El pasado 18 de julio se dio la lamentable noticia del deceso de los montañistas y guías mexicanos, Daniel Araiza Chávez y Enrique González Ceballos, quienes perdieron la vida durante un descenso en la montaña Artesonraju, Perú. Desde esa fecha sus cuerpos han permanecido en Sudamérica, sin embargo, con un esfuerzo por parte de familiares y amigos, además de la mediación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, este jueves estarían arribando los alpinistas a Guadalajara.
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A lo largo de la semana la familia se ha dedicado a buscar apoyo económico entre conocidos, amigos y propia familia, todo para poder trasladar los cuerpos a su lugar de origen y darles una digna sepultura en la ciudad.
En un principio, el Gobernador del estado, Aristóteles Sandoval desplegó un comunicado en el que indicaba que le daría todo su apoyo a los familiares de los fallecidos, asignando al director general del Code Jalisco, André Marx Miranda, para la encomienda. La falta de comunicación y la no pronta respuesta, propició que se realizará la colecta y se otorgará el dinero.
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Ahora se les ha ofrecido un reembolso de lo gastado a los familiares, toda vez que el trámite ya ha sido realizado para que les sean entregados el jueves.
Sobre el accidente, expertos han coincidido que fue fortuito, pues no estaban en maniobras extremas. Y es que la expedición la conformaban 15 montañistas, todos mexicanos, quienes lograron el descenso sanos y salvos. A los dos jaliscienses los alcanzó el desprendimiento de la pared ante la caída de un serac (bloque de hielo fragmentado por grietas).
“No estaban haciendo algo extremo, era un ascenso que no era considerado peligroso y les ocurrió un accidente por algo totalmente ajeno a su experiencia y capacidad, algo que es imposible de controlar”, comentó Héctor Ponce de León, acompañante de los montañistas.
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“Les tocó la mala suerte y no cometieron un error hasta donde es evidente. Las condiciones de la montaña pueden ser impredecibles y ocurrió en esta ocasión”.
Elsa Ávila, destacada montañista mexicana y quien tuviera contacto frecuente con Daniel en la reciente expedición de éste al Denali, en Alaska, habló sobre el temple del tapatío.
“Vi la clase de persona que era. Las decisiones sabias que tomaba y que no se dejó llevar por impulsos, pero pasó algo externo, de las cosas a lo que todos estamos expuestos, en la montaña y en la vida. Quizá haya quien piense que no deberían haber estado ahí, pero, como montañistas, es justamente la búsqueda de vivir lo que nos lleva allá.”