/ sábado 25 de agosto de 2018

Sucesión en las Fuerzas Armadas, ellos son los candidatos para comandar Sedena y la Marina

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, comenzó a analizar algunos perfiles para encabezar Sedena y Marina

La designación de quien será el nuevo secretario de Defensa y quien encabece la Marina, se da en un escenario inédito ante un Presidente de la República electo que se asume progresista, con una agenda de cambios que muchos se preguntan cómo tocarán a las fuerzas armadas


Fueron los minutos más tensos sin armas de por medio en su carrera militar. Sucedió el sábado 10 de septiembre de 2016 en Tepalcatepec, en la Tierra Caliente michoacana. Ese día estaba programada la instalación de un comité ciudadano para la seguridad y se esperaba el arribo del gobernador perredista Silvano Aureoles Conejo, quien aterrizaría a bordo de su helicóptero en un campo deportivo de la población.

Un grupo de inconformes por la integración del comité, al que acusaban de estar “infiltrado” por integrantes de organizaciones criminales en pugna, se negaron a permitir el aterrizaje de la aeronave. Molestos, llamaban a no moverse de ahí mientras azuzaban a los asistentes para rechazar la presencia policíaca. Fue cuando apareció el entonces comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, quien además era el comandante de la doceava región militar con jurisdicción en ésta entidad, Guanajuato y Querétaro.

La imagen del general de división Pedro Felipe Gurrola Ramírez en uniforme de campaña, era la de un hombre que con su lenguaje corporal, movimiento de manos y mirada fija en los líderes, parecía la de un pacificador atrapado entre insultos y gritos. Ese día el militar que tiempo atrás estuvo a punto de capturar al Chapo Guzmán en Sinaloa, y después plantó cara a las bandas armadas en la frontera de Tamaulipas, mostró sus dotes de negociador ante una turba a punto de desbordar.

En aquella ocasión el general Gurrola pudo contener a los rijosos, abortada la visita del gobernador, un grupo se dispersó y a quienes se quedaron, les advirtió que no permitiría que siguieran con sus desmanes. Los líderes que movieron a la gente eran integrantes de la delincuencia organizada, estaban camuflados, quizá por eso al final el comandante militar fue duro al ordenarles, escoltado por sus soldados, que se retiraran todos de ahí.

General Pedro Felipe Gurrola Ramírez / Cortesía

Quienes conocen al general Gurrola Ramírez desde su época de cadete en el Colegio Militar, donde se graduó como oficial de zapadores, dicen que es un hombre que sabe escuchar y dialogar. Si algo llama la atención de su hoja de servicios militares, es que ha estado en los lugares más complicados en materia de seguridad, por lo que conoce a fondo lo que ocurre de Sinaloa a Tamaulipas y Michoacán.

El general Gurrola estuvo hace algunos años en la agregaduría militar en la Embajada de México en Washington. Estudió Comando y Estado Mayor General en Fort Leavenworth, Kansas; hizo el curso de Ranger en Fort Benning, Georgia, y el de Administración Internacional de Recursos de Defensa en la escuela para posgraduados de la armada norteamericana en Monterey, California. Habla inglés y es también uno de los ex comandantes de paracaidistas más respetados. En la Brigada de Fusileros Paracaidistas lo recuerdan por su trato amable, respetuoso y de una férrea disciplina con oficiales y tropa.

En el último tramo del sexenio de Felipe Calderón y en el inicio de la actual administración, el general Gurrola fue comandante de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, con cuartel en Badiraguato, Sinaloa, y fue de los pocos militares que tuvo la confianza de las agencias estadounidenses para recibir información de inteligencia sobre la ubicación y movimientos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

De Sinaloa fue enviado como comandante de la octava zona militar a Reynosa. En la conflictiva frontera con Texas le tocó enfrentar a los grupos criminales que se dividieron tras la caída de líderes regionales del otrora Cartel del Golfo. De Tamaulipas pasó a Michoacán, donde fue designado por el presidente Enrique Peña Nieto comisionado de seguridad para el estado, en sustitución de Alfredo Castillo Cervantes. El nombramiento llegó después de ser designado comandante de la doceava región militar con cuartel en Irapuato.

