¡Y se hizo justicia!, la Procuraduría General de la República (PGR) resolvió desistir en llevar a prisión a maestra, a la que persiguió cual, si fuera un peligroso narcotraficante, solo por enviar por paquetería, el medicamento controlado que su mamá olvidó cuando estuvo de visita en su casa.
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Miles de firmas de apoyo, indignación y dos años, en los que no pudo estar al lado de su madre, que murió, ni de su nieto cuando nació, tuvieron que pasar para que literalmente ella pudiera salir de su encierro y ver la luz del sol.
Ella ha expresado los mayores miedos y sentimientos que vivió en el encierro y en el exilio:
“Cuando uno vive una situación como la que me tocó vivir, hay que elegir entre hundirse, abandonarse y dejar de luchar, o vivir intensamente el dolor y el miedo, pero sin permitir que nos venzan, como si fuera necesario agarrar un clavo ardiendo para templar el alma, y luego, salir a flote”.
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Ha narrado que “Después de más de dos años de suplicio, en días pasados me confirmaron que finalmente fue cancelada la orden de aprehensión en mi contra; es decir, la Procuraduría General de la República retiró la acusación y el juez penal aceptó emitir la cancelación de la misma”.
Señala ella que “Esto no hubiera sido posible sin la conjunción de diversos factores, entre ellos, uno muy importante: el apoyo generoso y desinteresado de todos y todas quienes con sus firmas y comentarios me fueron acompañando en este duro camino”.
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Y agradeció a los suyos, a los medios de comunicación y a quienes, sin conocerla, le dieron todo el apoyo: “Por ello, agradezco profunda, eternamente y de todo corazón el haberse manifestado ante la injusta acusación de la que fui víctima. Ahora, tanto mi familia como yo hemos decidido sólo mirar hacia adelante. Es así que este sufrimiento, para nosotros, ya quedó atrás, aunque tenemos la firme convicción de que seremos tan solidarios con otras causas similares como ustedes lo fueron conmigo”, termina en su escrito.
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