/ miércoles 9 de septiembre de 2020

Una alimentación mal balanceada entre otros factores producen alteraciones en nuestra microbiota

De acuerdo con el médico especialista en infectología, Héctor Raúl Pérez Gómez, el intestino constituye la primera línea de batalla de nuestro sistema inmunitario

Una alimentación mal balanceada, el tabaquismo, los antibióticos y los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre otros aspectos, debilitan las células intestinales produciendo alteraciones en el delicado ecosistema de nuestra microbiota.

Millones de microorganismos, entre los que se encuentran hongos, virus y bacterias, residen en el intestino y conviven con nuestras células en una relación estrecha para el beneficio del organismo, conocido como microbiota.


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En la conferencia virtual, “La importancia de la salud gastrointestinal en tiempos de Covid-19”, el médico especialista en infectología y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I, Héctor Raúl Pérez Gómez, explicó que, “la mucosa de nuestro intestino, es el lugar donde las bacterias, de todo tipo, se establecen y son absorbidas hacia el torrente sanguíneo. El intestino constituye la primera línea de batalla de nuestro sistema inmunitario, pues ambos sistemas – el digestivo y el inmunológico – están íntimamente ligados”.

Explicó que, los intestinos, junto con la piel, constituyen los órganos más grandes del cuerpo humano, miden entre 6.5 y 8.5 metros y están formados por tres diferentes capas, una de ellas es la mucosa, la cual está en contacto directo con los alimentos que ingerimos y alberga una gran cantidad de bacterias, tanto buenas como malas, que hacen posible que podamos llevar a cabo el proceso de digestión.

Cuando la microbiota se altera, se le conoce como disbiosis. Esto genera una respuesta inmunológica que produce inflamación y está asociada la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), comúnmente llamada colitis.

La microbiota es como una huella dactilar, no existen dos seres humanos que tengan una igual, y está determinada por el estilo de vida de cada individuo; incluso por la vía de nacimiento, una persona nacida por parto natural, tendrá una microbiota diferente de aquella que haya nacido por cesárea.


“Cuando funciona bien, no percibimos la microbiota, pero cuando se presenta una disbiosis, ocasionada por la presencia de un mayor número de bacterias buenas que malas, es que se experimentan condiciones como gastritis, acidez, flatulencias, estreñimiento y mala digestión en general”.

El especialista en infectología, también dijo que la disbiosis puede ser provocada por el consumo de antibióticos, pues uno de los mecanismos de acción de estos medicamentos, es el de eliminar las bacterias; sin embargo, no distinguen entre las malas y las buenas, por lo que es común que después de un tratamiento con éstos, se puedan desencadenar episodios de diarrea.

Para reestablecer la buena función de la microbiota existen diferentes tratamientos como algunos antibióticos, probióticos, prebióticos y el trasplante de materia fecal. Uno de los más usados, son los simbióticos: aquellos que combinan probióticos con prebióticos.


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un probiótico es un microorganismo vivo que, consumido en cantidades adecuadas, produce un efecto beneficioso para la salud, más allá del simple efecto nutritivo.

Para finalizar, el médico infectólogo, recomendó el consumo de probióticos en especial aquellos que cuentan con cepas de bacterias L. rhamnosus GG, una de las más estudiadas del mundo; B. longum, capaz de colonizar el intestino en niños y reducir la duración de la diarrea, de acuerdo con el Colegio Mexicano de Pedriatría (CMP); así como la ingesta de prebióticos FOS (FosfofructoOligosacáridos) e Inulina: los cuales alimentan selectivamente a las bacterias buenas y favorecen su proliferación.

Una alimentación mal balanceada, el tabaquismo, los antibióticos y los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre otros aspectos, debilitan las células intestinales produciendo alteraciones en el delicado ecosistema de nuestra microbiota.

Millones de microorganismos, entre los que se encuentran hongos, virus y bacterias, residen en el intestino y conviven con nuestras células en una relación estrecha para el beneficio del organismo, conocido como microbiota.


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Explicó que, los intestinos, junto con la piel, constituyen los órganos más grandes del cuerpo humano, miden entre 6.5 y 8.5 metros y están formados por tres diferentes capas, una de ellas es la mucosa, la cual está en contacto directo con los alimentos que ingerimos y alberga una gran cantidad de bacterias, tanto buenas como malas, que hacen posible que podamos llevar a cabo el proceso de digestión.

Cuando la microbiota se altera, se le conoce como disbiosis. Esto genera una respuesta inmunológica que produce inflamación y está asociada la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), comúnmente llamada colitis.

La microbiota es como una huella dactilar, no existen dos seres humanos que tengan una igual, y está determinada por el estilo de vida de cada individuo; incluso por la vía de nacimiento, una persona nacida por parto natural, tendrá una microbiota diferente de aquella que haya nacido por cesárea.


“Cuando funciona bien, no percibimos la microbiota, pero cuando se presenta una disbiosis, ocasionada por la presencia de un mayor número de bacterias buenas que malas, es que se experimentan condiciones como gastritis, acidez, flatulencias, estreñimiento y mala digestión en general”.

El especialista en infectología, también dijo que la disbiosis puede ser provocada por el consumo de antibióticos, pues uno de los mecanismos de acción de estos medicamentos, es el de eliminar las bacterias; sin embargo, no distinguen entre las malas y las buenas, por lo que es común que después de un tratamiento con éstos, se puedan desencadenar episodios de diarrea.

Para reestablecer la buena función de la microbiota existen diferentes tratamientos como algunos antibióticos, probióticos, prebióticos y el trasplante de materia fecal. Uno de los más usados, son los simbióticos: aquellos que combinan probióticos con prebióticos.


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un probiótico es un microorganismo vivo que, consumido en cantidades adecuadas, produce un efecto beneficioso para la salud, más allá del simple efecto nutritivo.

Para finalizar, el médico infectólogo, recomendó el consumo de probióticos en especial aquellos que cuentan con cepas de bacterias L. rhamnosus GG, una de las más estudiadas del mundo; B. longum, capaz de colonizar el intestino en niños y reducir la duración de la diarrea, de acuerdo con el Colegio Mexicano de Pedriatría (CMP); así como la ingesta de prebióticos FOS (FosfofructoOligosacáridos) e Inulina: los cuales alimentan selectivamente a las bacterias buenas y favorecen su proliferación.

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