General Roble Arturo Granados Gallardo / Cortesía

Durante el año 2017 se desempeñó como director general de administración, cargo que dejó en diciembre pasado cuando fue nombrado Inspector y Contralor del Ejército. El general Gurrola, a decir de especialistas en materia de seguridad nacional, aparece al frente de los militares con los requisitos suficientes para ocupar la titularidad de la secretaría de la Defensa Nacional.

Tiene experiencia operativa en el ejercicio del mando de tropas, roce internacional, conocimiento de la operatividad financiera y de recursos internos de la Sedena y buena relación con el mundo civil.

Junto con él aparece en la terna, el actual subsecretario Roble Arturo Granados Gallardo y su colega el Oficial Mayor Eduardo Emilio Zárate Landero. Ambos han sido objeto de reconocimientos este año por parte del actual secretario, el general Salvador Cienfuegos Zepeda. No solo han estado por separado con su representación en los cambios de mandos militares de región en el país, también han recibido condecoraciones por sus años de servicio.

El general Granados Gallardo antes de ser subsecretario fue jefe de Estado Mayor de la Defensa. Con el divisionario Zárate Landero tiene varias cosas en común en sus posibilidades de convertirse en el nuevo secretario de la Defensa. Ambos en diferentes momentos sirvieron en el Cuerpo de Guardias Presidenciales y el Estado Mayor Presidencial. Fueron agregados militares, Granados en la Embajada de México en Moscú, y Zárate en Washington. Un dato que llamó la atención de los analistas en seguridad y defensa, fue que ambos recibieron sus condecoraciones a ocho meses de cumplir 65 años (los dos nacieron en octubre por diferencia de días), rango de edad reglamentaria para pasar a retiro.

General Eduardo Emilio Zárate Landero / Cortesía

Sobre Zárate Landero la prensa capitalina ha dado cuenta de denuncias de presuntas irregularidades en las compras de la Sedena que lo involucran. Por lo que Granados Gallardo aparecería como el más viable para estar en la terna final.

Como oficial de infantería Granados es miembro de la antigüedad 1968 del Colegio Militar, que en septiembre próximo cumplirá 50 años de carrera en el Ejército. De acuerdo con su expediente comenzó en el Cuerpo de Guardias Presidenciales. Posteriormente estuvo comisionado en el Estado Mayor Presidencial durante la gestión del presidente José López Portillo (1976-1982). También en la sección segunda, inteligencia militar, en dos momentos diferentes, en 1986 con el general Juan Arévalo Gardoqui como titular de la Sedena, y en 1997 en contrainteligencia con el general Antonio Riviello Bazán. Tuvo mando de tropas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en la comandancia de la séptima región militar, y después en Mexicali, Baja California, en el cuartel de la segunda región.

Pero la sucesión no se queda en terna por el momento. Un cuarto nombre mencionado es el del actual jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional, el divisionario Alejandro Saavedra Hernández.

Su carrera tuvo un antes y un después tras su paso por Chilpancingo como comandante de la 35 zona militar. Su nombre aparece relacionado al caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotiznapa, al haber sido el mando superior de las tropas del 27 batallón de infantería que actuaron en la noche de Iguala, en septiembre 2014.

General Alejandro Saavedra Hernández / Cortesía

Además, tres de los 12 mandos territoriales según especialistas consultados, tendrían los méritos suficientes para aparecer en la terna final.

El primero es el general de división Dagoberto Espinosa Rodríguez, actual comandante de la primera región militar con jurisdicción en la Ciudad de México, Hidalgo, Estado de México y Morelos.

Graduado en 1978 del Colegio Militar como subteniente de caballería, de su expediente llama la atención su paso como oficial de inteligencia militar en la Fuerza de Tarea Marte en los años 80 en Badiraguato, Sinaloa; el curso de comando y Estado Mayor en Fort Benning, Georgia, y su paso como agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. En 1996 al regresar al país estuvo como analista en la sección décima del Estado Mayor de la Defensa Nacional, el área entonces encargada de operaciones contra el narcotráfico.

