/ domingo 24 de marzo de 2019

Rechazo a reprobados en el Senado

Eduardo Sadot-Morales Figueroa

Rechazar a quienes reprueban, no es ni novedad, ni sorpresa, es lo que en un pueblo civilizado debe hacerse. En muchos países los jóvenes dedican muchas horas de su tiempo para preparar un examen, si lo reprueban, cancelan la probabilidad de acceder a otro nivel de estudios y con ello pierden todas las posibilidades de superación y peor aún, de ascender a otro status social. Errar es de humanos, lo que no es normal es errar varias veces, no obstante que corrijan se reconoce.

La semana que termina el Senado de la República debía nombrar a quienes serían los miembros que faltan de la Comisión Reguladora de Energía.

Reconocer cuando se corrige ya es un avance, me parece significativo que sea el Senado quien haya tenido que corregirle la plana al jefe del Ejecutivo, por haber propuesto a tres candidatos que no tenían los mínimos conocimientos que se requieren para ese cargo.

Rescatamos dos detalles de las comparecencias, por su significado emblemático, la anécdota de dos aspirantes, uno al que se le preguntó si sabía que era C. E. L. y mostró su celular, ello evidenciaba ignorancia, pero no sentido del humor, cuando se le explicó que era Certificado de Energía Limpia comprendió, por supuesto que era elemental que lo supiera si aspiraba a ese cargo, el otro caso fue de una dama a la que le preguntaron cómo sabía de la Comisión Reguladora de Energía y dijo que la información la había buscado y encontrado en un buscador de su celular.

Los dos datos son ilustrativos de la ignorancia galopante y la corrupción de quien guarda silencio ante su ignorancia, apostando a ser nombrados por dedazo o asignación, sin tener la menor idea de las responsabilidades del cargo.

Lo que supone conocer al menos el reglamento y las leyes que le servirán de marco jurídico regulatorio. No saber o despreciar una de las características que debe regir a toda Administración Pública de los tres órdenes de gobierno – además de honestidad y transparencia – es excelencia.

Si esto se hace evidente, debe de quedar muy claro, pero bastante claro, que desempeñar un cargo público, sin los conocimientos, la destreza, habilidad y pericia que demandan estos, es el más elevado grado de corrupción. Para que quede muy claro, equivale a que alguien sin estudios de medico se desempeñe como tal poniendo en riesgo al paciente, pero en este caso es más que la salud de una persona, es la estabilidad de la administración de un país, Que accedan a cargos de elección popular sin estudios es malo, pero es peor, que en responsabilidades administrativas arriben ignorantes, cuya única cualidad o mérito sea el certificado de garantía de honestidad que expida quien los nombra, sin valorar sus conocimientos.

sadot16@hotmail.com

Eduardo Sadot-Morales Figueroa

Rechazar a quienes reprueban, no es ni novedad, ni sorpresa, es lo que en un pueblo civilizado debe hacerse. En muchos países los jóvenes dedican muchas horas de su tiempo para preparar un examen, si lo reprueban, cancelan la probabilidad de acceder a otro nivel de estudios y con ello pierden todas las posibilidades de superación y peor aún, de ascender a otro status social. Errar es de humanos, lo que no es normal es errar varias veces, no obstante que corrijan se reconoce.

La semana que termina el Senado de la República debía nombrar a quienes serían los miembros que faltan de la Comisión Reguladora de Energía.

Reconocer cuando se corrige ya es un avance, me parece significativo que sea el Senado quien haya tenido que corregirle la plana al jefe del Ejecutivo, por haber propuesto a tres candidatos que no tenían los mínimos conocimientos que se requieren para ese cargo.

Rescatamos dos detalles de las comparecencias, por su significado emblemático, la anécdota de dos aspirantes, uno al que se le preguntó si sabía que era C. E. L. y mostró su celular, ello evidenciaba ignorancia, pero no sentido del humor, cuando se le explicó que era Certificado de Energía Limpia comprendió, por supuesto que era elemental que lo supiera si aspiraba a ese cargo, el otro caso fue de una dama a la que le preguntaron cómo sabía de la Comisión Reguladora de Energía y dijo que la información la había buscado y encontrado en un buscador de su celular.

Los dos datos son ilustrativos de la ignorancia galopante y la corrupción de quien guarda silencio ante su ignorancia, apostando a ser nombrados por dedazo o asignación, sin tener la menor idea de las responsabilidades del cargo.

Lo que supone conocer al menos el reglamento y las leyes que le servirán de marco jurídico regulatorio. No saber o despreciar una de las características que debe regir a toda Administración Pública de los tres órdenes de gobierno – además de honestidad y transparencia – es excelencia.

Si esto se hace evidente, debe de quedar muy claro, pero bastante claro, que desempeñar un cargo público, sin los conocimientos, la destreza, habilidad y pericia que demandan estos, es el más elevado grado de corrupción. Para que quede muy claro, equivale a que alguien sin estudios de medico se desempeñe como tal poniendo en riesgo al paciente, pero en este caso es más que la salud de una persona, es la estabilidad de la administración de un país, Que accedan a cargos de elección popular sin estudios es malo, pero es peor, que en responsabilidades administrativas arriben ignorantes, cuya única cualidad o mérito sea el certificado de garantía de honestidad que expida quien los nombra, sin valorar sus conocimientos.

sadot16@hotmail.com

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