Este martes 26 de noviembre cumple sus bodas de plata (25 años) como cardenal, el también Arzobispo Emérito de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, quien reconoce en entrevista para el órgano informativo del Arzobispado de Guadalajara “El Semanario”, que “cuando te aceptan la renuncia cambia tu vida totalmente y tienes que buscar cómo adaptarte. Sí no te adaptas, entras en una depresión profunda, en una tristeza, en un enfado”.
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Agrega: "uno tiene que pensar que no eres el dueño, eres un servidor de Cristo. Sí el Señor dices quítate, me quito porque uno no es el dueño de las ovejas ni de la Diócesis”.
El papa Juan Pablo II le invistió la púrpura cardenalicia.
Relata que en los años al frente de la Arquidiócesis enfrentó dificultades, no con sacerdotes u obispos auxiliares, sino por su reclamo de justicia por el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
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“Cuando me nombraron Arzobispo de Guadalajara yo sentí el peso de la responsabilidad, dije por dignidad del sacerdocio, de la diócesis de Guadalajara y de la Iglesia, tengo que reclamar. Me meto en problemas, sí, hay peligro, sí, yo lo sabía. Pero me puse a reclamar y de ahí vinieron todas mis dificultades: la persecución de la prensa fue terrible porque estaban pagados para hacerme la peor imagen que se pudiera. Pero yo sabía que si reclamaba eso iba a venir. Y los peligros de muerte también que enfrenté, graves”, señaló.
“La persecución de (Jorge) Carpizo, el envenenamiento, la PGR que durante seis meses me investigó como narcotraficante y lavador de dinero, a mí y a toda mi familia; el problema de (Marcelo) Ebrard con el asunto del aborto que fue muy grave. Todas esas dificultades las enfrenté”, manifestó el prelado.