Aunque todo se montó y se preparó para el arranque de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL) el sábado pasado, el trabajo para las editoriales no termina pues a partir del jueves el caos verdadero apenas comenzará.
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Tras un recorrido por diversas editoriales que tiene sus stands en la FIL Guadalajara, encargados de área como trabajadores en general hablaron de las medidas de seguridad que emplean para evitar que jueves y viernes, los días de mayor afluencia en la feria, se registren percances o los bien conocidos robos de libros.
Unas emplean a todo su personal desde el primer día de FIL, sin embargo, todos por igual prestan mayor atención a los protocolos internos a seguir para evitar robos, aunque ello es una tarea cada vez más complicada pues muchas veces al final, hasta el inventario, es cuando se dan cuenta de los faltantes.
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En Random House desde el arranque de FIL se tienen postrados a dos trabajadores por cada uno de los accesos al stand, así como un vigilante en la altura para estar al pendiente de quienes entran y salen. Además de esto, a la salida a cada cliente se le pide ticket y se le revisa la mercancía adquirida para ver que todo concuerde.
Pese a estas rigurosas medidas, sus empleados coinciden en que algunas veces se les complica la labor cuando cae la tarde, ya que con una gran cantidad de personas algunas veces es imposible poder revisar a todos los que salen.
Otros, con editoriales más modestas, hablan de que no emplean medidas extraordinarias a las que ya aplican durante toda la FIL, las cuales consisten en sólo vigilar de manera general, bajo la premisa de que el robo de libro es inevitable, pues de ello se dan cuenta al final cuando hacen inventario.
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Alberto Gómez, encargado del stand de Océano, explicó que ellos emplean alrededor de 30 elementos a partir del jueves cuando las puertas se abren a todo el público desde temprano, pero sólo como una medida para inhibir percances entre la concurrencia que se concentra en el espacio.
Explicó que cuando detectan a alguien que roba algún libro sólo lo piden de vuelta, a fin de evitarse problemas mayúsculos, apelando a que sean los pocos que opten por estas prácticas. Incluso, agregó que tienen pequeños carteles durante el stand para hacer conciencia en las personas respecto a lo delicado de hurtar libros.
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Entre revisar tickets y mercancía que sacan de la tienda; emplear a todo su personal; o incluso modificar horarios de trabajadores para dejarlos en horarios con mayor carga de trabajo, son parte de las acciones con las que editoriales cuentan para sobrellevar los siguientes días de la FIL Guadalajara.
