Teotihuacán, Estado de México.- Con la presencia de lo que es la grandeza deportiva, se llevó a cabo la ceremonia del encendido del Fuego Nuevo entre las Pirámides de la Luna y el Sol, en la Zona Arqueológica de Teotihuacán, rumbo a los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018.
Con ello inicia el recorrido de la Antorcha que recorrerá distintas ciudades colombianas hasta su llegada al sitio donde serán inaugurados los Juegos de la justa regional, que se realizará del 19 de julio al 3 de agosto.
En Teotihuacán (Ciudad de los Dioses) los sacerdotes, vestidos a la usanza antigua, iniciaron el ritual frente a las 31 banderas de los países participantes, así como de los integrantes de la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (ODECABE), del Comité Olímpico Internacional (COI) y Comité Olímpico Mexicano (COM).
Las danzas multicolores de la cultura prehispánica enmarcaron la unión que hace el deporte ante las naciones. El incienso expandió su aroma para dar inicio a lo que representa el nuevo ciclo hacia los próximos Juegos Olímpicos veraniegos.
El primer paso es pedir permiso a los seis puntos cardinales (oriente, poniente, norte, sur) y a los elementos (tierra y cosmos), para después comenzar a danzar. Con este ritual se marca el eje de energía que reverbera en círculos concéntricos, permitiendo que todo el grupo se transforme en una unidad.
Los presentes (autoridades, deportistas, entrenadores y público en general) fueron purificados, y se dijeron inspirados para que el deporte siga siendo la base principal para alcanzar la gloria a través de las competencias. La virtud de los sueños por alcanzar el podio se vio reflejada en este espectáculo cultural y milenario que alumbrará los Juegos Centroamericanos; una justa que comenzó su historia el 12 de octubre de 1926 en la Ciudad de México.
El deportista colombiano David Rodríguez Malagón fue el encargado de correr como primer relevo la Calzada de Los Muertos, del centro ceremonial, para que la Antorcha viaje hacia Barranquilla.