/ lunes 11 de julio de 2022

¡Viva la anfibología!

La retórica tiene una herramienta muy útil, sobre todo para la clase política: la anfibología. Esta es una palabra o una frase que puede provocar dudas o interpretaciones erróneas respecto a lo que se afirma o declara, sin que exponga al que la dice al señalamiento de mentiroso, porque esa imprecisión, esa dualidad de la expresión, permite mantener un pie adentro y otro afuera. Muy útil, no cabe duda.

El señor Gobernador Alfaro, en su reciente gira de trabajo por el norte del Estado de Jalisco, aseguró, -y fue la nota, - que "durante la gira que llevó a cabo jueves y viernes por municipios del norte de Jalisco, entre ellos Colotlán, no encontró retenes operados por el crimen organizado".

Y aquí está presente la anfibología. El hecho que en esta gira que realizó no haya encontrado retenes operados por el crimen organizado, no significa que no existan; eso por una parte; por otro lado, es evidente que el Ingeniero Alfaro no va solo a la gira, no es cosa de abordar su carro o camioneta y cruzar por toda esa zona altamente riesgosa solo y su alma; siempre lleva un convoy de protección, explicable y entendible, y es evidente que con las avanzadas y las planeaciones tácticas y estrategias de la gira, se toman las debidas precauciones y se lanzan las advertencias correspondientes para que el viaje transcurra sin problemas, además que va bien resguardado en su camioneta, sin duda blindada y con un buen numero de escoltas. ¿Así, quien se atrevería a ponerle un retén?.

Caso muy diferente es el de cualquiera de nosotros que tengamos la necesidad y el atrevimiento de aventurarnos a salir a carretera, sin mayor protección ni escolta ni más armas que nuestro rosario colgado del espejo del coche y nuestra medallita de la Virgen que traemos en el pecho. Nosotros sí podríamos ser víctimas de esos retenes, como lo fueron los señores arzobispos de Guadalajara y Zacatecas y el señor Obispo de Autlán, en distintos puntos carreteros por citar algunos ejemplos de personas conocidas y relevantes, no de cualquier hijo de vecino.

Lo mismo sucede en el caso del señor presidente López Obrador. Cuando fue de gira a Badiraguato, los reporteros de la fuente fueron detenidos por un retén en la zona que el propio presidente insiste en llamarle "de la gente buena y trabajadora". Cuando le comentaron el incidente, dijo que él no había visto retén alguno y en todo caso si lo hubo con los reporteros, solo se limitó a preguntar si no les había pasado nada. No le dio mayor importancia al tema.

Claro, con escoltas, helicópteros, milicia, marinos, guardia nacional y tantos elementos de seguridad ocultos en el anonimato, porque no van uniformados, pero que le brindan seguridad absoluta por tierra y aire, ¿qué retenes le pueden poner al convoy del presidente? Esa es anfibología pura. No se miente, pero se confunde, se deja a la interpretación del interlocutor el verdadero sentido de las frases.

Por lo tanto, ciudadanos de a pie, e incluso Prelados quienes merecen nuestro respeto absoluto, quedamos como simples mentirosos y exagerados. En Jalisco, no hay retenes. En México no hay retenes. La gente es buena y trabajadora; el país, está en paz, trabajando, progresando y transformándose. ¡Que viva la anfibología!

La retórica tiene una herramienta muy útil, sobre todo para la clase política: la anfibología. Esta es una palabra o una frase que puede provocar dudas o interpretaciones erróneas respecto a lo que se afirma o declara, sin que exponga al que la dice al señalamiento de mentiroso, porque esa imprecisión, esa dualidad de la expresión, permite mantener un pie adentro y otro afuera. Muy útil, no cabe duda.

El señor Gobernador Alfaro, en su reciente gira de trabajo por el norte del Estado de Jalisco, aseguró, -y fue la nota, - que "durante la gira que llevó a cabo jueves y viernes por municipios del norte de Jalisco, entre ellos Colotlán, no encontró retenes operados por el crimen organizado".

Y aquí está presente la anfibología. El hecho que en esta gira que realizó no haya encontrado retenes operados por el crimen organizado, no significa que no existan; eso por una parte; por otro lado, es evidente que el Ingeniero Alfaro no va solo a la gira, no es cosa de abordar su carro o camioneta y cruzar por toda esa zona altamente riesgosa solo y su alma; siempre lleva un convoy de protección, explicable y entendible, y es evidente que con las avanzadas y las planeaciones tácticas y estrategias de la gira, se toman las debidas precauciones y se lanzan las advertencias correspondientes para que el viaje transcurra sin problemas, además que va bien resguardado en su camioneta, sin duda blindada y con un buen numero de escoltas. ¿Así, quien se atrevería a ponerle un retén?.

Caso muy diferente es el de cualquiera de nosotros que tengamos la necesidad y el atrevimiento de aventurarnos a salir a carretera, sin mayor protección ni escolta ni más armas que nuestro rosario colgado del espejo del coche y nuestra medallita de la Virgen que traemos en el pecho. Nosotros sí podríamos ser víctimas de esos retenes, como lo fueron los señores arzobispos de Guadalajara y Zacatecas y el señor Obispo de Autlán, en distintos puntos carreteros por citar algunos ejemplos de personas conocidas y relevantes, no de cualquier hijo de vecino.

Lo mismo sucede en el caso del señor presidente López Obrador. Cuando fue de gira a Badiraguato, los reporteros de la fuente fueron detenidos por un retén en la zona que el propio presidente insiste en llamarle "de la gente buena y trabajadora". Cuando le comentaron el incidente, dijo que él no había visto retén alguno y en todo caso si lo hubo con los reporteros, solo se limitó a preguntar si no les había pasado nada. No le dio mayor importancia al tema.

Claro, con escoltas, helicópteros, milicia, marinos, guardia nacional y tantos elementos de seguridad ocultos en el anonimato, porque no van uniformados, pero que le brindan seguridad absoluta por tierra y aire, ¿qué retenes le pueden poner al convoy del presidente? Esa es anfibología pura. No se miente, pero se confunde, se deja a la interpretación del interlocutor el verdadero sentido de las frases.

Por lo tanto, ciudadanos de a pie, e incluso Prelados quienes merecen nuestro respeto absoluto, quedamos como simples mentirosos y exagerados. En Jalisco, no hay retenes. En México no hay retenes. La gente es buena y trabajadora; el país, está en paz, trabajando, progresando y transformándose. ¡Que viva la anfibología!