Otro es el actual comandante de la cuarta región militar con sede en Monterrey, capital financiera del país, y responsabilidad en Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí. El general de división Luis Crescencio Sandoval González, es un oficial de caballería que de acuerdo con su hoja de servicios ha realizado el curso de administración de recursos de Defensa, el Superior de Defensa Continental, el de inteligencia en el Colegio de Inteligencia Militar del Pentágono, y el básico de Operaciones de Apoyo a la Paz en el cuartel McNaughton, en Ontario, Canadá. Fue agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. y delegado en la Junta Interamericana de Defensa.

Previo a su arribo a Monterrey, estuvo en Reynosa al mando de la octava zona militar, y antes durante buena parte del actual sexenio fue subjefe operativo del Estado Mayor de la Defensa.

Almirante Luis Gerardo Alcalá Ferráez / Cortesía

Dicen que todos los generales de división tienen posibilidades siempre de escalar al puesto de secretario de la Defensa Nacional, pero en el descarte influye la experiencia y conocimiento de los problemas más complejos que atañen al país.

El tercer divisionario con mando territorial es el general André Georges Foullon Van Lissum, oficial de infantería graduado en 1975 del Colegio Militar, formado como paracaidista y quien en diferentes momentos de su carrera ha estado comisionado en Durango y Sinaloa.

Desde su llegada a Mazatlán en diciembre pasado para hacerse cargo de la comandancia de la tercera región militar, que abarca ambas entidades, las operaciones contra la organización de tráfico de drogas que tiene su sede en esta parte del país han tenido considerable bajas.

Sus contemporáneos comentan que el general Foullon Van Lissum tiene una raíz nacionalista muy marcada pese al apellido, que es mezcla de origen francés, belga y español. Su hoja de servicios militares registra su paso en la agregaduría militar de la Embajada de México en Washington, entre 1988 y 1990, donde fue profesor invitado en la academia militar de West Point.

Entre 1991 y 1992 estuvo adscrito a la sección segunda, inteligencia militar, del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Tiempo después fue comandante del 15 batallón de infantería y del segundo de fusileros paracaidistas.

Participó en la “Fuerza de Tarea Arcoíris”, como se llamó la operación contrainsurgente en Chiapas contra el EZLN. Estuvo de comandante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales adscrito en Sinaloa y Durango a finales de los años 90. Y como académico fue profesor de táctica general en la Escuela Superior de Guerra, y hasta noviembre pasado era el director del Colegio Militar.


Almirante Ángel Enrique Sarmiento Beltrán / Cortesía

Escenario inédito

Para el general retirado Jorge Carrillo Olea, quien acaba de publicar su libro “Torpezas de la inteligencia. Las grandes fallas de la seguridad nacional y sus posibles soluciones”, dejando de lado la parte dogmática —la lealtad, el valor e integridad— que siempre aparece cuando se trata de mencionar las cualidades de quien será el nuevo secretario de la Defensa, en la coyuntura actual se le deberá de sumar que quien resulte electo tenga capacidad crítica, algo difícil de encontrar en el medio castrense.

Ejercer la autocrítica sería uno de los tres requisitos, otro que sea un hombre “progresista, no un guerrillero, sino alguien que reconozca que hacen falta cosas por hacer, y otras que se hicieron mal, el tema de la educación, tiene muchas aristas, es necesaria la actualización de criterios, por ejemplo, pregunto ¿es válido a estas alturas el arresto privativo de la libertad?. Es un tema de reflexión. El soldado no tiene voz”.

El tercer requisito que sea un “hombre con mucha energía, con ganas de hacer las cosas, ir contra prácticas muy viejas, contra prácticas viciadas, que tienen un efecto negativo para el propio claustro. Abran las ventanas, que circule el aire”.

El analista Iñigo Guevara escribió hace unos días en el periódico El Heraldo que el sexenio en puerta se presenta como la oportunidad de reformar las instituciones de gobierno, como las fuerzas armadas, para más allá de manejarlas como “subsidiarias de la policía o comodines antibióticos de los males del país”, darles marco legal para que contribuyan al desarrollo nacional.

