/ sábado 23 de enero de 2021

¿Quién es en realidad Roberta Jacobson?

La exembajadora se sumará al Consejo de Seguridad Nacional de EU como coordinadora de asuntos para la frontera con México, lo que marca un viraje en la política migratoria

Decir que un funcionario ama a México es un lugar común, pero es verdad cuando se habla de Roberta Jacobson. La exembajadora tuvo un acercamiento íntimo con nuestro país y su gente durante su tiempo al frente de la sede diplomática en Paseo de la Reforma.

La entonces embajadora convivía con el personal mexicano tanto como con los del servicio exterior de su país, y dejaba la condición de inalcanzable que tenían otros embajadores para platicar amenamente de la realidad mexicana, era visitante asidua del bazar del sábado en San Ángel, fanática de vestidos y accesorios de diseñadoras mexicanas, turista de fin de semana y conocedora de nuestra gastronomía y decidió comprar una casa en San Miguel de Allende.

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Su pasión por nuestro país era percibida como auténtica por los trabajadores de la embajada, pues además de las formas, de las poses, se preocupaba por trabajar con el gobierno en curso, siempre pensando más en el impacto que alguna política tendría en la comunidad binacional, que en los acuerdos entre pares. Roberta Jacobson tenía un equipo de expertos en comunicación que la apoyaban con discursos, apariciones en público y redes sociales, pero ella se encargaba personalmente de lo importante, y de las cosas más personales. No admitía consejos de publicar cosas para quedar bien, ni para parecer buena con México. Se reservaba el gusto por el país para ella y sus cercanos.

Su valor como funcionaria no queda en su gran humanismo ni en su amor por México, sino que es una mujer de una inteligencia notabilísima, con un dominio de la geopolítica y de las relaciones internacionales que sólo se ve en diplomáticos de carrera, que además de los grandes títulos universitarios se completaba con un estudio diario de la realidad de la región.

Jacobson es una mujer con gran sentido de la política, lo que la llevó a ser subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, y entiende la importancia de nuestro país para Estados Unidos, lo cual explica que haya aceptado dejar un puesto de mucho más alto nivel para llegar a la embajada en México (al menos dos escalones menos que su puesto anterior). Es tanto su valor, que Joe Biden la integró a su equipo como coordinadora de la frontera con México al interior del Consejo de Seguridad Nacional.

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La embajadora no se dejaba llevar por la visión de sus consejeros, sino que prefería escuchar lo que le decían, informarse y volver a preguntar. La tradición era que un funcionario mexicano diera un resumen diario a los embajadores sobre las notas del día y su impacto en la relación binacional, además de los temas sociales y políticos de la realidad mexicana. Jacobson terminó con esta práctica pues ella prefería leer los diarios y ver las noticias.

Confiaba en su juicio, forjado a través de una carrera de 32 años que comenzó en el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos en 1988 para, un año después, integrarse a la Oficina del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, como secretaria especial del titular de esa oficina, y ser nombrada secretaria ejecutiva tres años después. Fungió como directora de la oficina de planeación política y coordinación de la misma dependencia, enfocada en relaciones civiles-militares, derechos humanos y combate al narco para todo el continente.

Fue segunda al cargo en la embajada de Perú a pesar de no haber estado en el servicio exterior, sino en un puesto civil, pero fue ratificada por la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, gracias al apoyo del embajador John Hamilton, quien dijo que era una de las mejores funcionarias que había conocido.

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En diciembre de 2002, Jacobson fue directora de la oficina para asuntos mexicanos del Departamento de Estado, puesto en el que estuvo cinco años, para después especializarse en la región de norteamérica y del TLC en la misma dependencia.

Su llegada a la embajada en México estuvo precedida de dos hechos importantes, la negociación de 2015 para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y la apertura de la sede diplomática en La Habana, de la que fue una pieza clave.

