias, cuando los cuerpos no son de quienes buscan.

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    Desde afuera del dolor de la familia, ella narra cómo buscan de un lado a otro, de cómo no pierden la esperanza de encontrar a quien busca, en su caso su vecina todos los días se traslada desde Tonalá a diferentes dependencias y cuando “no tiene dinero le cuesta más trabajo porque tiene que andar en camiones y no puede pagar el taxi, ya por sus piernas no puede caminar muy bien”.

    Con tristeza, también señala que con el hecho de estar afuera de las instalaciones del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) “siente que ya lo está buscando, que lo acompaña si es que llega el cuerpo”.

    Pero también quienes acompañan a sus amigos en ese dolor y en ese andar de todos los días, son testigos de cómo la fe y la esperanza mengua en algunos familiares de la persona no localizada o ausente, de cómo algunas esposas dejan de buscar y se dan por vencidas y aceptan que están fallecidos aún sin tener un cuerpo que lo compruebe.

    En el caso de su amiga, el joven desaparecido dejó a dos hijas pequeñas, “no hay apoyo por parte de la pareja de él, ella no tiene interés de nada ni encontrarlo vivo o muerto, pero a las dos niñas se las manda a ella” y asegura que quien era su esposo ya lo da por muerto y “le da lo mismo de buscar, traer, nada de nada, ella no tiene interés”.

    Pero también en su calle no sólo desapareció el joven que buscan, en menos de tres semanas también desaparecieron alrededor de cuatro personas más y de ninguna tienen noticia alguna o indicios de si están vivos o fallecidos, si está el cuerpo completo en alguna morgue o en fragmentos. Así la cruda realidad que viven las personas que acompañan en su peregrinar a quienes buscan a un familiar desaparecido.

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