/ lunes 25 de julio de 2022

Un Presidente socarrón


Ser jefe de Estado implica honra y distinción. La más alta Magistratura del país, exige el deber de respeto a la institución por parte del presidente de la república. Por respeto a sí mismo y por respeto a los demás.

Imperdonable lo que hace el presidente cada mañana en Palacio Nacional. Ha convertido una sesión informativa con los medios en un show televisivo de segunda. La simpatía se ha tornado en socarronería.

El problema surgido con motivo de la aplicación del T-Mec, y las revisiones de Canadá y Estados Unidos, tuvo como respuesta, una canción populachera puesta por Jesús, el fiel paje del presidente, haciéndose muy poco favor y desvirtuando la seriedad de una reunión matutina con periodistas, para convertirla en un show. Sólo le falta que lleve a sus mañaneras a la Pájara Peggy, aquella botarga que se hizo famosa en el programa La Carabina de Ambrosio que conducía César Costa en los años 80.

A eso hemos llegado. Que triste y lamentable que quien lleva las riendas del país, quien ejerce la representación en el exterior haga esos papelones indignos de todo un jefe de Estado y se convierta en animador de televisión.

Convengo en que se debe trabajar en la popularidad y la imagen, y que la simpatía es uno de los ingredientes que contribuyen enormemente a mantener la marca que explota provechosamente la 4T y Morena, la imagen de un tipo agradable, de sonrisa fácil, que dice lo que la gente quiere oír, que cuenta chistes y que de vez en vez aunque tergiversada, se avienta su lección mañanera de historia patria, pero la realidad es que ese simpático tipo socarrón, es nada menos que el presidente de la república y su imagen y su presencia, su cargo merece absoluto respeto.

El no debiera prestarse a tamaños papelones. No es ya un candidato que anda buscando votos haciéndose el simpático; no es animador de programas de concurso, es el presidente de la república.

Este señor, debiera actuar conforme su rango, conforme su alta representación; debe tomar las cosas con la seriedad que implican y dedicarse a honrar su palabra empeñada en el año 2018 en que dijo protestar el desempeño del cargo de presidente de la república en forma leal y patrióticamente, cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución y sus leyes reglamentarias velando en todo por la seguridad, el progreso y la prosperidad de la Nación.

Debiera cancelar su show cómico, mágico-musical de las mañanas, y ponerse a actuar como lo que es, un jefe de estado, nuestro presidente y no trabajar como comediante barato, socarrón y mala copia de "El simpatías".

Nuestro presidente merece respeto, pero el respeto se gana.


Ser jefe de Estado implica honra y distinción. La más alta Magistratura del país, exige el deber de respeto a la institución por parte del presidente de la república. Por respeto a sí mismo y por respeto a los demás.

Imperdonable lo que hace el presidente cada mañana en Palacio Nacional. Ha convertido una sesión informativa con los medios en un show televisivo de segunda. La simpatía se ha tornado en socarronería.

El problema surgido con motivo de la aplicación del T-Mec, y las revisiones de Canadá y Estados Unidos, tuvo como respuesta, una canción populachera puesta por Jesús, el fiel paje del presidente, haciéndose muy poco favor y desvirtuando la seriedad de una reunión matutina con periodistas, para convertirla en un show. Sólo le falta que lleve a sus mañaneras a la Pájara Peggy, aquella botarga que se hizo famosa en el programa La Carabina de Ambrosio que conducía César Costa en los años 80.

A eso hemos llegado. Que triste y lamentable que quien lleva las riendas del país, quien ejerce la representación en el exterior haga esos papelones indignos de todo un jefe de Estado y se convierta en animador de televisión.

Convengo en que se debe trabajar en la popularidad y la imagen, y que la simpatía es uno de los ingredientes que contribuyen enormemente a mantener la marca que explota provechosamente la 4T y Morena, la imagen de un tipo agradable, de sonrisa fácil, que dice lo que la gente quiere oír, que cuenta chistes y que de vez en vez aunque tergiversada, se avienta su lección mañanera de historia patria, pero la realidad es que ese simpático tipo socarrón, es nada menos que el presidente de la república y su imagen y su presencia, su cargo merece absoluto respeto.

El no debiera prestarse a tamaños papelones. No es ya un candidato que anda buscando votos haciéndose el simpático; no es animador de programas de concurso, es el presidente de la república.

Este señor, debiera actuar conforme su rango, conforme su alta representación; debe tomar las cosas con la seriedad que implican y dedicarse a honrar su palabra empeñada en el año 2018 en que dijo protestar el desempeño del cargo de presidente de la república en forma leal y patrióticamente, cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución y sus leyes reglamentarias velando en todo por la seguridad, el progreso y la prosperidad de la Nación.

Debiera cancelar su show cómico, mágico-musical de las mañanas, y ponerse a actuar como lo que es, un jefe de estado, nuestro presidente y no trabajar como comediante barato, socarrón y mala copia de "El simpatías".

Nuestro presidente merece respeto, pero el respeto se gana.