Una vez abierta la embajada en agosto de 2015, el secretario de Estado John Kerry acudió en marzo de 2016al ministerio del exterior cubano. Mientras todas las miradas estaban en el presidente Obama, primero en pisar la isla en más de 50 años, Jacobson acompañaba a Kerry y su presencia en el Minrex se sentía, además de por su español casi perfecto, por su forma de llevar la negociación.

La negociación con Cuba hizo que los republicanos en el Senado, liderados por el legislador de origen cubano, Marco Rubio, cabildearan y se opusieran a su ratificación como embajadora en México, por su papel en la gestión de la normalización de las relaciones con la isla, además del escape de El Chapo Guzmán en 2015. Finalmente fue ratificada en el cargo por un voto dividido de 12-7 y presentó sus credenciales al gobierno mexicano en 2016, en mayo a SRE y el 20 de junio al entonces presidente Peña Nieto.

Jacobson siempre fue íntegra, fuerte, inteligente y supo darle la vuelta a los conflictos por hablar sobre temas. El día que presentó sus credenciales, habló sin ningún tapujo sobre el conflicto de un día anterior en Nochixtlán, Oaxaca, que dejó al menos seis muertos.

Su carrera, enfocada también en derechos humanos, la llevó a participar en la marcha del orgullo gay de ese 2016 el 25 de junio, para lo cual, algunos oficiales le sugirieron que fuera, con un cerco hecho de listones y trabajadores para rodearla y cuidarla, a lo que la embajadora se opuso, y expresó con firmeza que no podía participar en una marcha por la inclusión y no ser incluyente.

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El resultado fue que la embajadora no sólo participó, sino que animó a otros embajadores, como el del Reino Unido y la representación de Canadá para que participaran, además que durante todo el camino, accedió a sacarse fotos con quien se lo pedía, y trató de evitar a la prensa con el argumento de que no era un acto protocolario, sino una forma de unirse a la sociedad.

Roberta Jacobson es una líder brillante, con soluciones íntegras para los problemas, y propuestas que muchas veces rompían con el protocolo, pero que daban resultados. Escribía gran parte de sus discursos a pesar de tener un equipo dedicado a eso, y se dirigía firme, pero cortés, en un español casi perfecto con un ligero acento argentino, pues aprendió a hablarlo cuando vivió en ese país.

Decir que un funcionario ama a México es un lugar común, pero es verdad cuando se habla de Roberta Jacobson. La exembajadora tuvo un acercamiento íntimo con nuestro país y su gente durante su tiempo al frente de la sede diplomática en Paseo de la Reforma.

La entonces embajadora convivía con el personal mexicano tanto como con los del servicio exterior de su país, y dejaba la condición de inalcanzable que tenían otros embajadores para platicar amenamente de la realidad mexicana, era visitante asidua del bazar del sábado en San Ángel, fanática de vestidos y accesorios de diseñadoras mexicanas, turista de fin de semana y conocedora de nuestra gastronomía y decidió comprar una casa en San Miguel de Allende.

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Su pasión por nuestro país era percibida como auténtica por los trabajadores de la embajada, pues además de las formas, de las poses, se preocupaba por trabajar con el gobierno en curso, siempre pensando más en el impacto que alguna política tendría en la comunidad binacional, que en los acuerdos entre pares. Roberta Jacobson tenía un equipo de expertos en comunicación que la apoyaban con discursos, apariciones en público y redes sociales, pero ella se encargaba personalmente de lo importante, y de las cosas más personales. No admitía consejos de publicar cosas para quedar bien, ni para parecer buena con México. Se reservaba el gusto por el país para ella y sus cercanos.

Su valor como funcionaria no queda en su gran humanismo ni en su amor por México, sino que es una mujer de una inteligencia notabilísima, con un dominio de la geopolítica y de las relaciones internacionales que sólo se ve en diplomáticos de carrera, que además de los grandes títulos universitarios se completaba con un estudio diario de la realidad de la región.

Jacobson es una mujer con gran sentido de la política, lo que la llevó a ser subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, y entiende la importancia de nuestro país para Estados Unidos, lo cual explica que haya aceptado dejar un puesto de mucho más alto nivel para llegar a la embajada en México (al menos dos escalones menos que su puesto anterior). Es tanto su valor, que Joe Biden la integró a su equipo como coordinadora de la frontera con México al interior del Consejo de Seguridad Nacional.

