/ domingo 3 de febrero de 2019

Rusia se alista para reactivar carrera bien nuclear

El presidente ruso ordenó cancelar cualquier negociación del Tratado hasta que Estados Unidos madure e instó a la Defensa desarrollar un misil hipersónico de alcance medio

La tensión entre Washington y Moscú aumentó ayer bruscamente después que el presidente ruso Vladimir Putin decidió retirar a Rusia del tratado de desarme nuclear de 1987 en respuesta a una medida análoga anunciada el viernes por Donald Trump.

Alarmada por esa escalada, que provocó un súbito agravamiento de la situación internacional, China apeló a Estados Unidos y Rusia a mantener un diálogo constructivo.

La reacción de Moscú no se hizo esperar, pues sobrevino menos de 24 horas después del anuncio de la Casa Blanca.

Durante una reunión televisada en el Kremlin con los ministros de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, y de Defensa, Serguei Shoigu, Putin explicó que se trataba de una “respuesta simétrica” a Estados Unidos: “Nuestros socios norteamericanos anunciaron que suspenden su participación” en el tratado, pues “nosotros también lo hacemos ", afirmó el líder del Kremlin, que el viernes mantuvo otra crucial reunión sobre el tema con el Consejo de Seguridad Nacional.

Putin comentó también que, desde hace años, Estados Unidos ignora las iniciativas rusas sobre desarme y en forma permanente "busca pretextos para desmontar el sistema de seguridad existente".

Para mostrar su determinación, Putin instruyó ayer a Lavrov y Shoigu que no inicien nuevas negociaciones con Estados Unidos hasta que ese país “madure” y sea capaz de “llevar un diálogo consistente y en igualdad de condiciones" sobre un asunto que es "muy importante tanto para nosotros como para nuestros socios [norteamericanos] y para el resto del mundo".

Los dos países tenían previsto reunirse en las próximas semanas en el marco del consejo OTAN-Rusia. La subsecretaria norteamericana para el Control de Armas, Andrea Thompson, no había descartado la posibilidad de un encuentro, pero la directiva impartida ayer por Putin parece excluir por completo esa posibilidad.

El canciller Lavrov explicó que Moscú había tratado de hacer “todo lo posible para salvar el tratado INF, teniendo en cuenta su significado para la seguridad estratégica en Europa y en el mundo". El Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance (Tratado INF), firmado en 1987, prohibía los misiles balísticos y de crucero con alcance de 500 a 5.500 kilómetros.

Putin, con todo, se comprometió a no desplegar misiles de medio y largo alcance en Europa ni en otras regiones del mundo ni a lanzarse en una nueva carrera armamentista a menos que Estados Unidos despliegue armas similares.

Preventivamente, sin embargo, autorizó a su ministro de Defensa a comenzar a desarrollar un misil hipersónico de alcance medio.

Al retirarse del tratado, "Estados Unidos asestó otro golpe aplastante a todo el sistema de control de armas que se estaba construyendo minuciosamente durante décadas", añadió una declaración difundida poco después por la cancillería rusa. “Este paso, sin duda, tendrá graves consecuencias negativas y de gran alcance para toda la arquitectura de la seguridad internacional y la estabilidad estratégica, sobre todo en Europa. La responsabilidad de ello recae completamente en Estados Unidos", insistió.

La tensión entre Washington y Moscú aumentó ayer bruscamente después que el presidente ruso Vladimir Putin decidió retirar a Rusia del tratado de desarme nuclear de 1987 en respuesta a una medida análoga anunciada el viernes por Donald Trump.

Alarmada por esa escalada, que provocó un súbito agravamiento de la situación internacional, China apeló a Estados Unidos y Rusia a mantener un diálogo constructivo.

La reacción de Moscú no se hizo esperar, pues sobrevino menos de 24 horas después del anuncio de la Casa Blanca.

Durante una reunión televisada en el Kremlin con los ministros de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, y de Defensa, Serguei Shoigu, Putin explicó que se trataba de una “respuesta simétrica” a Estados Unidos: “Nuestros socios norteamericanos anunciaron que suspenden su participación” en el tratado, pues “nosotros también lo hacemos ", afirmó el líder del Kremlin, que el viernes mantuvo otra crucial reunión sobre el tema con el Consejo de Seguridad Nacional.

Putin comentó también que, desde hace años, Estados Unidos ignora las iniciativas rusas sobre desarme y en forma permanente "busca pretextos para desmontar el sistema de seguridad existente".

Para mostrar su determinación, Putin instruyó ayer a Lavrov y Shoigu que no inicien nuevas negociaciones con Estados Unidos hasta que ese país “madure” y sea capaz de “llevar un diálogo consistente y en igualdad de condiciones" sobre un asunto que es "muy importante tanto para nosotros como para nuestros socios [norteamericanos] y para el resto del mundo".

Los dos países tenían previsto reunirse en las próximas semanas en el marco del consejo OTAN-Rusia. La subsecretaria norteamericana para el Control de Armas, Andrea Thompson, no había descartado la posibilidad de un encuentro, pero la directiva impartida ayer por Putin parece excluir por completo esa posibilidad.

El canciller Lavrov explicó que Moscú había tratado de hacer “todo lo posible para salvar el tratado INF, teniendo en cuenta su significado para la seguridad estratégica en Europa y en el mundo". El Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance (Tratado INF), firmado en 1987, prohibía los misiles balísticos y de crucero con alcance de 500 a 5.500 kilómetros.

Putin, con todo, se comprometió a no desplegar misiles de medio y largo alcance en Europa ni en otras regiones del mundo ni a lanzarse en una nueva carrera armamentista a menos que Estados Unidos despliegue armas similares.

Preventivamente, sin embargo, autorizó a su ministro de Defensa a comenzar a desarrollar un misil hipersónico de alcance medio.

Al retirarse del tratado, "Estados Unidos asestó otro golpe aplastante a todo el sistema de control de armas que se estaba construyendo minuciosamente durante décadas", añadió una declaración difundida poco después por la cancillería rusa. “Este paso, sin duda, tendrá graves consecuencias negativas y de gran alcance para toda la arquitectura de la seguridad internacional y la estabilidad estratégica, sobre todo en Europa. La responsabilidad de ello recae completamente en Estados Unidos", insistió.

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