Consultor en Washington de la compañía especializada en temas de defensa Jane’s, Guevara escribió que el próximo secretario de Defensa deberá ser un general de división respetado y reconocido, con “perfil mediador”, de preferencia con experiencia en “implementación de políticas de conciliación y amnistía”, al igual que reconocimiento internacional y conocimiento de campo.


Los almirantes

En la lista de posibles sucesores como secretario de Marina del almirante Vidal Francisco Soberón Sanz la lista es más reducida en virtud de que desde el sexenio anterior, los ascensos han sido más limitados en número dada la modernización que la dependencia ha tenido en los últimos 12 años.

La terna la encabeza el almirante José Luis Vergara Ibarra, actual Oficial Mayor, y Luis Gerardo Alcalá Ferráez, jefe de Estado Mayor. Si bien se menciona al subsecretario Ángel Enrique Sarmiento Beltrán, sus posibilidades se reducen ya que el año entrante cumplirá la edad de retiro.

Almirante José Luis Vergara Ibarra / Cortesía

El roce con el mundo civil al almirante Vergara Ibarra se lo dio su paso como coordinador de comunicación social de la dependencia. Es ingeniero en ciencias navales, tiene maestría en administración naval, mando superior y seguridad nacional, además de contar con doctorado en defensa y seguridad nacional. Su paso como agregado militar en la Embajada de México en Washington, y las encomiendas de mando territorial y oficial de Estado Mayor, le abren la posibilidad de estar al frente de la dependencia.

Las posibilidades del almirante Alcalá Ferráez también son amplias ya que es uno de los pocos mandos navales con experiencia internacional en el mando de tropas. Ha sido comandante naval de patrullas y fragatas, oficial en el Estado Mayor de la Armada, y hace unos años estuvo en Washington adscrito al Colegio Interamericano de Defensa. Fue asesor naval de México en la ONU entre 2009 y 2010 y en la actualidad tiene el pulso del papel de la marina armada de México sobre sus actuaciones al cierre de sexenio.


La designación de quien será el nuevo secretario de Defensa y quien encabece la Marina, se da en un escenario inédito ante un Presidente de la República electo que se asume progresista, con una agenda de cambios que muchos se preguntan cómo tocarán a las fuerzas armadas


Fueron los minutos más tensos sin armas de por medio en su carrera militar. Sucedió el sábado 10 de septiembre de 2016 en Tepalcatepec, en la Tierra Caliente michoacana. Ese día estaba programada la instalación de un comité ciudadano para la seguridad y se esperaba el arribo del gobernador perredista Silvano Aureoles Conejo, quien aterrizaría a bordo de su helicóptero en un campo deportivo de la población.

Un grupo de inconformes por la integración del comité, al que acusaban de estar “infiltrado” por integrantes de organizaciones criminales en pugna, se negaron a permitir el aterrizaje de la aeronave. Molestos, llamaban a no moverse de ahí mientras azuzaban a los asistentes para rechazar la presencia policíaca. Fue cuando apareció el entonces comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, quien además era el comandante de la doceava región militar con jurisdicción en ésta entidad, Guanajuato y Querétaro.

La imagen del general de división Pedro Felipe Gurrola Ramírez en uniforme de campaña, era la de un hombre que con su lenguaje corporal, movimiento de manos y mirada fija en los líderes, parecía la de un pacificador atrapado entre insultos y gritos. Ese día el militar que tiempo atrás estuvo a punto de capturar al Chapo Guzmán en Sinaloa, y después plantó cara a las bandas armadas en la frontera de Tamaulipas, mostró sus dotes de negociador ante una turba a punto de desbordar.

En aquella ocasión el general Gurrola pudo contener a los rijosos, abortada la visita del gobernador, un grupo se dispersó y a quienes se quedaron, les advirtió que no permitiría que siguieran con sus desmanes. Los líderes que movieron a la gente eran integrantes de la delincuencia organizada, estaban camuflados, quizá por eso al final el comandante militar fue duro al ordenarles, escoltado por sus soldados, que se retiraran todos de ahí.

