Nací en Oaxaca, muy cerca de las costas del Pacífico mexicano, y soy orgullosamente hija de un pescador ribereño. Por ello, el mar es parte fundamental de mi vida, y desde siempre he enfocado mis esfuerzos en contribuir con su protección y la de la gente que depende de éste.
Al hablar del mar, necesariamente debo hablar de la pesca, uno de los sectores productivos más importantes de nuestro país, que genera hasta 300 mil empleos directos, en una nación con más 11 mil kilómetros de litorales, 17 estados costeros y contacto con el Mar de Cortés, el Golfo de México, el Caribe Mexicano y el océano Pacífico. A pesar de esto, actualmente sigue siendo una actividad poco valorada.
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En particular, la pesca ribereña es un sector que ha sido relegado en los planes de desarrollo local, gobernanza, organización, productividad y sustentabilidad. Esto aún cuando nueve de cada 10 pescados marinos nacionales que se consumen en México provienen de la pesca ribereña.
Nos encontramos en un momento de reflexión, pues si bien es cierto que nos hemos enfrentado a diferentes obstáculos, nuestro país está reafirmando el deseo de alcanzar metas para construir un futuro sostenible y próspero, en el que el mar es fundamental.
La pesca además de ser el sustento de miles de familias, representan un modo de vida que se define en cultura y fortalece la identidad de las comunidades, dándoles una fuente de seguridad y soberanía alimentaria que combatirá la pobreza, en favor de comunidades marginadas.
Por tal razón, es necesario fortalecer, crear e impulsar proyectos en beneficio de los pescadores y sus familias, mismos que se han enfrentado a problemas como las condiciones de urbanización, falta de acceso a seguridad, servicios de salud, financiamiento y bienestar social; también debemos considerar la inseguridad, la legalidad, la participación, igualdad de condiciones, falta de apoyos gubernamentales, impactos socioculturales debido a políticas generalizadas y aspectos productivos que afectan los rasgos culturales como creencias, pensamientos y modo de vida y el desarrollo económico. Este último se ve alterado por factores como: el tiempo de veda que al restringir la captura de ciertas especies demandadas, los pescadores buscan alternativas como la pesca ilegal o abandono de la actividad, la distribución geográfica, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos.
Ser un pescador es un orgullo y satisfacción, pues su trabajo es digno de admirar. Actualmente los pescadores no quieren hijos pescadores por las razones anteriores, por lo que es crucial implementar acciones para que el sector pesquero tradicional continúe en las siguientes generaciones con el fin de mejorar la capacidad adaptativa del sector pesquero ante los cambios a los que está expuesto, acceder a mejores condiciones de vida individual y comunitaria.
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Por último, debemos emprender acciones que consideren futuros proyectos, impulsen el acceso de pescadores a fuentes de financiamiento, la creación de foros directos con el gobierno para enfrentar los problemas existentes, promover incentivos, impulsar tratados y acuerdos internacionales mejorando el compromiso para el manejo sostenible de los recursos, generar empleos, promover el consumo de productos del mar capturados de manera responsable, incluir la perspectiva de género para igualdad de oportunidades, atender el desarrollo social, fortalecer la vigilancia en tiempo de veda y proporcionar seguridad a los pescadores ribereños. ¡Seguiré trabajando para que así sea!
@carmenbautistaz
*Presidenta de la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados
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