/ miércoles 3 de octubre de 2018

Y…qué pasa? / Llegaron nuevos alcaldes

Parodiando el letra y el ritmo cha cha chá con el estribillo de “los marcianos llegaron ya… y llegaron bailando el cha cha chá…”, podríamos alegrar y dar la bienvenida a los nuevos presidentes municipales que desde el pasado fin de semana inician otro capítulo histórico en Jalisco. Cántele por favor: “Los alcaldes llegaron ya… y prometen servir a la ciudad…”. Con los mecanismos electorales que se pactaron, la ciudadanía ahora ve reflejada su voluntad y la renovación de su esperanza, ¡para mejorar por supuesto. Luego no se queje!

Hace tres años sucedió lo mismo. ¿Cree la ciudadanía que los que se fueron y algunos que se reeligieron cumplieron lo que en campaña fanfarronearon? ¿Sus problemas urbanos y otros aleatorios, se solucionaron? Ya vieron y escucharon lo que los señores y señoras ofrecieron antes y ahora y vieron sus limitaciones, derroches, negocios y quizá los “moches”. Con positivo pensamiento esperemos que ahora sí se acabe la delincuencia y la violencia; que las obras y servicios públicos sean efectivos, es decir, que haya mejores policías, más patrullaje, menos baches, plena iluminación pública, etc. Total, la ciudadanía quiere y exige que la renovación o el reacomodo de empleados de todos los niveles y colores partidistas, cumplan con sus promesas y fundamentalmente sean honrados y honestos. Con esto se acaba la corrupción.

¿Destierran el nepotismo, o sea que los compadrazgos, el pago de compromisos políticos y la tentación de las “comisiones” o contratos y licitaciones amañadas, y los salarios exorbitantes, sean historia? ¿Cree usted, amable lector, que eso suceda? Hasta ahora, a los recién llegados no se les ha comprobado alguna fechoría. Y en caso de que hayan cometido ilícitos, quizá quedaron en la “negociación” política. Falta saber si las acusaciones de corrupción e impunidad, tomarán ahora un cauce legal judicial. ¿Cree que se hará? El perfil de los nuevos o reacomodados funcionarios públicos municipales ¿serán los adecuados?

En el reparto de comisiones edilicias ya está quedando claro que, como de costumbre los que perdieron son aplastados por los que ganaron porque éstos se llevan “las mejores” y las de menor desgaste político. Y claro está, los manejos presupuestales, de plazas y de posibilidades, disminuyen para los perdedores, Así es el juego. Cambian el gerente, el color de uniforme. Las costumbres “y la vida sigue igual”, como dice la canción.

La inseguridad pública es “el coco” nacional. En Jalisco, los que llegaron a las comisarías ¿tienen experiencia y capacidad y no permitirán ser rehenes por lo que denominan crimen organizado? ¿Tendrán madera de patriotas y estadistas no solamente los que lidiarán con las conductas antisociales sino con toda la problemática correspondiente, tope en lo que tope? Es fácil la respuesta a todas las interrogantes. Vea amable lector los niveles que tienen los diversos problemas económicos, de seguridad, de educación, de servicios etc. ¿Está usted bien? Los resultados ahí están. ¡Ah!, pero la ciudadanía también debe hacer lo suyo ¿o no? Y… qué pasa?

Parodiando el letra y el ritmo cha cha chá con el estribillo de “los marcianos llegaron ya… y llegaron bailando el cha cha chá…”, podríamos alegrar y dar la bienvenida a los nuevos presidentes municipales que desde el pasado fin de semana inician otro capítulo histórico en Jalisco. Cántele por favor: “Los alcaldes llegaron ya… y prometen servir a la ciudad…”. Con los mecanismos electorales que se pactaron, la ciudadanía ahora ve reflejada su voluntad y la renovación de su esperanza, ¡para mejorar por supuesto. Luego no se queje!

Hace tres años sucedió lo mismo. ¿Cree la ciudadanía que los que se fueron y algunos que se reeligieron cumplieron lo que en campaña fanfarronearon? ¿Sus problemas urbanos y otros aleatorios, se solucionaron? Ya vieron y escucharon lo que los señores y señoras ofrecieron antes y ahora y vieron sus limitaciones, derroches, negocios y quizá los “moches”. Con positivo pensamiento esperemos que ahora sí se acabe la delincuencia y la violencia; que las obras y servicios públicos sean efectivos, es decir, que haya mejores policías, más patrullaje, menos baches, plena iluminación pública, etc. Total, la ciudadanía quiere y exige que la renovación o el reacomodo de empleados de todos los niveles y colores partidistas, cumplan con sus promesas y fundamentalmente sean honrados y honestos. Con esto se acaba la corrupción.

¿Destierran el nepotismo, o sea que los compadrazgos, el pago de compromisos políticos y la tentación de las “comisiones” o contratos y licitaciones amañadas, y los salarios exorbitantes, sean historia? ¿Cree usted, amable lector, que eso suceda? Hasta ahora, a los recién llegados no se les ha comprobado alguna fechoría. Y en caso de que hayan cometido ilícitos, quizá quedaron en la “negociación” política. Falta saber si las acusaciones de corrupción e impunidad, tomarán ahora un cauce legal judicial. ¿Cree que se hará? El perfil de los nuevos o reacomodados funcionarios públicos municipales ¿serán los adecuados?

En el reparto de comisiones edilicias ya está quedando claro que, como de costumbre los que perdieron son aplastados por los que ganaron porque éstos se llevan “las mejores” y las de menor desgaste político. Y claro está, los manejos presupuestales, de plazas y de posibilidades, disminuyen para los perdedores, Así es el juego. Cambian el gerente, el color de uniforme. Las costumbres “y la vida sigue igual”, como dice la canción.

La inseguridad pública es “el coco” nacional. En Jalisco, los que llegaron a las comisarías ¿tienen experiencia y capacidad y no permitirán ser rehenes por lo que denominan crimen organizado? ¿Tendrán madera de patriotas y estadistas no solamente los que lidiarán con las conductas antisociales sino con toda la problemática correspondiente, tope en lo que tope? Es fácil la respuesta a todas las interrogantes. Vea amable lector los niveles que tienen los diversos problemas económicos, de seguridad, de educación, de servicios etc. ¿Está usted bien? Los resultados ahí están. ¡Ah!, pero la ciudadanía también debe hacer lo suyo ¿o no? Y… qué pasa?