General Pedro Felipe Gurrola Ramírez / Cortesía

Quienes conocen al general Gurrola Ramírez desde su época de cadete en el Colegio Militar, donde se graduó como oficial de zapadores, dicen que es un hombre que sabe escuchar y dialogar. Si algo llama la atención de su hoja de servicios militares, es que ha estado en los lugares más complicados en materia de seguridad, por lo que conoce a fondo lo que ocurre de Sinaloa a Tamaulipas y Michoacán.

El general Gurrola estuvo hace algunos años en la agregaduría militar en la Embajada de México en Washington. Estudió Comando y Estado Mayor General en Fort Leavenworth, Kansas; hizo el curso de Ranger en Fort Benning, Georgia, y el de Administración Internacional de Recursos de Defensa en la escuela para posgraduados de la armada norteamericana en Monterey, California. Habla inglés y es también uno de los ex comandantes de paracaidistas más respetados. En la Brigada de Fusileros Paracaidistas lo recuerdan por su trato amable, respetuoso y de una férrea disciplina con oficiales y tropa.

En el último tramo del sexenio de Felipe Calderón y en el inicio de la actual administración, el general Gurrola fue comandante de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, con cuartel en Badiraguato, Sinaloa, y fue de los pocos militares que tuvo la confianza de las agencias estadounidenses para recibir información de inteligencia sobre la ubicación y movimientos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

De Sinaloa fue enviado como comandante de la octava zona militar a Reynosa. En la conflictiva frontera con Texas le tocó enfrentar a los grupos criminales que se dividieron tras la caída de líderes regionales del otrora Cartel del Golfo. De Tamaulipas pasó a Michoacán, donde fue designado por el presidente Enrique Peña Nieto comisionado de seguridad para el estado, en sustitución de Alfredo Castillo Cervantes. El nombramiento llegó después de ser designado comandante de la doceava región militar con cuartel en Irapuato.

General Roble Arturo Granados Gallardo / Cortesía

Durante el año 2017 se desempeñó como director general de administración, cargo que dejó en diciembre pasado cuando fue nombrado Inspector y Contralor del Ejército. El general Gurrola, a decir de especialistas en materia de seguridad nacional, aparece al frente de los militares con los requisitos suficientes para ocupar la titularidad de la secretaría de la Defensa Nacional.

Tiene experiencia operativa en el ejercicio del mando de tropas, roce internacional, conocimiento de la operatividad financiera y de recursos internos de la Sedena y buena relación con el mundo civil.

Junto con él aparece en la terna, el actual subsecretario Roble Arturo Granados Gallardo y su colega el Oficial Mayor Eduardo Emilio Zárate Landero. Ambos han sido objeto de reconocimientos este año por parte del actual secretario, el general Salvador Cienfuegos Zepeda. No solo han estado por separado con su representación en los cambios de mandos militares de región en el país, también han recibido condecoraciones por sus años de servicio.

El general Granados Gallardo antes de ser subsecretario fue jefe de Estado Mayor de la Defensa. Con el divisionario Zárate Landero tiene varias cosas en común en sus posibilidades de convertirse en el nuevo secretario de la Defensa. Ambos en diferentes momentos sirvieron en el Cuerpo de Guardias Presidenciales y el Estado Mayor Presidencial. Fueron agregados militares, Granados en la Embajada de México en Moscú, y Zárate en Washington. Un dato que llamó la atención de los analistas en seguridad y defensa, fue que ambos recibieron sus condecoraciones a ocho meses de cumplir 65 años (los dos nacieron en octubre por diferencia de días), rango de edad reglamentaria para pasar a retiro.

General Eduardo Emilio Zárate Landero / Cortesía

Sobre Zárate Landero la prensa capitalina ha dado cuenta de denuncias de presuntas irregularidades en las compras de la Sedena que lo involucran. Por lo que Granados Gallardo aparecería como el más viable para estar en la terna final.

