Diego Ventura fue el gran triunfador en la Nuevo Progreso

Inició la temporada grande en la Nueva Progreso, con una cartelera de lujo, combinando el talento de dos de los matadores juveniles mexicanos más importantes del momento, los hidrocálidos Luis David y Leo Valadez. Además de la presencia del rejoneador portugués que ha venido conquistando las plazas de todo el mundo, Diego Ventura.

En lo que respecta a la tarde para Luis David, fue desafortunada y de poco brillo, aunque demostró su calidad con algunos destellos. Al final no tuvo suerte con su lote, le tocaron los dos toros más complicados de la faena, y ante eso no pudo hacer mucho. Con todo y que el primero se lo brindó al ex futbolista de de Chivas, y hoy de Querétaro, Jair Pereira.

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Leo Valadez quiere mostrar su toreo

Leo Valadez mostró voluntad, se le vio emocionado y con hambre de volver a triunfar ante el público tapatío. Puso banderillas a sus dos toros, y en el segundo dejó ir por lo menos una oreja, esto debido a que al final malogró la estocada. Su esfuerzo y enjundia le fue reconocida por parte del respetable, aunque no tuvo suerte con el acero.

Lo mejor, lo que puso al público realmente contento, fue la presentación del rejoneador portugués Diego Ventura. Salió a mostrar todo su repertorio sobre su caballo. En el primero arrancó algunas palmas, pero fue con su segundo toro con el que realmente emocionó, y pudo llevarse al menos una oreja, quizás dos, pero al momento de la suerte suprema falló con el rejón de la muerte.

Pero eso no fue todo. Ventura quiso regalar un toro más. Ventura tuvo un percance al perder las manos sobre el caballo, quedó a merced del Toro que hizo por él, Ventura estaba atrapado con el peso de su caballo sobre él, por angustiantes segundos quedó tendido, al final pudo salir, aunque lo hizo lastimado del brazo izquierdo.

A pesar del incidente, tanto él como su caballo pudieron continuar la lidia. Y desde ahí, nuevamente, emocionó al público que se hizo presente en poco más de media plaza.

Ya recuperado, se le vio transmitiendo, con enjundia, puso banderillas soberbias y mató bien en esta ocasión. La faena le valió llevarse dos orejas, que lo convirtieron en el gran ganador de la tarde, salir por la puerta grande y dar la vuelta al ruedo mostrando los dos apéndices.