/ martes 30 de enero de 2018

Fiesta de la carne antes del ayuno

Algunos carnavales muy populares, otros antiguos, extravagantes o duraderos; pero todos llenos de alegría

Iniciaron los carnavales, las celebraciones de alegría, excesos, diversión, fiesta, locura y desenfreno antes del ayuno y la abstinencia que marca la cuaresma, según la Iglesia católica.

El carnaval se ha convertido en una de las fiestas más espectaculares y populares con sus bailes que invaden las calles y donde se mezclan las tradiciones.

En México todos los carnavales tienen un significado diferente, aunque comparten algo en común: son actividades que forman parte de la historia y cultura, además de ser símbolo de alegría que fortalece la relación social.

Hay tres carnavales que destacan, el de Campeche, que es de los más antiguos del país y da comienzo con el paseo fúnebre y el entierro del mal humor. El de Veracruz, una de las festividades más reconocidas internacionalmente, y de los más esperados por los turistas por su característico folclor, que es considerado “El más alegre del mundo”.

Y el de Mazatlán, la fiesta máxima de los sinaloenses, con más de 100 años de antigüedad, donde las playas son el escenario para las actividades culturales que se llevan a cabo.

Hay otros que sobresalen, como el de Morelos. El 19 de enero fue el arranque formal del Carnaval de Jiutepec, el primero en el país, con el que inició la temporada de estas fiestas.

Otros se van a lo grande, como el de Chimalhuacán, en el Estado de México, que dura 100 días, considerada una de las festividades de mayor duración a nivel mundial.

También está el más raro del mundo, el de Tenosique, en Tabasco, una constante lucha entre el bien y el mal, lo mítico y lo real, las deidades y los humanos, el encuentro de dos mundos, de dos culturas.

Las celebraciones se dan en toda la república, como en Ensenada, Baja California, con coronaciones, música, baile, desfiles y carros alegóricos, o en Mérida, Yucatán, que se destaca por sus desfiles de bailes. La fiesta y algarabía se vive también en Sonora, con el de Guaymas.

En Tamaulipas destacan los carnavales de Tampico y Madero; Tlaxcala también tiene su fiesta, al igual que Hidalgo, donde resalta el de Calnali, donde miles de “cuernudos” cimbran con danzas.

Jalisco no se queda atrás y tiene varios en su territorio, como el de Autlán de Navarro Chapala, Amatitán y Ameca, y La Paz, Baja California Sur, ha hecho de su carnaval su fiesta más importante.

Aunque en algunos ya se ha desvirtuado de lo que relaciona al carnaval con el calendario cristiano, lo que tienen en común es la fiesta y la convivencia.

Iniciaron los carnavales, las celebraciones de alegría, excesos, diversión, fiesta, locura y desenfreno antes del ayuno y la abstinencia que marca la cuaresma, según la Iglesia católica.

El carnaval se ha convertido en una de las fiestas más espectaculares y populares con sus bailes que invaden las calles y donde se mezclan las tradiciones.

En México todos los carnavales tienen un significado diferente, aunque comparten algo en común: son actividades que forman parte de la historia y cultura, además de ser símbolo de alegría que fortalece la relación social.

Hay tres carnavales que destacan, el de Campeche, que es de los más antiguos del país y da comienzo con el paseo fúnebre y el entierro del mal humor. El de Veracruz, una de las festividades más reconocidas internacionalmente, y de los más esperados por los turistas por su característico folclor, que es considerado “El más alegre del mundo”.

Y el de Mazatlán, la fiesta máxima de los sinaloenses, con más de 100 años de antigüedad, donde las playas son el escenario para las actividades culturales que se llevan a cabo.

Hay otros que sobresalen, como el de Morelos. El 19 de enero fue el arranque formal del Carnaval de Jiutepec, el primero en el país, con el que inició la temporada de estas fiestas.

Otros se van a lo grande, como el de Chimalhuacán, en el Estado de México, que dura 100 días, considerada una de las festividades de mayor duración a nivel mundial.

También está el más raro del mundo, el de Tenosique, en Tabasco, una constante lucha entre el bien y el mal, lo mítico y lo real, las deidades y los humanos, el encuentro de dos mundos, de dos culturas.

Las celebraciones se dan en toda la república, como en Ensenada, Baja California, con coronaciones, música, baile, desfiles y carros alegóricos, o en Mérida, Yucatán, que se destaca por sus desfiles de bailes. La fiesta y algarabía se vive también en Sonora, con el de Guaymas.

En Tamaulipas destacan los carnavales de Tampico y Madero; Tlaxcala también tiene su fiesta, al igual que Hidalgo, donde resalta el de Calnali, donde miles de “cuernudos” cimbran con danzas.

Jalisco no se queda atrás y tiene varios en su territorio, como el de Autlán de Navarro Chapala, Amatitán y Ameca, y La Paz, Baja California Sur, ha hecho de su carnaval su fiesta más importante.

Aunque en algunos ya se ha desvirtuado de lo que relaciona al carnaval con el calendario cristiano, lo que tienen en común es la fiesta y la convivencia.

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