/ miércoles 15 de julio de 2020

Un debate impostergable

En México vivimos desde hace más de una década una epidemia que corroe nuestras instituciones, a nuestra niñez y adolescentes y, cada vez más, a una gran parte de ciudadanía: el narcotráfico. Esta grave problemática ha sido enfrentada en distintos momentos de manera errónea, primero, la estrategia fue mirar hacia otro lado, colusión y dejarles crecer a su voluntad; posteriormente, las medida a seguir fue la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” con resultados desastrosos en todos los ámbitos y en la actualidad siguen haciendo estragos en el país.

Estas estrategias fallidas tienen algo en común, la equivocación radica en el enfoque y su sostenibilidad en el tiempo. Pues en el priato, la consideración fue la de la complicidad en los tres niveles de gobierno con réditos para aquella clase política en el corto plazo, ya sea monetarios o de seguridad personal, hasta que se salió de control. En la administración de Felipe Calderón, se realizó por la vía de la confrontación, solo logrando ensangrentar al país, además de que hoy la verdad sale a flote y queda claro que también hubo confabulación con uno de los carteles. Todo un montaje.

En el actual gobierno mexicano se piensa que con simbolismos o frases se podrá combatir esta problemática, pero al parecer “los abrazos” no han dado resultados para bajar los índices de homicidios dolosos, gran parte de ellos, relacionados con el narcotráfico. Es obvio que no está en la agenda prioritaria del titular del Ejecutivo federal. Sin embargo el país no puede quedarse -cruzado de brazos- otro sexenio más, mientras el crimen organizado se enraiza y fortalece en todo el territorio nacional.

En este sentido, es imperativo que las estrategias de combate a la delincuencia organizada den un giro hasta llegar a la visión progresista de la regulación de las drogas, comenzando por el cannabis. Asimismo las discusiones al respecto en los recintos legislativos tampoco pueden esperar. Hace unos días, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, mencionó que el tema tendría que volverse a retomar en el próximo periodo extraordinario. Esperemos que así sea y no se vuelva a postergar.

Por lo anterior, desde el Congreso del estado de Jalisco y desde la Comisión de Seguridad y Justicia, que me honro en presidir, insistiré en el tema como ya lo he hecho en legislaturas anteriores. La regulación de la marihuana tiene que abordarse tomando en cuenta todas sus aristas, la visión médica, la recreativa y de derechos humanos, la comercial, la agroproductiva y, por supuesto, en aras de minimizar la violencia por esta causa, porque lo he mencionado ya, las personas no mueren por el consumo, lo hacen por la lucha cruenta que se suscita por el control del tráfico de sustancias en el mercado negro.

Es impostergable llegar a un debate serio al respecto, desde lo local y a nivel nacional, ya que debemos de tener muy presente el urgente replanteamiento del país que queremos dejarles a las y los que nos preceden.

En México vivimos desde hace más de una década una epidemia que corroe nuestras instituciones, a nuestra niñez y adolescentes y, cada vez más, a una gran parte de ciudadanía: el narcotráfico. Esta grave problemática ha sido enfrentada en distintos momentos de manera errónea, primero, la estrategia fue mirar hacia otro lado, colusión y dejarles crecer a su voluntad; posteriormente, las medida a seguir fue la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” con resultados desastrosos en todos los ámbitos y en la actualidad siguen haciendo estragos en el país.

Estas estrategias fallidas tienen algo en común, la equivocación radica en el enfoque y su sostenibilidad en el tiempo. Pues en el priato, la consideración fue la de la complicidad en los tres niveles de gobierno con réditos para aquella clase política en el corto plazo, ya sea monetarios o de seguridad personal, hasta que se salió de control. En la administración de Felipe Calderón, se realizó por la vía de la confrontación, solo logrando ensangrentar al país, además de que hoy la verdad sale a flote y queda claro que también hubo confabulación con uno de los carteles. Todo un montaje.

En el actual gobierno mexicano se piensa que con simbolismos o frases se podrá combatir esta problemática, pero al parecer “los abrazos” no han dado resultados para bajar los índices de homicidios dolosos, gran parte de ellos, relacionados con el narcotráfico. Es obvio que no está en la agenda prioritaria del titular del Ejecutivo federal. Sin embargo el país no puede quedarse -cruzado de brazos- otro sexenio más, mientras el crimen organizado se enraiza y fortalece en todo el territorio nacional.

En este sentido, es imperativo que las estrategias de combate a la delincuencia organizada den un giro hasta llegar a la visión progresista de la regulación de las drogas, comenzando por el cannabis. Asimismo las discusiones al respecto en los recintos legislativos tampoco pueden esperar. Hace unos días, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, mencionó que el tema tendría que volverse a retomar en el próximo periodo extraordinario. Esperemos que así sea y no se vuelva a postergar.

Por lo anterior, desde el Congreso del estado de Jalisco y desde la Comisión de Seguridad y Justicia, que me honro en presidir, insistiré en el tema como ya lo he hecho en legislaturas anteriores. La regulación de la marihuana tiene que abordarse tomando en cuenta todas sus aristas, la visión médica, la recreativa y de derechos humanos, la comercial, la agroproductiva y, por supuesto, en aras de minimizar la violencia por esta causa, porque lo he mencionado ya, las personas no mueren por el consumo, lo hacen por la lucha cruenta que se suscita por el control del tráfico de sustancias en el mercado negro.

Es impostergable llegar a un debate serio al respecto, desde lo local y a nivel nacional, ya que debemos de tener muy presente el urgente replanteamiento del país que queremos dejarles a las y los que nos preceden.