Sin cambio de llantas, sin caídas que lamentar y con todas las ganas de llegar al último rincón de la Patagonia, arribó esta semana a Buenos Aires el jalisciense Miguel Ángel Torres rodando con su bicicleta “La Tinto”, con la cual ha recorrido 15 países desde marzo pasado.
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Y aunque ya han pasado nueve largos meses en los que ha transitado al menos 15 mil kilómetros desde la Ciudad de México, su entusiasmo se incrementa en cuanto llega al Obelisco de la Av. 9 de julio (la más ancha del mundo) en el mero corazón de la capital porteña, pues sabe que le esperan días de mucho asado, tango, milongas, empanadas, pero sobre todo mucho futbol.
El Occidental lo entrevistó hace dos meses en La Paz, Bolivia, donde en su paso por ese país andino no fue arropado como en otras naciones, lucía delgado, desesperado por entrar a la Argentina. Aquí, en la tierra del kirchnerismo, agarró su segundo aire. Luce fresco, sonriente, emocionado, además muy repuesto, le ha caído bien tanto bife de chorizo y dulce de leche.
Al pie del Obelisco y sin bajarse de la bicicleta que lo lleva por toda América, narra que desde que entró a la Argentina por la zona de Salta ha encontrado la gente más cálida y generosa, tan es así que no avanzará hasta pasando la Navidad, pues su gusto por el futbol y la buena gastronomía lo tienen estacionado en la capital porteña.
Le servirá además para ver si regresa a Montevideo antes de fin de año el expresidente José Mújica de un viaje por europa, pues sueña con estrecharle la mano, razón por la cual cruzaría con todo y bici en el buquebús entre las aguas del Río de La Plata, de lo contrario, emprenderá camino el día 25 hacia Ushuaia, el fin de la Patagonia.
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Le restan tres mil kilómetros en línea recta por cubrir con su bicicleta para cumplir su sueño de pedalear por toda América, atrás han quedado días de ruta con lluvia, nieve, viento en contra, golpes de calor, pinchaduras, malestares molares, entre otras vicisitudes, va por la Patagonia, estimando otros dos meses para llegar al faro del fin del mundo.
Recuerda que su estado soltero le permite seguir avanzando, pero la clave de su supervivencia han sido las redes sociales, pues gracias a ellas ha logrado una “alcancía de amigos” que le han hospedado, alimentado, alentado y protegido, tanto el Facebook y los grupos de whatsapp le han permitido conocer cientos de apasionados por su travesía a los que ha contagiado.
Ya tiene incluso en mente el posible nombre de su segundo libro donde narrará su aventura “Alcancía de amigos” desde Centroamérica hasta la Patagonia, y como si tuviera a la vuelta de la esquina, dice que se regresará en bicicleta a Lima, Perú, a imprimir dicho ejemplar, dado que ahí obtiene mejor precio.
El jalisciense sigue añorando el chile, los dulces enchilados, los platillos de mariscos de su natal Cihuatlán, el tequila, la birria, el clima de mar, pero mientras los sustituye con arepas, con empanadas, con vino tinto, con asados, en fin, ya queda poco para llegar al fin del mundo a bordo de “La Tinto”.
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