/ domingo 21 de agosto de 2022

Suave trazo resume medio siglo de arte de Rafael López Castro

Para conmemorar 50 años de carrera de Rafael López Castro, se edita un libro que él inició en 2002

Pocos son los diseñadores gráficos que han influido tan profundamente en la educación visual de nuestro país como lo ha hecho el maestro autodidacta Rafael López Castro durante los últimos 50 años. Gracias a él, cientos de libros, logotipos, revistas y carteles han tenido un rostro único, en cuyos trazos es perceptible un agudo entendimiento de la cultura mexicana.

Como un homenaje a esa larga y significativa carrera, se publica el libro Suave trazo, el cual fue presentado en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, por el diseñador, en compañía del escritor Juan Villoro, la historiadora Alejandra Moreno Toscano, el artista Germán Montalvo y el artista visual Santiago Robles.

El libro fue una iniciativa confabulada y diseñada a mano y con fotocopias por el mismo López Castro en su estudio desde hace 20 años, el cual fue conocido en un primer borrador por Santiago Robles quien promovió el apoyo para su publicación.

“La publicación no necesariamente tiene el respaldo de una editorial, pero sí el respaldo y cariño que tenemos las personas que tenemos el privilegio de acompañar al maestro todos estos años”, comentó Robles.

En sus páginas, el libro recupera muchas de las ilustraciones que el artista hizo a lo largo de su carrera, entre ellas, las que hizo tras su paso por la histórica imprenta de Grupo Madero, las de su temporada como director del Departamento de Diseño del Fondo de Cultura Económica, así como varias portadas de la colección Lecturas Mexicanas y la editorial Joaquín Mortiz.

A demás del material gráfico, la publicación está acompañada de textos —entre los que se incluyen los de los presentadores del libro—, de grandes plumas que describen y analizan el trabajo de López Castro, como son Vicente Rojo, Carlos Monsiváis, Felipe Garrido, David Huerta, Pablo Rulfo, Juan Domingo Argüelles, Eraclio Zepeda o Mónica de la Barrera.

En la presentación, Juan Villoro habló del trabajo de López Castro, en cuya obra se puede reconocer un gran cariño por México y en especial por su natal Jalisco, con lo cual su obra tiene un sentido “local, pero también universal” y mencionó que “en su gran talento como diseñador hay una reinterpretación y una capacidad de resumir la estética de los materiales tratados”, como es el caso de sus carteles y portadas dedicados a grandes personajes como Edgar Allan Poe, pero también Benito Juárez y el poeta zacatecano Ramón López Velarde, haciéndolos mucho más entrañables, y también útiles para la lectura de los libros que ilustra.

Mientras tanto, Germán Montalvo, resaltó la aportación del maestro Rafael para el mundo y la estética utilizando los símbolos de lo mexicano. “A lo largo de los años, la complejidad simbólica que caracteriza los dibujos de los antiguos mexicanos ha formado en Rafael los valores críticos que le permiten descifrar con claridad el significado de esas referencias visuales de nuestra cultura. Su Bauhaus es la pictografía mexicana, las imágenes que son palabras”.

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Por su parte Moreno Toscano destacó el valor social de la obra del diseñador —quien siempre mostró un interés por la lucha social y de izquierda—, la cual fue de gran utilidad durante los trabajos de reconstrucción tras el terremoto de 1985 que azotó a la Ciudad de México, para los que realizó infografías informativas que sirvieron para orientar y organizar a los afectados.

Rafael López Castro agradeció las palabras de los presentadores y confesó que su más grande encuentro en el mundo del diseño gráfico fue con Vicente Rojo, con quien trabajó en la Imprenta Madero: “Yo tuve tres amigos que fueron mis maestros sin darme lecciones: Vicente Rojo, Paul Leduc y Carlos Chávez. Con ellos discutíamos qué teníamos que hacer y así fue como sucedió todo esto. Gracias a todos. Los diseñadores gráficos hacemos cosas que si gustan ya la hicimos, pero si no, mejor callamos”.