Como oficial de infantería Granados es miembro de la antigüedad 1968 del Colegio Militar, que en septiembre próximo cumplirá 50 años de carrera en el Ejército. De acuerdo con su expediente comenzó en el Cuerpo de Guardias Presidenciales. Posteriormente estuvo comisionado en el Estado Mayor Presidencial durante la gestión del presidente José López Portillo (1976-1982). También en la sección segunda, inteligencia militar, en dos momentos diferentes, en 1986 con el general Juan Arévalo Gardoqui como titular de la Sedena, y en 1997 en contrainteligencia con el general Antonio Riviello Bazán. Tuvo mando de tropas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en la comandancia de la séptima región militar, y después en Mexicali, Baja California, en el cuartel de la segunda región.

Pero la sucesión no se queda en terna por el momento. Un cuarto nombre mencionado es el del actual jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional, el divisionario Alejandro Saavedra Hernández.

Su carrera tuvo un antes y un después tras su paso por Chilpancingo como comandante de la 35 zona militar. Su nombre aparece relacionado al caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotiznapa, al haber sido el mando superior de las tropas del 27 batallón de infantería que actuaron en la noche de Iguala, en septiembre 2014.

General Alejandro Saavedra Hernández / Cortesía

Además, tres de los 12 mandos territoriales según especialistas consultados, tendrían los méritos suficientes para aparecer en la terna final.

El primero es el general de división Dagoberto Espinosa Rodríguez, actual comandante de la primera región militar con jurisdicción en la Ciudad de México, Hidalgo, Estado de México y Morelos.

Graduado en 1978 del Colegio Militar como subteniente de caballería, de su expediente llama la atención su paso como oficial de inteligencia militar en la Fuerza de Tarea Marte en los años 80 en Badiraguato, Sinaloa; el curso de comando y Estado Mayor en Fort Benning, Georgia, y su paso como agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. En 1996 al regresar al país estuvo como analista en la sección décima del Estado Mayor de la Defensa Nacional, el área entonces encargada de operaciones contra el narcotráfico.

Otro es el actual comandante de la cuarta región militar con sede en Monterrey, capital financiera del país, y responsabilidad en Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí. El general de división Luis Crescencio Sandoval González, es un oficial de caballería que de acuerdo con su hoja de servicios ha realizado el curso de administración de recursos de Defensa, el Superior de Defensa Continental, el de inteligencia en el Colegio de Inteligencia Militar del Pentágono, y el básico de Operaciones de Apoyo a la Paz en el cuartel McNaughton, en Ontario, Canadá. Fue agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. y delegado en la Junta Interamericana de Defensa.

Previo a su arribo a Monterrey, estuvo en Reynosa al mando de la octava zona militar, y antes durante buena parte del actual sexenio fue subjefe operativo del Estado Mayor de la Defensa.

Almirante Luis Gerardo Alcalá Ferráez / Cortesía

Dicen que todos los generales de división tienen posibilidades siempre de escalar al puesto de secretario de la Defensa Nacional, pero en el descarte influye la experiencia y conocimiento de los problemas más complejos que atañen al país.

El tercer divisionario con mando territorial es el general André Georges Foullon Van Lissum, oficial de infantería graduado en 1975 del Colegio Militar, formado como paracaidista y quien en diferentes momentos de su carrera ha estado comisionado en Durango y Sinaloa.

Desde su llegada a Mazatlán en diciembre pasado para hacerse cargo de la comandancia de la tercera región militar, que abarca ambas entidades, las operaciones contra la organización de tráfico de drogas que tiene su sede en esta parte del país han tenido considerable bajas.

Sus contemporáneos comentan que el general Foullon Van Lissum tiene una raíz nacionalista muy marcada pese al apellido, que es mezcla de origen francés, belga y español. Su hoja de servicios militares registra su paso en la agregaduría militar de la Embajada de México en Washington, entre 1988 y 1990, donde fue profesor invitado en la academia militar de West Point.

Entre 1991 y 1992 estuvo adscrito a la sección segunda, inteligencia militar, del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Tiempo después fue comandante del 15 batallón de infantería y del segundo de fusileros paracaidistas.

