/ miércoles 30 de mayo de 2018

Y…qué pasa? / ¿Enfadado el Estado mexicano?

Cuando en la discusión de un tema los interlocutores no llegan a ningún acuerdo, emerge la desesperación, la impotencia, el enojo, la indiferencia y la violencia.

Cuando la razón de los que discuten mantiene su posición y no hay entendimiento, lo más probable es que no haya solución al diferendo y se asienta el rencor y la venganza. ¿Será el caso de la mayoría de quienes viven en México? En la teoría, pueblo y gobierno son dos elementos del Estado. Generalmente los individuos que pasan de ser solamente ciudadanos y llegan a formar parte del gobierno, se confunden y elaboran un tóxico coctel con ingredientes como la prepotencia, el despotismo, el poder y el mando que desordenan el entorno social y, a fin de cuentas, lo convirtieron en sistema.

El abuso de quienes están en el poder y el libertinaje social en general han llevado al mundo, específicamente a México, a la cada vez más creciente crisis. Esto lo padece la mayoría del pueblo, no así los burócratas. Y a éstos, los que no son de la clase dorada presupuestal, también ya les enfadó el yugo, el abuso y el cinismo por la rapiña de los malos “servidores” públicos que a cada día queda de manifiesto. ¿Será la envidia?

Cuando un político, presunto servidor público o representante popular ya no puede seguir engañando con el maquillaje de las acciones de gobierno y la población interesada o no en asuntos partidistas, acusa inconsistencias, malos manejos, saqueos y mentiras, el gobernante y el gobernado llegan a la violencia, verbal o física. Lo peor del asunto es cuando el gobernante arremete contra los inconformes sociales y los acusa de autoflagelarse. Es decir ¿a sufrir y a callar como en tiempos feudales?

No todo puede ir mal pero podría ir menos mal. Los que bien succionaron de la ubre presupuestal y les fue bien en los negocios arropados por el poder y el mando, claro que no se flagelan. Los que sobreviven con dos o tres salarios mínimos, los que van al día o los que están en cualquier grado de pobreza, por supuesto que están mal y padecen lo que esto conlleva.

El CONEVAL informó hace unos días que de las 32 entidades del país, 18 no cuentan con recursos suficientes para la canasta básica. Esto es, el poder adquisitivo salarial cada vez es menor, tanto en zonas urbanas como rurales. La inseguridad pública, cada vez se manifiesta más sanguinaria y en mayores proporciones, aunque el maquillaje diga lo contrario. Víctor Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo declaró: “hoy en el campo gobierna el crimen organizado… está afectando entre el 25 y el 30 por ciento de las actividades del sector agropecuario en el país”. (Mural, 20 mayo 18).

El desarrollo económico de la población es disparejo, falta democracia económica. Los servicios, las obras públicas y demás, ¿son suficientes? Y si hay quejas, ¿es flagelación? Y se llega al cinismo de decir: “piensen lo que quieran”. Es el mayor signo de ineficiencia valemadrismo. Y…qué pasa?

Cuando en la discusión de un tema los interlocutores no llegan a ningún acuerdo, emerge la desesperación, la impotencia, el enojo, la indiferencia y la violencia.

Cuando la razón de los que discuten mantiene su posición y no hay entendimiento, lo más probable es que no haya solución al diferendo y se asienta el rencor y la venganza. ¿Será el caso de la mayoría de quienes viven en México? En la teoría, pueblo y gobierno son dos elementos del Estado. Generalmente los individuos que pasan de ser solamente ciudadanos y llegan a formar parte del gobierno, se confunden y elaboran un tóxico coctel con ingredientes como la prepotencia, el despotismo, el poder y el mando que desordenan el entorno social y, a fin de cuentas, lo convirtieron en sistema.

El abuso de quienes están en el poder y el libertinaje social en general han llevado al mundo, específicamente a México, a la cada vez más creciente crisis. Esto lo padece la mayoría del pueblo, no así los burócratas. Y a éstos, los que no son de la clase dorada presupuestal, también ya les enfadó el yugo, el abuso y el cinismo por la rapiña de los malos “servidores” públicos que a cada día queda de manifiesto. ¿Será la envidia?

Cuando un político, presunto servidor público o representante popular ya no puede seguir engañando con el maquillaje de las acciones de gobierno y la población interesada o no en asuntos partidistas, acusa inconsistencias, malos manejos, saqueos y mentiras, el gobernante y el gobernado llegan a la violencia, verbal o física. Lo peor del asunto es cuando el gobernante arremete contra los inconformes sociales y los acusa de autoflagelarse. Es decir ¿a sufrir y a callar como en tiempos feudales?

No todo puede ir mal pero podría ir menos mal. Los que bien succionaron de la ubre presupuestal y les fue bien en los negocios arropados por el poder y el mando, claro que no se flagelan. Los que sobreviven con dos o tres salarios mínimos, los que van al día o los que están en cualquier grado de pobreza, por supuesto que están mal y padecen lo que esto conlleva.

El CONEVAL informó hace unos días que de las 32 entidades del país, 18 no cuentan con recursos suficientes para la canasta básica. Esto es, el poder adquisitivo salarial cada vez es menor, tanto en zonas urbanas como rurales. La inseguridad pública, cada vez se manifiesta más sanguinaria y en mayores proporciones, aunque el maquillaje diga lo contrario. Víctor Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo declaró: “hoy en el campo gobierna el crimen organizado… está afectando entre el 25 y el 30 por ciento de las actividades del sector agropecuario en el país”. (Mural, 20 mayo 18).

El desarrollo económico de la población es disparejo, falta democracia económica. Los servicios, las obras públicas y demás, ¿son suficientes? Y si hay quejas, ¿es flagelación? Y se llega al cinismo de decir: “piensen lo que quieran”. Es el mayor signo de ineficiencia valemadrismo. Y…qué pasa?