/ lunes 3 de mayo de 2021

¿Vuelta al presidencialismo?

Jorge Chaires Zaragoza*

Se ha hablado mucho sobre los riesgos de volver al régimen presidencialista del siglo pasado, en donde los presidentes de la República emanados del Partido Revolucionario Institucional, concentraban una gran cantidad de atribuciones al grado de que Mario Vargas Llosa lo definió como la dictadura perfecta.

Se decía que la transición a la democracia debía pasar por la trasformación de gobiernos de caudillos a gobiernos de instituciones. Los partidos políticos de izquierda jugaron un papel fundamental en el desmantelamiento del régimen presidencialista, impulsando reformas a la Constitución para terminar con la hegemonía del partido en el poder.

En 1978 el jurista Jorge Carpizo publicó su famoso libro El presidencialismo mexicano, en donde describe once causas por las cuales consideraba que el poder ejecutivo era extraordinariamente poderoso, con fuertes rasgos autoritarios.

Resulta interesante recordar dichas causas de tal manera que nos ayude a dilucidar si estamos volviendo a ese régimen presidencialista, como muchos lo han afirmado o, por el contrario, es un discurso fantasioso y novelero de quienes desean desacreditar el gobierno de López Obrador y la autoproclamada cuarta transformación.

De acuerdo con Carpizo el presidencialismo mexicano se caracterizaba por:

a) El presidente es el jefe del partido predominante; b) Debilitamiento del poder legislativo, ya que la gran mayoría de los legisladores son miembros del partido predominante y saben que si se oponen al presidente las posibilidades de éxito que tienen son casi nulas y que seguramente están así frustrando su carrera política; c) La integración, en buena parte, de la suprema corte de justicia por elementos políticos que no se oponen a los asuntos; d) marcada influencia en la economía; e) Institucionalización del ejército, cuyos jefes dependen de él; f) Fuerte influencia en la opinión pública a través de los controles y facultades que tiene respecto a los medios masivos de comunicación (ahora se pretende tener presencia todos los días con las conferencias mañaneras); g) La concentración de recursos económicos en la federación, específicamente en el ejecutivo; h) Amplias facultades constitucionales y extraconstitucionales, como la facultad de designar a los gobernadores de las entidades federativas; i) Determinación de todos los aspectos internacionales en los cuales interviene el país, sin que para ello exista ningún freno en el Senado; j) Control del Distrito Federal; k) Un elemento psicológico: que en lo general se acepta el papel predominante del ejecutivo sin que mayormente se le cuestione.

La alternancia en el poder alimentó la esperanza de haber acabado con el régimen presidencialista, el cual creímos sería parte de la historia política-constitucional de nuestro país.

No obstante, a poco más de cuarenta años de la publicación del libro de Jorge Carpizo, su obra vuelve a ser objeto de estudio y análisis para comprender el régimen político mexicano actual.

* Doctor. Integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia

Jorge Chaires Zaragoza*

Se ha hablado mucho sobre los riesgos de volver al régimen presidencialista del siglo pasado, en donde los presidentes de la República emanados del Partido Revolucionario Institucional, concentraban una gran cantidad de atribuciones al grado de que Mario Vargas Llosa lo definió como la dictadura perfecta.

Se decía que la transición a la democracia debía pasar por la trasformación de gobiernos de caudillos a gobiernos de instituciones. Los partidos políticos de izquierda jugaron un papel fundamental en el desmantelamiento del régimen presidencialista, impulsando reformas a la Constitución para terminar con la hegemonía del partido en el poder.

En 1978 el jurista Jorge Carpizo publicó su famoso libro El presidencialismo mexicano, en donde describe once causas por las cuales consideraba que el poder ejecutivo era extraordinariamente poderoso, con fuertes rasgos autoritarios.

Resulta interesante recordar dichas causas de tal manera que nos ayude a dilucidar si estamos volviendo a ese régimen presidencialista, como muchos lo han afirmado o, por el contrario, es un discurso fantasioso y novelero de quienes desean desacreditar el gobierno de López Obrador y la autoproclamada cuarta transformación.

De acuerdo con Carpizo el presidencialismo mexicano se caracterizaba por:

a) El presidente es el jefe del partido predominante; b) Debilitamiento del poder legislativo, ya que la gran mayoría de los legisladores son miembros del partido predominante y saben que si se oponen al presidente las posibilidades de éxito que tienen son casi nulas y que seguramente están así frustrando su carrera política; c) La integración, en buena parte, de la suprema corte de justicia por elementos políticos que no se oponen a los asuntos; d) marcada influencia en la economía; e) Institucionalización del ejército, cuyos jefes dependen de él; f) Fuerte influencia en la opinión pública a través de los controles y facultades que tiene respecto a los medios masivos de comunicación (ahora se pretende tener presencia todos los días con las conferencias mañaneras); g) La concentración de recursos económicos en la federación, específicamente en el ejecutivo; h) Amplias facultades constitucionales y extraconstitucionales, como la facultad de designar a los gobernadores de las entidades federativas; i) Determinación de todos los aspectos internacionales en los cuales interviene el país, sin que para ello exista ningún freno en el Senado; j) Control del Distrito Federal; k) Un elemento psicológico: que en lo general se acepta el papel predominante del ejecutivo sin que mayormente se le cuestione.

La alternancia en el poder alimentó la esperanza de haber acabado con el régimen presidencialista, el cual creímos sería parte de la historia política-constitucional de nuestro país.

No obstante, a poco más de cuarenta años de la publicación del libro de Jorge Carpizo, su obra vuelve a ser objeto de estudio y análisis para comprender el régimen político mexicano actual.

* Doctor. Integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia