Narra la historia de México, que siendo Presidente de la República el General Porfirio Díaz, cuando preguntaba la hora a sus incondicionales, estos no veían el reloj que portaban y solo le respondían, “Las que usted ordene señor Presidente”, eran los tiempos de la revolución industrial en México; México construía vías de ferrocarril, las locomotoras recorrían gran parte del país, donde el caballo no entraba y el ferrocarril acortaba los caminos, las distancias y el tiempo.
Fue la época en la que México no tenía devaluación, el peso mexicano valía dos dólares por un peso, el desarrollo económico crecía y el Partido Liberal donde se formó el Presidente Díaz, se convirtió en un grupo aristocrático que no percibía la necesidad humana, ni el desarrollo del Derecho Agrario, Social y del Trabajo, lo que generó una crisis social que impulso la Revolución Mexicana, ante el descontento social motivado por Francisco I. Madero.
Esa forma de pedir la hora demostraba el poder presidencial, que era omnipotente, Díaz luchó mucho por llegar al poder presidencial, y una vez sentado en la silla presidencial, su memoria no recordó las luchas en contra del imperio de Maximiliano donde él participó, olvidando su lealtad a Juárez, pero siempre buscó el poder de la Presidencia de la República.
El poder es para servir y no para servirse del mismo, el Poder Presidencial debe y tiene por su naturaleza política, ser el primer mandatario el primer servidor del pueblo que lo eligió para llevar a cabo su programa de gobierno, sus planes vinculados con el proyecto de Nación, persiguiendo como objetivo primordial el bienestar de su pueblo, esto en el desarrollo de la educación, vivienda digna, trabajo, seguridad social, salud y un desarrollo sustentable de la economía, sin descuidar la libre competencia en el mercado de la compra-venta.
Tener otros datos y el poner sobrenombres no es un lenguaje formal, el Presidente de la República por su investidura es un estadista, un humanista, pero también es un político que hace de la política una ciencia.
La política se crea para servir y satisfacer las necesidades de sus gobernados, ante cualquier clase social, toda la sociedad son sus gobernados, por lo que el Presidente de la República ante un lenguaje poco formal no debe de manchar su investidura como primer mandatario de la Nación y el decir como siempre lo dice cuando las cifras económicas no le son favorables o las críticas en los medios de comunicación no lo adulan siempre dice “que él tiene otros datos, o que se trata de un pensamiento conservador” y hasta los califica de traidores a la Patria, cuando se pide justicia por el abuso presidencial y esta justicia se pide ante los Tribunales del Poder Judicial de la Federación.
Los datos del Presidente son subjetivos y como datos subjetivos son datos de imprecisiones, por lo que un estadista que gobierna un país como México debe de estar abierto a las críticas y ser objetivo en sus pláticas por la mañana.
* Profesor de Derecho de la Universidad de Guadalajara y Miembro del Observatorio sobre Seguridad y Justicia.
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