/ miércoles 19 de junio de 2024

En El lugar de la herida, Laura Baeza relata dos visiones de la trata de personas

En “El lugar de la herida”, Laura Baeza narra una dolorosa historia desde el punto de vista de una víctima y una madre buscadora

“Esta historia viene de una polifonía de historias tanto por parte de las chicas que son reclutadas en contra de su voluntad como por parte de las madres y los colectivos que desde hace ya varias décadas están dedicados a la búsqueda de personas”, dice en entrevista Laura Baeza quien escribió su segunda novela, “El lugar de la herida” documentándose en la nota roja.

Pero esta trama a dos voces, la de “Lucero”, una estudiante de secundaria víctima de trata y “Dolores”, una madre que busca a su hija, también secuestrada para la explotación sexual, dista mucho del morbo y, aunque es feroz y cruda, tiene un respetuoso tratamiento del tema.

Ambientada en un pueblo de Tlaxcala, la historia plantea un cuestionamiento acerca de la normalización de prácticas delictivas como la trata. “Todos sabemos cuál es la situación en Tlaxcala y no reparamos en eso, sólo nos lamentamos, porque no todos podemos hacer algo concreto y quienes podrían hacerlo simplemente dan por hecho que así es culturalmente.

“Quizá el día de hoy en el 2024 no es la situación de todas las chicas que viven ahí, tampoco es justo ni satanizarlas ni revictimizarlas, o victimizarlas, pero sí es la situación de muchas mujeres que están en la comunidad o que han logrado salir de ese contexto. Muchas personas responden ‘así es aquí’, ‘es un medio de subsistencia’, se normaliza una educación sumamente machista, misógina, y ya estamos acostumbrados a ver la trata de personas casi como un producto cultural”.

Por eso, insiste, son temas de los que hay que hablar. “La literatura es una reconfiguración de la realidad y como este tema hay muchísimos; sé que lecturas de este tipo quizá no son para todos, o que otros lectores buscan temas más reconfortantes, pero en estos momentos son las lecturas que yo también busco para comprender qué me está produciendo malestar y dolor, tanto en lo privado como en lo social.

“No siento morbo por estos temas, para nada, siento un profundo respeto y creo que en la medida en que voy conociendo un poco más, intento sensibilizarme y entender cuál es mi papel en la sociedad, ahí hay historias, yo quiero comprender a través de la ficción lo que está a mi alcance en la realidad”, señala.

Tras la escritura de este libro, admite sentir pena “por el momento en el que nos encontramos de normalización de la violencia y mucho desazón porque si esto se empezó a dar hace 30 años cuando la violencia hacia la mujer gracias a muchos activistas y personas vinculadas con los temas, dejó de ser ‘crimen pasional’, no hemos avanzado lo suficiente para poner un alto y garantizar la seguridad de niñas y adolescentes”.

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Finalmente, apunta, que no es necesario manejar la violencia explícita para describir el sufrimiento, pues todo está en el lenguaje. “Quisiera invitar a los lectores a acercarse a historias diferentes y que nos den la oportunidad a las escritoras que estamos haciendo obra actualmente, a las escritoras de mi generación que también tenemos mucho que decir”.

El lugar de la herida se presenta este jueves en la librería Gandhi Mauricio Achar a las 19:00 horas; acompañan a la autora las escritoras Jimena Santaolalla y Claudia Morales.

“Esta historia viene de una polifonía de historias tanto por parte de las chicas que son reclutadas en contra de su voluntad como por parte de las madres y los colectivos que desde hace ya varias décadas están dedicados a la búsqueda de personas”, dice en entrevista Laura Baeza quien escribió su segunda novela, “El lugar de la herida” documentándose en la nota roja.

Pero esta trama a dos voces, la de “Lucero”, una estudiante de secundaria víctima de trata y “Dolores”, una madre que busca a su hija, también secuestrada para la explotación sexual, dista mucho del morbo y, aunque es feroz y cruda, tiene un respetuoso tratamiento del tema.

Ambientada en un pueblo de Tlaxcala, la historia plantea un cuestionamiento acerca de la normalización de prácticas delictivas como la trata. “Todos sabemos cuál es la situación en Tlaxcala y no reparamos en eso, sólo nos lamentamos, porque no todos podemos hacer algo concreto y quienes podrían hacerlo simplemente dan por hecho que así es culturalmente.

“Quizá el día de hoy en el 2024 no es la situación de todas las chicas que viven ahí, tampoco es justo ni satanizarlas ni revictimizarlas, o victimizarlas, pero sí es la situación de muchas mujeres que están en la comunidad o que han logrado salir de ese contexto. Muchas personas responden ‘así es aquí’, ‘es un medio de subsistencia’, se normaliza una educación sumamente machista, misógina, y ya estamos acostumbrados a ver la trata de personas casi como un producto cultural”.

Por eso, insiste, son temas de los que hay que hablar. “La literatura es una reconfiguración de la realidad y como este tema hay muchísimos; sé que lecturas de este tipo quizá no son para todos, o que otros lectores buscan temas más reconfortantes, pero en estos momentos son las lecturas que yo también busco para comprender qué me está produciendo malestar y dolor, tanto en lo privado como en lo social.

“No siento morbo por estos temas, para nada, siento un profundo respeto y creo que en la medida en que voy conociendo un poco más, intento sensibilizarme y entender cuál es mi papel en la sociedad, ahí hay historias, yo quiero comprender a través de la ficción lo que está a mi alcance en la realidad”, señala.

Tras la escritura de este libro, admite sentir pena “por el momento en el que nos encontramos de normalización de la violencia y mucho desazón porque si esto se empezó a dar hace 30 años cuando la violencia hacia la mujer gracias a muchos activistas y personas vinculadas con los temas, dejó de ser ‘crimen pasional’, no hemos avanzado lo suficiente para poner un alto y garantizar la seguridad de niñas y adolescentes”.

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Finalmente, apunta, que no es necesario manejar la violencia explícita para describir el sufrimiento, pues todo está en el lenguaje. “Quisiera invitar a los lectores a acercarse a historias diferentes y que nos den la oportunidad a las escritoras que estamos haciendo obra actualmente, a las escritoras de mi generación que también tenemos mucho que decir”.

El lugar de la herida se presenta este jueves en la librería Gandhi Mauricio Achar a las 19:00 horas; acompañan a la autora las escritoras Jimena Santaolalla y Claudia Morales.

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