Pocos son los diseñadores gráficos que han influido tan profundamente en la educación visual de nuestro país como lo ha hecho el maestro autodidacta Rafael López Castro durante los últimos 50 años. Gracias a él, cientos de libros, logotipos, revistas y carteles han tenido un rostro único, en cuyos trazos es perceptible un agudo entendimiento de la cultura mexicana.

Como un homenaje a esa larga y significativa carrera, se publica el libro Suave trazo, el cual fue presentado en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, por el diseñador, en compañía del escritor Juan Villoro, la historiadora Alejandra Moreno Toscano, el artista Germán Montalvo y el artista visual Santiago Robles.

El libro fue una iniciativa confabulada y diseñada a mano y con fotocopias por el mismo López Castro en su estudio desde hace 20 años, el cual fue conocido en un primer borrador por Santiago Robles quien promovió el apoyo para su publicación.

“La publicación no necesariamente tiene el respaldo de una editorial, pero sí el respaldo y cariño que tenemos las personas que tenemos el privilegio de acompañar al maestro todos estos años”, comentó Robles.

En sus páginas, el libro recupera muchas de las ilustraciones que el artista hizo a lo largo de su carrera, entre ellas, las que hizo tras su paso por la histórica imprenta de Grupo Madero, las de su temporada como director del Departamento de Diseño del Fondo de Cultura Económica, así como varias portadas de la colección Lecturas Mexicanas y la editorial Joaquín Mortiz.

A demás del material gráfico, la publicación está acompañada de textos —entre los que se incluyen los de los presentadores del libro—, de grandes plumas que describen y analizan el trabajo de López Castro, como son Vicente Rojo, Carlos Monsiváis, Felipe Garrido, David Huerta, Pablo Rulfo, Juan Domingo Argüelles, Eraclio Zepeda o Mónica de la Barrera.

En la presentación, Juan Villoro habló del trabajo de López Castro, en cuya obra se puede reconocer un gran cariño por México y en especial por su natal Jalisco, con lo cual su obra tiene un sentido “local, pero también universal” y mencionó que “en su gran talento como diseñador hay una reinterpretación y una capacidad de resumir la estética de los materiales tratados”, como es el caso de sus carteles y portadas dedicados a grandes personajes como Edgar Allan Poe, pero también Benito Juárez y el poeta zacatecano Ramón López Velarde, haciéndolos mucho más entrañables, y también útiles para la lectura de los libros que ilustra.

Mientras tanto, Germán Montalvo, resaltó la aportación del maestro Rafael para el mundo y la estética utilizando los símbolos de lo mexicano. “A lo largo de los años, la complejidad simbólica que caracteriza los dibujos de los antiguos mexicanos ha formado en Rafael los valores críticos que le permiten descifrar con claridad el significado de esas referencias visuales de nuestra cultura. Su Bauhaus es la pictografía mexicana, las imágenes que son palabras”.

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Por su parte Moreno Toscano destacó el valor social de la obra del diseñador —quien siempre mostró un interés por la lucha social y de izquierda—, la cual fue de gran utilidad durante los trabajos de reconstrucción tras el terremoto de 1985 que azotó a la Ciudad de México, para los que realizó infografías informativas que sirvieron para orientar y organizar a los afectados.

Rafael López Castro agradeció las palabras de los presentadores y confesó que su más grande encuentro en el mundo del diseño gráfico fue con Vicente Rojo, con quien trabajó en la Imprenta Madero: “Yo tuve tres amigos que fueron mis maestros sin darme lecciones: Vicente Rojo, Paul Leduc y Carlos Chávez. Con ellos discutíamos qué teníamos que hacer y así fue como sucedió todo esto. Gracias a todos. Los diseñadores gráficos hacemos cosas que si gustan ya la hicimos, pero si no, mejor callamos”.

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