/ jueves 26 de noviembre de 2020

¿Y los Transformers?

A mediados del Siglo pasado, el laureado escritor mexicano Octavio Paz dio a la luz pública un libro en el que entre otras cosas, hablaba del ambiente de inconformidad que existía en el país, como resultado de la supuesta cerrazón del régimen de aquel entones, acusado de ejercer un monopolio de poder.

Y consideraba el autor que obviamente se respiraba en el ambiente el deseo y hasta el propósito de modificar tal estado de cosas. Sin embargo, calculaba -y con mucha razón- que tal vez no se contaba en esos días, con la fuerza social capaz de acometer tal revolución y con ello, establecer una situación más justa.

El “statu quo” se estimaba como inaceptable, cuando menos de parte de los críticos, a grado tal que se le llegó a señalar como “una dictadura de partido”.

Y haciendo gala de su vocabulario de escritor, el peruano Maro Vargas Llosa llegó a calificar la situación política de México, como una “dictablanda”.

O sea que se pulsaba la necesidad de un cambio, pero -como lo asentara Paz- no se daba la situación social, en cuestión de fuerzas, para que éste se llevara a cabo. Hubo brotes del estudiantado, pero ya en los hechos, la reacción oficial para el control, se tradujo en una represión de los ánimos.

Ahora bien, todo lo anterior viene al caso por la situación que se vive en la actualidad, respecto al programa diseñado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha bautizado con el nombre de Cuarta Transformación. Y que al ser puesto en marcha, ha motivado la oposición de importantes grupos de la sociedad, entre ellos empresarios y políticos.

El gobierno en curso apunta que el objetivo de este plan es alcanzar una situación de más equilibrio, tanto en lo económico como en lo social, mientras que algunos de sus contrarios afirman que la 4T significará un paso hacia atrás.

Los que sucede entonces es que -según los observadores- se ha suscitado actualmente, o se mantiene, una caso de indefinición como el que se dio a mediados del Siglo pasado. Y la duda sigue siendo tal vez la misma: Se busca una transformación, pero ¿se tendrá a los transformadores? ¿Logrará López Obrador y la gente que lo sigue, crear la fuerza social necesaria para llevar adelante los propósitos que enuncia?

No parece que, cuando menos hasta hoy, haya el valiente que se atreva a dar respuesta a tales cuestionamientos.

Sin embargo y a pesar de todo, aparece en el futuro cercano un acontecimiento que tal vez podría arrojar luz acerca de este equilibrio o desequilibrio de fuerzas: Las elecciones del año próximo.

El Partido Morena, que es el de López Obrador, se declara listo no sólo a dar la batalla, sino a conseguir el triunfo. Aunque al mismo tiempo, los partidos opositores se ven dispuestos a manifestar en los comicios, el poder que aseguran tener.

El estira y afloja que existe hoy en el terreno mediático, será trasladado a las urnas. Se verá pues -como se dice coloquialmente-, de cuál cuero salen más correas.

Ahora que, el resultado de las elecciones tal vez no sea un augurio exacto del rumbo que seguirá el país en los próximos años, pero sí será posible considerarlo como una señal importante.

* Periodista

A mediados del Siglo pasado, el laureado escritor mexicano Octavio Paz dio a la luz pública un libro en el que entre otras cosas, hablaba del ambiente de inconformidad que existía en el país, como resultado de la supuesta cerrazón del régimen de aquel entones, acusado de ejercer un monopolio de poder.

Y consideraba el autor que obviamente se respiraba en el ambiente el deseo y hasta el propósito de modificar tal estado de cosas. Sin embargo, calculaba -y con mucha razón- que tal vez no se contaba en esos días, con la fuerza social capaz de acometer tal revolución y con ello, establecer una situación más justa.

El “statu quo” se estimaba como inaceptable, cuando menos de parte de los críticos, a grado tal que se le llegó a señalar como “una dictadura de partido”.

Y haciendo gala de su vocabulario de escritor, el peruano Maro Vargas Llosa llegó a calificar la situación política de México, como una “dictablanda”.

O sea que se pulsaba la necesidad de un cambio, pero -como lo asentara Paz- no se daba la situación social, en cuestión de fuerzas, para que éste se llevara a cabo. Hubo brotes del estudiantado, pero ya en los hechos, la reacción oficial para el control, se tradujo en una represión de los ánimos.

Ahora bien, todo lo anterior viene al caso por la situación que se vive en la actualidad, respecto al programa diseñado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha bautizado con el nombre de Cuarta Transformación. Y que al ser puesto en marcha, ha motivado la oposición de importantes grupos de la sociedad, entre ellos empresarios y políticos.

El gobierno en curso apunta que el objetivo de este plan es alcanzar una situación de más equilibrio, tanto en lo económico como en lo social, mientras que algunos de sus contrarios afirman que la 4T significará un paso hacia atrás.

Los que sucede entonces es que -según los observadores- se ha suscitado actualmente, o se mantiene, una caso de indefinición como el que se dio a mediados del Siglo pasado. Y la duda sigue siendo tal vez la misma: Se busca una transformación, pero ¿se tendrá a los transformadores? ¿Logrará López Obrador y la gente que lo sigue, crear la fuerza social necesaria para llevar adelante los propósitos que enuncia?

No parece que, cuando menos hasta hoy, haya el valiente que se atreva a dar respuesta a tales cuestionamientos.

Sin embargo y a pesar de todo, aparece en el futuro cercano un acontecimiento que tal vez podría arrojar luz acerca de este equilibrio o desequilibrio de fuerzas: Las elecciones del año próximo.

El Partido Morena, que es el de López Obrador, se declara listo no sólo a dar la batalla, sino a conseguir el triunfo. Aunque al mismo tiempo, los partidos opositores se ven dispuestos a manifestar en los comicios, el poder que aseguran tener.

El estira y afloja que existe hoy en el terreno mediático, será trasladado a las urnas. Se verá pues -como se dice coloquialmente-, de cuál cuero salen más correas.

Ahora que, el resultado de las elecciones tal vez no sea un augurio exacto del rumbo que seguirá el país en los próximos años, pero sí será posible considerarlo como una señal importante.

* Periodista