Participó en la “Fuerza de Tarea Arcoíris”, como se llamó la operación contrainsurgente en Chiapas contra el EZLN. Estuvo de comandante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales adscrito en Sinaloa y Durango a finales de los años 90. Y como académico fue profesor de táctica general en la Escuela Superior de Guerra, y hasta noviembre pasado era el director del Colegio Militar.


Almirante Ángel Enrique Sarmiento Beltrán / Cortesía

Escenario inédito

Para el general retirado Jorge Carrillo Olea, quien acaba de publicar su libro “Torpezas de la inteligencia. Las grandes fallas de la seguridad nacional y sus posibles soluciones”, dejando de lado la parte dogmática —la lealtad, el valor e integridad— que siempre aparece cuando se trata de mencionar las cualidades de quien será el nuevo secretario de la Defensa, en la coyuntura actual se le deberá de sumar que quien resulte electo tenga capacidad crítica, algo difícil de encontrar en el medio castrense.

Ejercer la autocrítica sería uno de los tres requisitos, otro que sea un hombre “progresista, no un guerrillero, sino alguien que reconozca que hacen falta cosas por hacer, y otras que se hicieron mal, el tema de la educación, tiene muchas aristas, es necesaria la actualización de criterios, por ejemplo, pregunto ¿es válido a estas alturas el arresto privativo de la libertad?. Es un tema de reflexión. El soldado no tiene voz”.

El tercer requisito que sea un “hombre con mucha energía, con ganas de hacer las cosas, ir contra prácticas muy viejas, contra prácticas viciadas, que tienen un efecto negativo para el propio claustro. Abran las ventanas, que circule el aire”.

El analista Iñigo Guevara escribió hace unos días en el periódico El Heraldo que el sexenio en puerta se presenta como la oportunidad de reformar las instituciones de gobierno, como las fuerzas armadas, para más allá de manejarlas como “subsidiarias de la policía o comodines antibióticos de los males del país”, darles marco legal para que contribuyan al desarrollo nacional.

Consultor en Washington de la compañía especializada en temas de defensa Jane’s, Guevara escribió que el próximo secretario de Defensa deberá ser un general de división respetado y reconocido, con “perfil mediador”, de preferencia con experiencia en “implementación de políticas de conciliación y amnistía”, al igual que reconocimiento internacional y conocimiento de campo.


Los almirantes

En la lista de posibles sucesores como secretario de Marina del almirante Vidal Francisco Soberón Sanz la lista es más reducida en virtud de que desde el sexenio anterior, los ascensos han sido más limitados en número dada la modernización que la dependencia ha tenido en los últimos 12 años.

La terna la encabeza el almirante José Luis Vergara Ibarra, actual Oficial Mayor, y Luis Gerardo Alcalá Ferráez, jefe de Estado Mayor. Si bien se menciona al subsecretario Ángel Enrique Sarmiento Beltrán, sus posibilidades se reducen ya que el año entrante cumplirá la edad de retiro.

Almirante José Luis Vergara Ibarra / Cortesía

El roce con el mundo civil al almirante Vergara Ibarra se lo dio su paso como coordinador de comunicación social de la dependencia. Es ingeniero en ciencias navales, tiene maestría en administración naval, mando superior y seguridad nacional, además de contar con doctorado en defensa y seguridad nacional. Su paso como agregado militar en la Embajada de México en Washington, y las encomiendas de mando territorial y oficial de Estado Mayor, le abren la posibilidad de estar al frente de la dependencia.

Las posibilidades del almirante Alcalá Ferráez también son amplias ya que es uno de los pocos mandos navales con experiencia internacional en el mando de tropas. Ha sido comandante naval de patrullas y fragatas, oficial en el Estado Mayor de la Armada, y hace unos años estuvo en Washington adscrito al Colegio Interamericano de Defensa. Fue asesor naval de México en la ONU entre 2009 y 2010 y en la actualidad tiene el pulso del papel de la marina armada de México sobre sus actuaciones al cierre de sexenio.


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