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La embajadora no se dejaba llevar por la visión de sus consejeros, sino que prefería escuchar lo que le decían, informarse y volver a preguntar. La tradición era que un funcionario mexicano diera un resumen diario a los embajadores sobre las notas del día y su impacto en la relación binacional, además de los temas sociales y políticos de la realidad mexicana. Jacobson terminó con esta práctica pues ella prefería leer los diarios y ver las noticias.

Confiaba en su juicio, forjado a través de una carrera de 32 años que comenzó en el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos en 1988 para, un año después, integrarse a la Oficina del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, como secretaria especial del titular de esa oficina, y ser nombrada secretaria ejecutiva tres años después. Fungió como directora de la oficina de planeación política y coordinación de la misma dependencia, enfocada en relaciones civiles-militares, derechos humanos y combate al narco para todo el continente.

Fue segunda al cargo en la embajada de Perú a pesar de no haber estado en el servicio exterior, sino en un puesto civil, pero fue ratificada por la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, gracias al apoyo del embajador John Hamilton, quien dijo que era una de las mejores funcionarias que había conocido.

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En diciembre de 2002, Jacobson fue directora de la oficina para asuntos mexicanos del Departamento de Estado, puesto en el que estuvo cinco años, para después especializarse en la región de norteamérica y del TLC en la misma dependencia.

Su llegada a la embajada en México estuvo precedida de dos hechos importantes, la negociación de 2015 para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y la apertura de la sede diplomática en La Habana, de la que fue una pieza clave.

Una vez abierta la embajada en agosto de 2015, el secretario de Estado John Kerry acudió en marzo de 2016al ministerio del exterior cubano. Mientras todas las miradas estaban en el presidente Obama, primero en pisar la isla en más de 50 años, Jacobson acompañaba a Kerry y su presencia en el Minrex se sentía, además de por su español casi perfecto, por su forma de llevar la negociación.

La negociación con Cuba hizo que los republicanos en el Senado, liderados por el legislador de origen cubano, Marco Rubio, cabildearan y se opusieran a su ratificación como embajadora en México, por su papel en la gestión de la normalización de las relaciones con la isla, además del escape de El Chapo Guzmán en 2015. Finalmente fue ratificada en el cargo por un voto dividido de 12-7 y presentó sus credenciales al gobierno mexicano en 2016, en mayo a SRE y el 20 de junio al entonces presidente Peña Nieto.

Jacobson siempre fue íntegra, fuerte, inteligente y supo darle la vuelta a los conflictos por hablar sobre temas. El día que presentó sus credenciales, habló sin ningún tapujo sobre el conflicto de un día anterior en Nochixtlán, Oaxaca, que dejó al menos seis muertos.

Su carrera, enfocada también en derechos humanos, la llevó a participar en la marcha del orgullo gay de ese 2016 el 25 de junio, para lo cual, algunos oficiales le sugirieron que fuera, con un cerco hecho de listones y trabajadores para rodearla y cuidarla, a lo que la embajadora se opuso, y expresó con firmeza que no podía participar en una marcha por la inclusión y no ser incluyente.

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El resultado fue que la embajadora no sólo participó, sino que animó a otros embajadores, como el del Reino Unido y la representación de Canadá para que participaran, además que durante todo el camino, accedió a sacarse fotos con quien se lo pedía, y trató de evitar a la prensa con el argumento de que no era un acto protocolario, sino una forma de unirse a la sociedad.

Roberta Jacobson es una líder brillante, con soluciones íntegras para los problemas, y propuestas que muchas veces rompían con el protocolo, pero que daban resultados. Escribía gran parte de sus discursos a pesar de tener un equipo dedicado a eso, y se dirigía firme, pero cortés, en un español casi perfecto con un ligero acento argentino, pues aprendió a hablarlo cuando vivió en ese país.

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